de LA ORACIÓN catequesis 3. LA ORACIÓN COMO DON Por favor, no toques el ratón
Uno de los dones más maravillosos que Dios nos ha concedido es la capacidad de orar.
La oración es uno de los actos más hondos, libres y difíciles del corazón.
«abrir el corazón» Es como Es bajar hasta la hondura de nuestra propia pequeñez, sin huir de ella y descubrir que allí precisamente , es donde Dios se nos hace presente.
La oración verdadera es un conocimiento de nuestra finitud, de nuestra necesidad, de nuestra apertura al cambio, de nuestra preparación para ser sorprendidos y colmados por los «rayos luminosos del amor».
La oración brota del deseo La oración brota del deseo. Pero tras todas las necesidades con las que nuestra situación en el mundo nos presiona, está omnipresente el deseo que brota de nuestra finitud.
En todo hombre hay un abismo infinito que solamente puede ser llenado por algo infinito e inmutable, es decir, solamente por Dios mismo.
Los niveles más profundos de oración emergen de este deseo interior, expresión de nuestra pobreza y grandeza. La oración más profunda es un perpetuo rendirse a Dios, un estar permanentemente de camino hacia él.
Es una necesidad apremiante del don de la oración. Debemos dejarnos llevar, hacernos completamente dependientes de su providencia. Es una necesidad apremiante del don de la oración.
El camino de la oración, tal como la vivió Jesús, nos enfrenta cara a cara con ese momento donde el vacío parece abrirse a una desesperación que se torna en perfecta esperanza.
Del abismo, y de una manera que no llegamos a comprender, surge el don misterioso del Espíritu enviado por Dios para hacer nuevas todas las cosas, para restaurar todas las cosas en Cristo.
El orante no debe ir en busca de experiencias extraordinarias, sino que debe luchar denodadamente por encontrar la pureza del corazón y dedicar todo su ser al amor y al servicio de Dios en sus hermanos y en la Iglesia.
http://www.granosdemaiz.com/