Educar en la sinceridad

Ser sincero es una de las cualidades más importantes y valoradas. Ser sinceros consiste en no decir ni hacer lo contrario de lo que pensamos o creemos. Ser sincero es una de las cualidades más importantes y valoradas. La sinceridad es una virtud, necesita actitudes positivas para su crecimiento, no sólo debemos combatir las mentiras y los engaños, sino que debemos transmitir a los niños el amor a la verdad.

Cuando acusamos a un niño de mentiroso, debemos de ser cautos Cuando acusamos a un niño de mentiroso, debemos de ser cautos. Si nuestro hijo miente, no siempre lo hace con mala intención.

De 3 a 6 años Suelen confundir la realidad con la fantasía. Crean un mundo casi tan real como la vida. Su intención es inocente, no mienten con malicia.

A partir de los 6 años Mayor conciencia de la realidad, se dan cuenta que alterando la verdad pueden conseguir ciertos beneficios, empiezan a intentar engañarnos.

A partir de los 9 años Es más fácil que recurra a mentiras interesadas. Debemos hablar con nuestro hijo y explicarle la importancia y beneficios de la verdad, honradez y confianza.

Al llegar a la adolescencia Descubren que las mentiras pueden considerarse aceptables en algunas situaciones, mienten para proteger su privacidad o sentirse más libres

No debemos esperar a que nuestro hijo mienta en algo importante para comenzar a preocuparnos por educarlo en la virtud de la sinceridad

¿Por qué miente mi hijo?

Por padres muy exigentes: Pueden mentirnos para no defraudar nuestras expectativas.(“Papá, he sacado la nota más alta de la clase”) Por imitación: Suelen copiar el modelo que observan en casa.(“Si llaman de la oficina, di que no estoy”) Por miedo: La mejor manera de evitar un castigo o una reprimenda. El miedo a un castigo exagerado obliga al niño a mentir para escapar de él. (“Yo no he sido”)

Para ocultar un problema: Algunos adolescentes mienten frecuentemente para ocultar otros problemas más serios, como pueden ser: el sexo, las drogas, el alcohol o el juego. La mentira es un medio de defensa contra la intrusión de los padres en sus asuntos particulares. Para manipular a los demás: Se cree sus propias mentiras e intenta convencer también a los demás de que son verdad. Por soberbia: No quiere reconocer que se ha equivocado. Por su baja autoestima: No afronta la verdad o la realidad de lo que ha pasado.

Nuestra reacción frente a la mentira es determinante para su tratamiento. Debemos ser pacientes, sin olvidar ser firmes cuando tengamos que serlo. Intentar entender y comprender sus motivos y entenderla como una llamada de “auxilio” de nuestros hijos.

¿Cómo debemos comportarnos ante las mentiras de nuestro hijo?

Debemos averiguar por qué miente y qué le motiva a mentir. Favorecer la comunicación familiar. Demostrarle nuestro cariño incondicional por él. Ofrecerle modelos claros de sinceridad. Inculcarle el valor de la honestidad.

No ridiculizarle, ni exagerar nuestra reacción ante una mentira. Reaccionar con calma y paciencia, aunque mostrándonos firmes. Cuando nuestro hijo cuente la verdad, debemos felicitarle por su valentía. Demostrarle las ventajas de decir la verdad. Intentemos prevenir y tratar sus motivos y causas.

Conclusión Enseñemos a nuestros hijos, desde pequeños, el valor de la sinceridad; intentemos ser para ellos personas que hacen lo que dicen y dicen lo que hacen. Viviendo en familia un ambiente de confianza , serán de mayores comunicativos, seguros de si mismos, responsables y valientes; hombres y mujeres que sabrán enfrentarse a cualquier situación dando la cara .