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Lectio divina del Salmo dominical Domingo III de Pascua Hch 5,27b-32.40b-41: Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo. Sal 29,2.4.5.6.11.12a.13b:

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2 Lectio divina del Salmo dominical Domingo III de Pascua Hch 5,27b-32.40b-41: Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo. Sal 29,2.4.5.6.11.12a.13b: Te ensalzaré, Señor, porque me has librado. Ap 5,11-14: Digno es el Cordero degollado de recibir el poder y la riqueza. Jn 21,1-19: Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.

3 Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

4 Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.

5 Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

6 Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre santo; su cólera dura un instante, su bondad, de por vida.

7 Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

8 Escucha, Señor, y ten piedad de mí, Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.

9 Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

10 Lectio Ahora leemos el salmo entero, despacio… Salmo 29 (30) [ 1 Salmo. Cántico para la dedicación de la Casa. De David.] 2 Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. 3 Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste. 4 Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. 5 Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre santo; 6 su cólera dura un instante; su bondad, de por vida; al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo. 7 Yo pensaba muy seguro: "No vacilaré jamás". 8 Tu bondad, Señor, me aseguraba el honor y la fuerza; pero escondiste tu rostro, y quedé desconcertado. 9 A ti, Señor, llamé, supliqué a mi Dios: 10 "¿Qué ganas con mi muerte, con que yo baje a la fosa? ¿Te va a dar gracias el polvo, o va a proclamar tu lealtad? 11 Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, socórreme". 12 Cambiaste mi luto en danzas, me desataste el sayal y me has vestido de fiesta; 13 te cantará mi alma sin callarse, Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. Si quieres escuchar el original hebreo, pincha aquí

11 Lectio ¿Qué lugar ocupa este salmo en el salterio? Según el P. Ramón Ribera, monje de Montserrat, y otros estudiosos, el orden de los salmos no se debe al azar sino que hay toda una estructura interna.

12 Nuestro salmo se encuentra en la primera parte del salterio, dedicado a las súplicas a Dios, formada por los libros: 1º: salmos 1-40 2º: salmos 41-71 2º: salmos 41-71 Y 3º: salmos 72-88 Salmo 29: Acción de gracias por la curación de un enfermo en peligro de muerte. Lectio ¿Qué lugar ocupa este salmo en el salterio? Dentro del primer libro, el salmo 29 se encuentra en el último de los cuatro septenarios que componen la Primera Colección de David (salmos 3-31) dedicados a Dios.

13 El salmo 29 es una intensa y suave acción de gracias que hace el orante tras desvanecerse en él la pesadilla de la muerte. Para ello emplea una serie de contrastes que expresan de manera simbólica la liberación obtenida gracias al Señor: - al descenso «a la fosa» se le opone la salida «del abismo» (v 4); - a su «cólera» que «dura un instante» le sustituye «su bondad de por vida» (v 6); - al «llanto» del atardecer le sigue el «júbilo» de la mañana (v 6); - a la incertidumbre, la estabilidad por la prueba superada (vv. 7-9) - al «luto», la «danza», al «sayal» luctuoso el «vestido de fiesta» (v 12). De la situación concreta evocada de un enfermo en peligro de muerte que ha sido curado (atribuida a David o a Ezequías) se pasó más tarde a leer la experiencia de Israel, que después de la agonía del exilio reencuentra la alegría de la alabanza. El pueblo de Israel consideró esta liberación como una especie de "Resurrección“ (cf. Ez 37) Lo que es apenas una imagen para Israel, en Jesús muerto y resucitado es una realidad plena: "Tú me has levantado... Tú me has sacado del abismo... Tú me has hecho revivir..." Lectio : ¿Qué dice el texto?

14 Te ensalzaré, Señor, porque me has librado. El salmo de este domingo lo podemos orar en varios niveles. El primero, orándolo desde Cristo resucitado que se dirige al Padre. Él lo ha levantado de la fosa, ha cambiado su luto en danzas, despojándolo de la túnica de la muerte y vistiéndolo con el manto glorioso y de fiesta de la vida… y ahora, el Hijo, le da gracias por siempre. ¿Vivo, con amor constante y fiel, del gozo de la Resurrección? Meditatio : Lo propio de este paso es meditar qué me dice a mi el texto. Esto es algo muy personal por ello aquí para ayudar a esta meditación relacionamos el salmo con las lecturas del domingo.

15 Su cólera dura un instante, su bondad de por vida. También lo podemos orar poniéndolo en boca de Pedro, que decía muy seguro: “no vacilaré jamás” pero que cuando el Señor “ocultó su rostro” en la Pasión, quedó desconcertado. Sin embargo, ahora ha sido rehabilitado por el Señor que lo ha constituido en pastor y jefe tras su triple profesión de amor, haciéndolo testigo cualificado de su resurrección, ya sin temor a los ultrajes, hasta dar la vida por Cristo. Nosotros también “patinamos” de vez en cuando. Nos sentimos seguros cuando todo nos va bien, pero no somos tan constantes en la adversidad, ¿sabemos reconocer como san Pedro nuestras caídas y volvernos al Señor con amor renovado?

16 Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre santo. Esto es a lo que se nos invita, y muestra de forma grandiosa, en la segunda lectura del libro del Apocalipsis. El gran cántico al Cordero degollado, a Cristo muerto y resucitado, el único digno de recibir todo honor y toda gloria. ¡Cada vez que celebramos la Eucaristía nos unimos al coro celestial! ¿Lo vivimos?

17 Oratio ¿Qué me hace decirle a Dios este salmo, la liturgia de este domingo? Te damos gracias, Señor, porque “al levantarte de la fosa” has cambiado nuestro luto en danzas, ¡la muerte ya no tiene la última palabra! Haz que, como san Pedro y los demás apóstoles, seamos testigos de tu Resurrección. Amén. ¡Aleluya!

18 «Alégrate, Jerusalén y haced fiesta todos los que amáis a Jesús, porque ha resucitado. Llenaos de alegría todos los que hacíais duelo. Pues el que fue ultrajado aquí ha sido devuelto de nuevo a la vida. Y así como la conmemoración de la cruz aportó algo de tristeza, así la feliz noticia de la resurrección debe alegrar a los aquí presentes. Que la pena se cambie en gozo, y el llanto en alegría; y que nuestra boca se llene de júbilo y de contento, por causa del que, después de su resurrección, dijo: Alegraos. » (S AN C IRILO DE J ERUSALÉN, Catequesis 14, 1)S AN C IRILO DE J ERUSALÉN Contemplatio Miro y me dejo mirar… En esto los Padres de la Iglesia son maestros…

19 Te ensalzaré, Señor, porque me has librado. Actio ¿Qué me hace vivir el Señor a partir de esta Palabra? Es el momento de la “obediencia de la Fe”…


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