La poesía barroca.

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Transcripción de la presentación:

La poesía barroca

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Contexto histórico, social y cultural La poesía barroca Contexto histórico, social y cultural Situación política (la decadencia) Crisis económica y social Cultura y pensamiento Inseguridad y desasosiego Desengaño Actividad literaria ¿cambio o evolución? Retorcimiento de la forma La moral como actitud Poesía culta Góngora, Quevedo, Lope de Vega Formas métricas cultas Soneto, tercetos encadenados, octava real, lira, estancia… populares Glosa, villancico, letrilla, romance Tendencias estilísticas conceptismo gongorismo clasicismo

Temas y tendencias poéticas La tradición petrarquista El amor Divinización – sumisión – perfección física y espiritual Góngora, nos previene de sus efectos perniciosos Lope de Vega le da calor humano y biográfico Quevedo: eternidad y trascendencia El carpe diem Angustia y dramatismo (Ren-B) La naturaleza Menosprecio de corte y alabanza de aldea La mitología Elitismo intelectual Poesía ascético-moral Principios teocéntricos Estoicismo de Séneca Epicureísmo (aurea mediocritas) Poesía metafísica Quevedo y la muerte Poesía religiosa: la lírica devocional Poesía laudatoria y épica culta Poesía satírica y burlesca Humor corrosivo Censura moral Poesía popular: el romancero nuevo

De pura honestidad templo sagrado, Cuyo bello cimiento y gentil muro De blanco nácar y alabastro duro Fue por divina mano fabricado; Pequeña puerta de coral preciado, Claras lumbreras de mirar seguro, Que a la esmeralda fina el verde puro Habéis para viriles usurpado; Soberbio techo, cuyas cimbrias de oro Al claro sol, en cuanto en torno gira, Ornan de luz, coronan de belleza; Ídolo bello, a quien humilde adoro, Oye piadoso al que por ti suspira, Tus himnos canta, y tus virtudes reza.

Análisis de las figuras retóricas y estilísticas De pura honestidad templo sagrado, Cuyo bello cimiento y gentil muro De blanco nácar y alabastro duro Fue por divina mano fabricado; Pequeña puerta de coral preciado, Claras lumbreras de mirar seguro, Que a la esmeralda fina el verde puro Habéis para viriles usurpado; Soberbio techo, cuyas cimbrias de oro Al claro sol, en cuanto en torno gira, Ornan de luz, coronan de belleza; Ídolo bello, a quien humilde adoro, Oye piadoso al que por ti suspira, Tus himnos canta, y tus virtudes reza. hipérbaton Resalta “honestidad” Abundantes adj. Predomina lo visual bimembraciones equilibrio Predomina lo blanco 1ª estrofa Pocos verbos Poca acción Aliteración (v. 5) Alusión y elusión Estrofa 2ª: labios y ojos Vbos. en presente intemporalidad Alegoría religiosa 2º terceto prosopografía (excepto 2º terceto)

Cerrar podrá mis ojos la postrera sombra, que me llevaré el blanco día; y podrá desatar esta alma mía hora, a su afán ansioso linsojera; mas no de esotra parte en la ribera dejará la memoria en donde ardía; nadar sabe mi llama la agua fría, y perder el respeto a ley severa: Alma a quien todo un Dios prisión ha sido, venas que humor a tanto fuego han dado, medulas que han gloriosamente ardido, su cuerpo dejarán, no su cuidado; serán ceniza, mas tendrán sentido. Polvo serán, mas polvo enamorado.

Cerrar podrá mis ojos la postrera sombra, que me llevare el blanco día; y podrá desatar esta alma mía hora a su afán ansioso lisonjera; mas no de esotra parte en la ribera dejará la memoria en donde ardía; nadar sabe mi llama la agua fría, y perder el respeto a ley severa. Alma a quien todo un Dios prisión ha sido, venas que humor a tanto fuego han dado, medulas que han gloriosamente ardido, su cuerpo dejarán, no su cuidado; serán ceniza, mas tendrán sentido, polvo serán, mas polvo enamorado. Hipérbaton Metáforas para referirse a la muerte, que es percibida como liberación (pesimismo) Metáforas Amor = fuego (Petrarca) Muerte = agua (Manrique) UTILIZA LOS TÓPICOS CLÁSICOS PERO CON UN VALOR NUEVO Fuego = amor (metáfora clásica, pero Quevedo la lleva al extremo: el resultado son las cenizas)

