Lectio divina del Salmo dominical Domingo XIII del Tiempo Ordinario Año C: Seguimiento sin demora. 1R 19,16b.19-21: Eliseo se levantó y marchó tras Elías. Sal 15,1-2a.5.7-8.9-10.11: Tú, Señor, eres el lote de mi heredad. Ga 5,1.13-18: Vuestra vocación es la libertad. Lc 9,51-62: Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Te seguiré adonde vayas.

Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.» El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en tu mano.

Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.

Bendeciré al Señor que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente, al Señor, con él a mi derecha no vacilaré.

Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.

Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.

Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha.

Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.

Lectio Ahora leemos el salmo entero, despacio… 1 [A media voz. De David.] Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; 2 yo digo al Señor: "Tú eres mi bien". 3 Los dioses y señores de la tierra no me satisfacen. 4 Multiplican las estatuas de dioses extraños; no derramaré sus libaciones con mis manos, ni tomaré sus nombres en mis labios. 5 El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano: 6 me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad. 7 Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. 8 Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. 9 Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. 10 Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. 11 Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha. Si quieres escuchar el original hebreo, pincha aquí

Lectio ¿Qué lugar ocupa este salmo en el salterio? Según el P. Ramón Ribera, monje de Montserrat, y otros estudiosos, el orden de los salmos no se debe al azar sino que hay toda una estructura interna.

Lectio ¿Qué lugar ocupa este salmo en el salterio? Nuestro salmo se encuentra en la primera parte del salterio, dedicado a las súplicas a Dios, formada por los libros: 1º: salmos 1-40 2º: salmos 41-71 Y 3º: salmos 72-88 Salmo 15: El Señor es el lote de mi heredad. Dentro del primer libro, el salmo 15 se encuentra en el segundo septenario de salmos (10-16) de los cuatro que conforman la Primera Colección de David (salmos 3-31).

Lectio: ¿Qué dice el texto? El salmo 15 es un salmo de confianza y canto de intimidad con Dios, al que considera su refugio (v. 1b), amigo íntimo (v. 7), y alguien siempre cercano (v.8); en Él pone una confianza total incluso ante la muerte (v. 10) con el convencimiento de que Dios le mostrará el camino de la vida, proporcionándole una alegría perpetua (v 11). El texto se encuentra bastante corrompido en algunos puntos, lo que hace que sean diversas sus interpretaciones. Sin embargo, el sentido del salmo se mantiene: en la alternativa del bien y del mal, ante un tiempo de idolatría generalizada en el que vive el salmista, Dios es el único bien. Podemos estructurar el salmo de la siguiente forma: V. 1b : El orante comienza con una invocación a Dios. Los vv. 2-6 son una profesión de fe. El salmista ha optado por el Señor “Tú eres mi Bien” (v. 2), el único bien. La heredad preciosa y bella que le ha tocado en suerte (v. 5-6). Por eso, todos los ídolos son falsos dioses a los que el salmista no dará culto ni mediante gestos rituales (libaciones) ni pronunciando sus nombres (que era una manera de entrar en comunión con el dios). Los vv. 7-11: expresan la confianza gozosa del salmista. En ellos destaca la idea de camino: el Señor es el consejero permanente del fiel, incluso de noche (v. 7), que camina por delante para que el salmista no vacile (v. 8), lo llena de alegría (v. 9), no permite que conozca la muerte (v. 10) sino que le enseña el camino de la vida (v. 11). Los primeros cristianos leyeron los versículos finales de este salmo a la luz de la muerte y resurrección de Jesús. (Hech 2, 25-28)

Meditatio :Lo propio de este paso es meditar qué me dice a mi el texto Meditatio :Lo propio de este paso es meditar qué me dice a mi el texto. Esto es algo muy personal por ello aquí para ayudar a esta meditación relacionamos el salmo con las lecturas del domingo. El Señor es mi lote y mi heredad. Escuchemos a Eliseo repitiendo estas palabras tras ser investido profeta por Elías mediante el rito de echarle su manto encima. Además, Eliseo pone por obra la elección que hace el salmista: El Señor es su Dios. Y así se desprende de todo lo suyo –bueyes y aperos- “quema las naves”, y se despide de su gente para seguir al Dios de Israel poniéndose al servicio de Elías. El seguimiento de Cristo implica optar, ¿Lo hacemos en nuestro día a día?

Tengo siempre presente al Señor, con Él a mi derecha no vacilaré. El seguimiento de Cristo es radical y no admite añoranzas. Esto no siempre es fácil pero dejémonos tomar de la mano por el Señor y no vacilaremos.

Me enseñarás el sendero de la vida. Seguir a Cristo es vivir como vivió Él: atento a la voluntad del padre, haciendo el bien a todos, viviendo la libertad de los hijos de Dios que nos hace ser esclavos unos de otros por amor. Sólo así viviremos con gozo y agradecimiento la vocación a la que Dios nos llama. Recordemos las promesas bautismales: en ellas renunciamos a Satanás y profesamos nuestra fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Oratio ¿Qué me hace decirle a Dios este salmo, la liturgia de este domingo? Te damos gracias, Señor, porque nos llamas a participar del gozo de tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha. Haz que te sigamos con fidelidad, optando cada día por Ti, mientras servimos a nuestros hermanos con amor. Amén. 

Contemplatio Miro y me dejo mirar… En esto los Padres de la Iglesia son maestros… “¿Qué es pues el Bien y la Belleza incomparables que buscan los cristianos, y en los que viven? Es el Señor mismo. En efecto es Él, que no puede ser comparado a nada, porque todo lo que es bueno ha nacido de Él, y es Él la herencia y la vida de los cristianos: El Señor –está escrito- es la parte de mi herencia y de mi copa. Y, de parte de los hombres, el único Bien y Belleza que es Dios no busca ni oro, ni plata, ni bienes, ni animales ni nada de lo que hay sobre la tierra y que Él mismo ha creado, sino una fe verdadera y el amor a Él desde el corazón. Y entonces uno es juzgado digno de obtener esta Belleza y este Bien único: el alma merece obtener la participación en el Espíritu Santo, y es digna de unirse a Cristo desde aquí abajo.” PseudoMacario, Nuevas homilías, Colección III, Homilía XXVI, 2. 1)

Actio ¿Qué me hace vivir el Señor a partir de esta Palabra? Es el momento de la “obediencia de la Fe”… Tú, ¡sígueme!