La cultura Lo cultivado, en oposición a lo silvestre Un fenómeno que marca a todo hombre, grupo y sociedad. El hombre crea la cultura. Personal. Mi comportamiento depende de lo que he cultivado. Grupal. Actúo en relación con lo que el grupo aprueba. Social. Respondo al ambiente social en que me muevo. Global. Hay criterios de comportamiento que influyen a todos.
La cultura personal Cada uno tiene hábitos a los que puede llamar “suyos”. Ha conseguido habilida-des y una sensibilidad. Marca la personalidad de modo profundo. En necesaria para definir la identidad personal
La cultura grupal Interactuamos desde los usos y costumbres de un grupo. La cultura grupal se vive especialmente en la familia. Estos comportamientos se modifican por la participación en grupos.
La cultura social Es la cultura de las diversas regiones y estamentos sociales. La cultura social va variando con el tiempo. Se puede hablar, por ejemplo, de una cultura de la vida religiosa.
La cultura global Es la que nos influye más o menos a todos. Estamos inmersos en un ambiente cultural global. Es la cultura de nuestra época, marcada por el desarrollo técnico. Tiende a imponerse por los medios de comunicación social.
La cultura egocéntrica El centro de atención está en mi felicidad. La persona está preocupada casi exclusivamente por su realización. Elige buscando su propio beneficio, con carácter individualista.
La cultura antropocéntrica - altruista Orientación al tú y al servicio, con sentido ecológico y comunitario. La persona busca la realización de los demás y de sí mismo con ellos. Puede implicar una actitud oblativa.
La cultura teocéntrica - deísta Orientada hacia una ima-gen de Dios cambiante. Sincretista y ambigua. Búsqueda de la trascendencia en relación con valores. Elige lo que parece mejor desde la subjetividad.
La cultura cristocéntrica - trinitaria Unión personal con Dios a través de Jesucristo, Opta por valores evangélicos y revelados. Sentido a la vez testimonial y de tolerancia. Busca la trascendencia en el amor.
La cultura vocacional imposible La reconquista La adaptación El aislamiento El tradicionalismo
La reconquista Es la pretensión de volver a conquistar los espacios públicos. No renuncia a la cultura de cristiandad. Impone normas desde un estilo clericalista.
La adaptación Para no perder el terreno que aún se conserva, se adapta a las exigencias sociales. Satisface necesidades ajenas a los valores vocacionales. Fomenta la religiosidad ambigua.
El aislamiento La comunidad se repliega en un ámbito seguro y pobre. Se limita a acciones en su pequeño ámbito. Pierde totalmente la relevancia social.
El tradicionalismo Vuelta a las formas de otro tiempo, de manera rígida. Se subraya el folklore de la forma externa. Se pone más atención a las formas que a los valores de fondo.
La cultura vocacional posible Una propuesta Humilde y respetuosa Claramente espiritual Atenta a la solidez de la formación Pedagógica y gradual En el nivel grupal y social.
El estilo propositivo
Con humildad y respeto
Claramente espiritual
Atenta a la solidez de la formación
Pedagógica y gradual
En el nivel comunitario - social
La relevancia de una comunidad de fe La comunidad de fe no se hace verdaderamente relevante cuando busca situarse en un status social o económico. Su verdadera relevancia se consigue cuando muestra con transparencia los valores evangélicos y carismáticos que la caracterizan. Conviene que la comunidad educativa cultive la relevancia evangélica en algunos ámbitos u horizontes vocacionales
El ámbito de las familias Constituye el fundamento de la cultura vocacional
Los adolescentes y los jóvenes Ofrece un referente para la identificación
Los niños y pre-adolescentes Se introducen las primeras inquietudes vocacionales significativas
La comunidad educativa Aporta un cultivo directo de la vocación
La comunidad religiosa Aporta un referente de credibilidad