El consumo directo o la comercialización de la fauna proporciona a gran cantidad de familias un medio adicional para su subsistencia. Sin embargo la caza de subsistencia no se restringe a aquella realizada para el consumo del cazador o su familia, tal como la ley lo define, sino que incluye la venta de animales o partes que le permitan llenar otras necesidades vitales básicas.

El comercio legal actual se basa únicamente en la producción de 9 especies, que se adelantan en 81 zoo criaderos y 21 comercializadoras autorizadas (Información Ministerio del medio ambiente). Entre otras tenemos: Iguana, Babilla, caimán llanero. Los zoo criaderos en etapa comercial son tan solo 51 y comercializan únicamente cinco de las especies mencionadas.

En cuanto al comercio ilegal, este se presenta en diferentes ámbitos que van desde lo local- áreas selváticas o cercanas a hábitats naturales- hasta lo internacional. En ámbito local los Indígenas, colonos o campesinos venden la fauna silvestre a otras personas de su comunidad, de comunidades vecinas o a intermediarios y transportadores que llevan los productos a centros urbanos aledaños. Los decomisos los hace el personal de apoyo que según se ha comprobado, están capacitados para hacer reportes calificados. Aspectos tan claves como el nombre científico del animal decomisado se omite en la mayoría de las ocasiones y adicionalmente, no se hace una descripción del animal que permita su identificación posterior.

CONCLUSION: La nueva relación fauna y sociedad El aprovechamiento de productos animales nativos es una tradición, como en cualquier parte del mundo asociada con actividades de cacería existentes desde el inicio del poblamiento humano del territorio, que son el motor de desplazamientos y la principal fuente de proteína, lo cual permite la subsistencia de las poblaciones humanas y su crecimiento demográfico durante varios milenios. En nuestro país, la caza y la pesca figuran todavía como un sector oficial de la economía. Sin embargo, Colombia utilizó sus recursos faunísticos activamente hasta aproximadamente la década de 1970 y hoy en día, casi la totalidad de la población rural aún consume y aprovecha la fauna.

No siempre el uso de algunos recursos al menos lo que se refiere a su consumo, constituye una opción de conservación, por mas sostenible que se plantee en teoría como ha sido el caso de algunas pesqueras internacionales