DEFINICIÓN DEL JOVEN MISIONERO CLARETIANO JUCLA Centroamérica

Ser juventud de la familia1 claretiana2 es ser un misionero(a) del reino de Dios, que arde en caridad3 y que abrasa por donde pasa. Que desea eficazmente y procura por todos los medios4 encender al mundo en el fuego del divino amor. Nada le hace retroceder de su compromiso misionero; se goza en las necesidades; asume los trabajos; abraza los sacrificios; se complace en las calumnias; se alegra5 en los retos y nuevas exigencias; el sentido de su vida es la cruz de Jesucristo. Lo que guía su vida es buscar cómo seguirá e imitará a Jesús6 en orar7, en formarse8, en trabajar y arriesgarse en la lucha por la vida digna desde su realidad9; en procurar siempre y únicamente la mayor gloria de Dios y la salvación de todo lo creado10.

Inicio Comunidad-familia Padre Claret: “No podían menos que notar que nuestra casa era como una colmena, en que ya salían unos, ya entraban otros, según las disposiciones que les daba, y todos siempre contentos y alegres” Un buen seguidor de Jesús tiene sentido de pertenencia e identidad con su comunidad, pues no podemos seguirlo en soledad. Como familia claretiana sabemos que pese a los diferentes contextos sociales y culturales nos une un mismo Espíritu, quien nos configura con Jesús para ser misioneros al estilo de Claret.

Inicio Cordialidad Padre Claret: “Tener para con Dios corazón de hijo, para conmigo mismo corazón de juez y para con el prójimo corazón de madre” Tenemos como referencia especial para nuestro servicio misionero a María, la que encarnó el Evangelio y en cuyo corazón se formó Claret. María inspira nuestra relación con Dios y la acción hacia los demás, es modelo de misionero(a). Contemplar el corazón de María es vivir y convivir con corazón de madre, que cuida y protege, que acoge y comprende, que sirve y se compromete, que intercede y acompaña.

Caridad-Amor Padre Claret: “El amor de Cristo nos urge” Inicio Caridad-Amor Padre Claret: “El amor de Cristo nos urge” 2 Corintios 2,14: “Porque el amor de Cristo nos apremia al pensar que, si uno murió por todos, todos murieron” Darse a los demás desde la experiencia del amor de Dios es fundamental para el joven misionero: el amor oblativo. Así se inflama un corazón que arde en caridad, desde una experiencia basada en el amor al prójimo, ese amor de Dios que es gratuito; el amor con Espíritu; un amor sin fronteras que se materializa en el sentir con el otro y la disponibilidad para desinstalarse y ponerse en camino.

Imaginación-creatividad-dinamismo: Inicio Padre Claret: “Válganse de todos los medios para comunicar el Evangelio” Disposición que todo joven claretiano debe desarrollar al máximo para lograr llegar a ser itinerantes hasta en el cerebro. Utilizando principalmente las nuevas comunicaciones para evangelizar, sin olvidar el testimonio y la cercanía como vías para compartir la buena nueva de Jesús amigo y salvador.

Alegría-entusiasmo-carisma Inicio Alegría-entusiasmo-carisma Padre Claret: “Enamórense de Jesucristo y lo entenderán todo…” Al conocer y dejarse amar por Jesús, el joven claretiano no puede quedarse callado, la alegría de ser salvados, llamados y enviados lo invita a ser un joven normal con los jóvenes, a quienes ve como sus hermanos y hermanas. Ama al prójimo desde la experiencia gozosa del amor que nace del encuentro con Dios. La fuente permanente de su alegría y dinamismo es sentirse hijo en el corazón paterno-materno de Dios.

Humildad Padre Claret: “Hacer con otros lo que solo no puedo” Inicio Humildad Padre Claret: “Hacer con otros lo que solo no puedo” Nos conduce a la lealtad, la abnegación y la pureza; sabiendo reconocer nuestros límites y posibilidades para aceptar lo que somos como don de Dios; haciendo las cosas sin renegar y de la mejor manera posible y sin esperar nada a cambio. Es reconocer que necesitamos ayuda de nuestros prójimos para poder crecer y servir.

Inicio Oración-sacramentos Padre Claret: ”Que te conozca y te haga conocer, que te ame y te haga amar, que te sirva y te haga servir, que te alabe y te haga alabar” Fuente de sentido y fuerza de todo misionero. Nos conducen a salir de la superficialidad y nos lleva a buscar profundidad en nuestras vidas, el equilibrio y la integración personal. Son medios para acoger la gracia, pilares y caminos que nos llevan a ser contemplativos en acción. Fomentan la espiritualidad de servicio para la liberación, son fortaleza para actuar ante la realidad.

Inicio Formación Padre Claret: “Vos, Señor mío y Maestro mío, pusisteis mi corazón en la fragua de los santos Ejercicios espirituales y frecuencia de Sacramentos…” La formación, como un proceso integral, comunitario y personal, no puede faltar en la vida de todo joven misionero. Para ser jóvenes claretianos hay que formarse para la misión y así responder a los nuevos tiempos desde lo académico, cristiano, humano y social. Este proceso es un itinerario que va forjando “artesanalmente” las saetas misioneras enviada al mundo, especialmente a los jóvenes y a los más necesitados.

Inicio Misión-realista Padre Claret: “Yo soy como una saeta puesta en vuestra mano poderosa; arrojadme, Madre mía, con toda la fuerza de vuestro brazo” Ser discípulo y misionero; antes las adversidades actuales de la juventud que se susciten en un lugar concreto. Discerniendo las decisiones más oportunas y eficaces para cambiar las mismas. Es experimentar un verdadero encuentro con Dios en la otra persona; es saber actuar en misión compartida.

Interculturalidad Padre Claret: “Mi Espíritu es para todo el mundo” Inicio Interculturalidad Padre Claret: “Mi Espíritu es para todo el mundo” Monseñor Romero: “Para ser buenos cristianos hay que ser primero buenos humanos” Asumir que en la diversidad (cultural, espiritual, social, ideológica y carismática) se encuentra la riqueza de la humanidad. La diferencia no divide sino integra, es don de Dios. Aceptarnos desde nuestras diferencias nos ubica como parte de la creación y enviados a la defender la vida y el ambiente para el buen vivir y buen convivir.