LAS VIRTUDES EN LA VIDA MORAL

INTRODUCCIÓN La vida cristiana se fundamenta en una especial elección divina. Esa llamada es una gracia, un don inmerecido. Que tiene en la filiación divina adoptiva su cumbre y raíz. Hay que portarse como hijos obedientes: ser santos, porque nuestro Padre Dios es santo.

SAN JOSEMARÍA «No es la vida corriente y ordinaria, la que vive un hombre entre los demás ciudadanos, sus iguales, algo chato y sin relieve. Es en esas circunstancias donde el Señor quiere que se santifique la inmensa mayoría de sus hijos... »Dios nos llama a través de las incidencias de la vida de cada día, en el sufrimiento y en la alegría de las personas con las que convivimos, en los afanes humanos de nuestros compañeros, en las menudencias de la vida de familia. Dios nos llama también a través de los grandes problemas, conflictos y tareas que definen cada época histórica, atrayendo esfuerzos e ilusiones de gran parte de la humanidad» (Es Cristo que pasa, n. 110).

LA SANTIDAD, PLENITUD DE LA VIDA CRISTIANA La llamada divina a la santidad exige más que ser humanamente buenos. La santidad exige una adhesión pronta a la Voluntad divina. Empezar y volver a empezar cuantas veces sea necesario. Para algunos la santidad es algo inasequible, porque piensan sólo en aspectos llamativos: grandes pruebas, circunstancias extraordinarias, el martirio… «Ésta es la voluntad de Dios, su santificación» (1 Tes, 4, 3). Dios ha hecho posible que todas las almas aspiren a una vida cristiana plena, perfecta, derramando copiosamente sus dones.

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SAN JOSEMARÍA «Esa llamada promete al cristiano una vida difícil, arriesgada, en perpetua tensión. ¡Cómo ha sido desfigurado el cristianismo, cuando ha querido hacerse de él una vía cómoda! Pero también es una desfiguración de la verdad pensar que esa vida honda y seria, que conoce vivamente todos los obstáculos de la existencia humana, sea una vida de angustia, de opresión o de temor. »El cristiano es realista, con un realismo sobrenatural y humano, que advierte todos los matices de la vida: el dolor y la alegría, el sufrimiento propio y el ajeno, la certeza y la perplejidad, la generosidad y la tendencia al egoísmo. El cristiano conoce todo y se enfrenta con todo, lleno de entereza humana y de la fortaleza que recibe de Dios» (Es Cristo que pasa, n. 60).

NATURALEZA DE LAS VIRTUDES MORALES El Señor lleva a cabo su decreto santificador contando con la libertad del hombre. El orden sobrenatural levanta y perfecciona el natural. En la conducta moral se necesitan los auxilios sobrenaturales para participar de la vida divina. Y esos auxilios son eficaces cuando el hombre obedece a la gracia. La persona humana tiene la propiedad de que sus actos buenos se inscriban en el alma, dejen huella, en forma de hábito que perfecciona la naturaleza, la hace mejor. Esa es la virtud: lo que hace bueno a su poseedor y buena su obra.

NATURALEZA DE LAS VIRTUDES MORALES La virtud no es la simple disposición natural para comportarse de determinada manera. La verdadera virtud no es fruto del saber hacer, ni de la experiencia, ni de una elección ponderada para conseguir un bien. La virtud arraiga en el alma, perfeccionándola, cuando el hombre se ejercita en una tarea moral, con la intención puesta en el Bien, sin limitación alguna.

IMPORTANCIA DE LAS VIRTUDES EN LA VIDA MORAL La vida cristiana tiene como objetivo inmediato el desarrollo de las virtudes. Hay que “aprender a obrar el bien” (Isaías 1, 17). La virtud conduce al hombre hacia la perfección de vida. En esta tarea el hombre cuenta siempre con la ayuda de Dios. La gracia facilita el cultivo de las virtudes naturales e infunde unas virtudes sobrenaturales (infusas), que son regalo divino.

2 PEDRO, 1, 3-10 «Dios nos ha regalado los preciosos y más grandes bienes prometidos, para que por éstos lleguen a ser partícipes de la naturaleza divina, tras haber escapado de la corrupción que reina en el mundo a causa de la concupiscencia. »Por esa razón, ustedes deben poner de su parte todo esmero en añadir a su fe la virtud, a la virtud el conocimiento, al conocimiento la templanza, a la templanza la paciencia, a la paciencia la piedad, a la piedad el amor fraterno, al amor fraterno la caridad. Porque si tienen estas virtudes y crecen vigorosamente en ustedes, no quedarán inoperantes e infecundos en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Quien carezca de estas virtudes es tan ciego y miope que no puede ver, y ha echado en olvido que fue purificado de sus antiguos pecados. Por tanto, hermanos, pongan el mayor esmero en fortalecer su vocación y elección. Porque si se comportan de este modo, no tropezarán jamás».

IMPORTANCIA DE LAS VIRTUDES EN LA VIDA MORAL Las virtudes son un medio necesario para realizar la propia vocación, para llevar a cabo la misión que Dios nos da. Al mismo tiempo, son una realización de esa llamada. En cuanto que perfeccionan el alma a imagen del modelo perfecto, Nuestro Señor. Nos identifican con Él, despertando sus mismos sentimientos e imitando sus ejemplos. Hemos de rezar para que los sacerdotes se esmeren en crecer en virtudes para alcanzar plenamente esa identificación con Cristo

FUNCIÓN DE LAS VIRTUDES HUMANAS Las virtudes naturales constituyen como un punto de apoyo para las sobrenaturales. Es un error negar la bondad de estos hábitos operativos, así como despreciar su necesidad. El ser humano necesita relacionarse con el mundo que le rodea y la gracia eleva y perfecciona esa realidad, sin trastornar su íntima esencia.

FUNCIÓN DE LAS VIRTUDES HUMANAS El cristiano, lo mismo que los demás hombres, ha de esforzarse por vencer las dificultades y peligros para alcanzar el fin de su vocación. El bien no se impone a la voluntad ni es realizado sin esfuerzo. También debe moderar sus pasiones, para no desviarse del fin al que Dios le llama. Como vive en sociedad, debe vivir la justicia, dando a cada uno lo que le corresponde. Y debe ser prudente, para descubrir qué quiere Dios de él en cada momento.

FUNCIÓN DE LAS VIRTUDES HUMANAS Las virtudes humanas son particularmente importantes para el cristiano que debe santificar las cosas temporales y los deberes propios de su estado. Contribuyen a la perfección humana de las realidades que son la materia y ámbito de su vocación cristiana. El sacerdote debe esforzarse especialmente en crecer en la virtud, para poder cumplir eficazmente su ministerio.

SAN JOSEMARÍA «Las virtudes ayudan a realizar vuestro trabajo con perfección, a amar a Dios y a los hombres al poner amor en las cosas pequeñas de vuestra jornada habitual, descubriendo ese algo divino que en los detalles se encierra… »Os aseguro, hijos míos, que cuando un cristiano desempeña con amor lo más intrascendente de las acciones diarias, aquello rebosa de la trascendencia de Dios» (Conversaciones, n. 116).