4º Domingo Tiempo Ordinario- Ciclo A Al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo la boca les enseñaba. Mat. 5, 1-12
En las bienaventuranzas Jesús nos revela su propio ser y su misión, los valores que articulaban su doctrina y los valores que configuraban su opción de vida.
y ser sepultado en un sepulcro prestado. El que felicita a los pobres ha sido pobre hasta el punto de no tener donde reclinar su cabeza (Mt 8,20) y ser sepultado en un sepulcro prestado.
El que felicita a los mansos asegura no haber venido a imponer yugos pesados sino que se presenta como manso y humilde de corazón (Mt 11,29).
El que felicita a los que lloran, ha llorado también por su amigo Lázaro, por la dureza de Jerusalén y ante la entrega de su propia vida. (Jn 11, 35; Lc 19,41).
El que felicita a los misericordiosos muestra su compasión ante los enfermos y los que sufren (Lc 5, 13; 7, 13).
El que felicita a los que tienen hambre y sed de la justicia es el mismo que ha venido a encender un fuego en la tierra. (Lc 12,49)
El que felicita a los que trabajan por la paz hace de ella el legado que resume su tarea mesiánica. (Jn 14, 27).
El que felicita a los limpios de corazón, ve reconocida su sinceridad y limpieza por sus mismos adversarios. (Mt 22,16; Mc 12,14).
El que felicita a los perseguidos a causa de su fidelidad a la nueva justicia del Reino de Dios, ha sido él mismo perseguido en medio de su pueblo. (Mt 2,13)
Señor Jesús, en tu mensaje de las bienaventuranzas vemos un ideal universal y una llamada personal e intransferible para cada uno de nosotros. En tu palabra hemos descubierto la posibilidad de la salvación y la presencia cercana del Salvador. Bendito seas por siempre, Señor. Amén.
José Román Flecha Andrés Texto: EL CÁNTARO, Ciclo A –Editorial Monte Carmelo 2016 Presentación: Antonia Castro Panero