La dulce boca que a gustar convida Un humor entre perlas distilado, Y a no invidiar aquel licor sagrado Que a Júpiter ministra el garzón de Ida, Amantes, no toquéis, si queréis vida; Porque entre un labio y otro colorado Amor está, de su veneno armado, Cual entre flor y flor sierpe escondida. No os engañen las rosas que a la Aurora Diréis que, aljofaradas y olorosas Se le cayeron del purpúreo seno; Manzanas son de Tántalo, y no rosas, Que pronto huyen del que incitan hora Y sólo del Amor queda el veneno.

Suelta mi manso, mayoral extraño, pues otro tienes de tu igual decoro, deja la prenda que en el alma adoro, perdida por tu bien y por mi daño. Ponle su esquila de labrado estaño, y no le engañen tus collares de oro, toma en albricias este blanco toro, que a las primeras hierbas cumple un año. Si pides señas, tiene el vellocino pardo, encrespado, y los ojuelos tiene como durmiendo en regalado sueño. Si piensas que no soy su dueño, Alcino, suelta, y verásle si a mi choza viene, que aun tienen sal las manos de su dueño.

Ilustre y hermosísima María, mientras se dejan ver a cualquier hora en tus mejillas la rosada aurora, Febo en tus ojos y, en tu frente, el día, y mientras con gentil descortesía mueve el viento la hebra voladora que la Arabia en sus venas atesora y el rico Tajo en sus arenas cría; antes que de la edad Febo eclipsado y el claro día vuelto en noche oscura, huya la Aurora del mortal nublado; antes que lo que hoy es rubio tesoro venza a la blanca nieve su blancura, goza, goza el color, la luz, el oro.

La mocedad del año, la ambiciosa vergüenza del jardín, el encarnado oloroso rubí, tiro abreviado, también del año presunción hermosa: la ostentación lozana de la rosa, deidad del campo, estrella del cercado, el almendro en su propria flor nevado, que anticiparse a los calores osa: reprensiones son, ¡oh Flora!, mudas de la hermosura y la soberbia humana, que a las leyes de flor está sujeta. Tu edad se pasará mientras lo dudas, de ayer te habrás de arrepentir mañana, y tarde, y con dolor, serás discreta.

Pura, encendida rosa, émula de la llama que sale con el día, ¿cómo naces tan llena de alegría si sabes que la edad que te da el cielo es apenas un breve y veloz vuelo, y ni valdrán las puntas de tu rama ni tu púrpura hermosa a detener un punto la ejecución del hado presurosa? El mismo cerco alado, que estoy viendo rïente, ya temo amortiguado, presto despojo de la llama ardiente. Para las hojas de tu crespo seno te dio Amor de sus alas blandas plumas, y oro de su cabello dio a tu frente. ¡Oh fiel imagen suya peregrina!

Bañote en su color sangre divina de la deidad que dieron las espumas; y esto, purpúrea flor, esto ¿no pudo hacer menos violento el rayo agudo? Róbate en una hora, róbate silencioso su ardimiento el color y el aliento. Tiendes aún no las alas abrasadas y ya vuelan al suelo desmayadas. Tan cerca, tan unida está al morir tu vida, que dudo si en sus lágrimas la Aurora mustia tu nacimiento o muerte llora.

Estése el cortesano Procurando a su gusto La blanda cama y el mejor sustento; Bese la ingrata mano Del poderoso injusto, Formando torres de esperanza al viento; Viva y muera sediento Por el honroso oficio, Y goce yo del suelo, Al aire, al sol y al hielo, Ocupado en mi rústico ejercicio; Que más vale pobreza En paz, que en guerra mísera riqueza. Ni temo al poderoso Ni al rico lisonjeo, Ni soy camaleón del que gobierna, Ni me tiene envidioso La ambición y deseo De ajena gloria ni de fama eterna; Carne sabrosa y tierna, Vino aromatizado, Pan blanco de aquel día, En prado, en fuente fría, Halla un pastor con hambre fatigado; Que el grande y el pequeño Somos iguales lo que dura el sueño.