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CATEQUESIS DE LA ORACIÓN
19) la oración de la decisión Por favor, no toques el ratón
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Los tiempos de la vida íntima del hombre no son siempre iguales.
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Hay momentos vacíos en los que no logramos hacer que pase nada
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Y momentos llenos de vida interior en los que tienen lugar hechos y acciones que determinan el futuro para siempre o para un largo periodo.
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Son los momentos de la decisión
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En los momentos de la decisión el hombre es interrogado por la vida
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¡ Mejor dicho! Es interrogado por Dios
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Sobre si quiere decidirse, por la verdad o por el engaño, por la fidelidad al amor o por el instinto.
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Esta decisión siempre es una respuesta
a la pregunta que Dios nos dirige.
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Si las miradas de Dios y del hombre se encuentran
y el hombre es capaz de decir “SÍ” Podemos hablar de verdadera oración, ya que el hombre ha respondido al amor.
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es un tiempo de decisión.
La tentación es un tiempo de decisión.
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Cuando la tentación del placer, de la debilidad, de la cobardía, del odio, de la venganza, de la incredulidad, etc., se alza dentro de nosotros…
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Cuando la tentación del placer, de la debilidad, de la cobardía, del odio, de la venganza, de la incredulidad, etc., se alza dentro de nosotros…
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…el hombre debe correr a refugiarse en Dios, huir de su debilidad e ir a la fuerza de Dios para mendigar el amor, invocar al Espíritu Santo, implorar la eficacia de la cruz de Cristo, de la que saca el hombre valor para morir a sí mismo y abrazarse a la vida de la justicia y verdad de Dios.
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…el hombre debe correr a refugiarse en Dios, huir de su debilidad e ir a la fuerza de Dios para mendigar el amor, invocar al Espíritu Santo, implorar la eficacia de la cruz de Cristo, de la que saca el hombre valor para morir a sí mismo y abrazarse a la vida de la justicia y verdad de Dios.
16
En la tentación no ha de hablar el hombre con la tentación, sino con Dios, y hablar no sobre la tentación, sino hablar con Dios de Dios, de su gracia, de su amor y de su vida.
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Sólo el que ora aguantará la tentación, porque sólo por la oración recobra el hombre aquella santa simplicidad de los hijos de Dios.
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La tentación se convertirá entonces en una invitación del amor divino, y la respuesta a esta invitación se llama propiamente oración.
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