La Sexualidad en el Nuevo Testamento

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Transcripción de la presentación:

La Sexualidad en el Nuevo Testamento ¿Es el cristianismo una religión misógina y homofóbica?

La teología del Nuevo Testamento en lo que respecta a la sexualidad humana, al igual que la del Antiguo Testamento, se halla históricamente condicionada.

Jesús se opuso enérgicamente a la reducción de la ley judía a lo meramente externo. Jesús interiorizó la ley. Para él, la moral era algo más que la mera observancia externa de unas Prescripciones legales (Mt 5,8).

No son los actos externos los que hacen impuro a un individuo, sino lo que procede del corazón (Mt 15,1-20). No sólo el acto, sino también la intención de adulterar es pecaminosa (Mt 5,27-28).

Jesús, luchó por los indefensos Jesús, luchó por los indefensos. Hizo suya la causa de los oprimidos y los despreciados. En este contexto se comprende perfectamente su actitud positiva ante las mujeres. Jesús se relacionó abiertamente con mujeres (Lc 8,2ss), se compadeció de ellas (Mc 1,29-31; 5,21-43; 7,24-30; Lc 7,11-17; 13,10-17), las mencionó en sus parábolas y recibió a algunas en el grupo de sus amigos íntimos (Lc 10,38-42; Jn 11). Nunca mostró rastros del común prejuicio antiguo que tenía a las mujeres por seres inferiores. No hay ninguna sentencia de Jesús que hable mal de las mujeres, tampoco las desprecio con su conducta o actitudes.

La postura igualitaria de Jesús con respecto a las mujeres y su preocupación por los oprimidos explican la actitud revolucionaria que adoptó en la cuestión del divorcio (Mc 10,2-12; Mt 5,31-32; 19,3-9; Lc 16,18), una de sus más características enseñanzas morales y de las que con mayor seguridad podemos atribuirle.

Cuando Jesús prohíbe el divorcio, lo que pretende es proteger a las mujeres frente a una posible explotación. Prohibió tratar a la mujer como una propiedad, de la que el varón podía deshacerse a voluntad, dejándola sin ningún apoyo económico. De este modo pudo Jesús romper la doble norma androcéntrica de la sociedad antigua.

Resumiendo: Jesús jamás despreció a nadie; ni a gentiles, ni a los niños, ni a las mujeres, ni a los enfermos, ni a los endemoniados, ni a los “homosexuales, ni a los ladrones, ni los publicanos … a nadie. Jesús dejó bien claro que la verdadera religión es la que no contiene el sacrificio del hombre: “misericordia quiero y no sacrificios”

Y san Pablo? San Pablo ha sido injustamente acusado de una antipatía muy helenística hacia el cuerpo y la sexua­lidad. Pero en lo referente al sexo, san Pablo se parecía mucho a les demás judíos de su época: el sexo es una realidad pertene­ciente a la creación, y en consecuencia es bueno (1 Cor 7,5).

Los griegos antiguos distinguían entre el amor y el placer sexual Los griegos antiguos distinguían entre el amor y el placer sexual. Su actitud ante el sexo pecaba de falta de personalismo: «Tenemos prostitutas para nuestro placer, concubinas para las necesidades cotidianas y esposas que eduquen a nuestros hijos legítimos y a las que se pueda confiar la guarda del hogar»

La prostitución se practicaba sin ningún freno en tiempos de san Pablo La prostitución se practicaba sin ningún freno en tiempos de san Pablo. Los casados y los solteros podían mantener relaciones carnales con esclavas y prostitutas sin remordimiento ni escándalo. Así mismo, ejercían la prostitución no sólo mujeres, sino (como veremos más adelante) hombres también. Hoy en día, sobre la calzada de Tlalpan y en otros lugares, quienes más ganan prostituyéndose son jóvenes varones y sus clientes no son precisamente mujeres…

El término griego que sirve para designar la prostitución (porneia) deriva de un verbo que significa «vender», aplicado especial-mente a los esclavos. las prostitutas griegas, antes de serlo, habían sido vendidas como esclavas. Si bien su significado original era limitado, el término se fue ampliando progresivamente hasta utilizarse para designar las relaciones extraconyugales como son el adulterio, la sodomía, el concubinato y hasta las relaciones carnales en general y sin más precisiones.

San Pablo hace uso del término «pasión», «deseo» o «codicia», expresando la palabra epithymia. Este término designaba originalmente el impuso hacía la comida, la satisfacción sexual o simplemente el deseo en general. En este sentido, epithymia también se usa en el Nuevo Testamento con relación al hambre (Lc 15,16), al anhelo (Lc 22,15) o incluso al deseo de escuchar la palabra de Dios (Mt 13,17). Sin embargo, por influjo de los estoicos, la pasión y el deseo asumieron connotaciones peyorativas. La indiferencia, el despego del mundo sensual, la apatheia pasaron a considerarse virtudes propias del verdadero filósofo. Se aconsejaba al sabio luchar contra sus pasiones, consideradas fuente del pecado.

San Pablo advierte contra la pasión del deseo (1 Tes 4,5) y resume los diez mandamientos en un simple «no codiciarás» (Rom 7,7; 13,9). La pasión en latín se traduce como “concupiscentia” y se presenta como la inclinación negativa que lleva al pecado (Rom 7,7ss).

En la mente de san Pablo, el libertinaje y la impureza están relacionados con la prostitución (Gál 5,19; 2 Cor 12,21) y aconseja no dejarse llevar por la pasión que lleva a la fornicación (1 Tes 4,5.7). Opuestas a la santidad cristiana (Rom 6,19; 2 Cor 12,21; 1 Tes 4,7), están la impureza y el libertinaje que se enumeran entre las obras que impiden la entrada en el reino de Dios (Gál 5,19.21). Vemos así que la impureza no queda restringida al ámbito de lo sexual; también puede darse en el plano de las motivaciones (1 Tes 2,3).

Se corre el peligro de interpretar erróneamente las advertencias de san Pablo contra las inclinaciones de la carne (Rom 8,6) y las obras de la carne (Gál 5,19). La palabra «carne» (sarx) no se refería sólo a los apetitos sexuales, sino que designaba todo a lo que nuestra naturaleza humana busca (lo temporal y efímero, débil, corruptible y mortal). San Pablo incluía entre los pecados de la carne no sólo la inmoralidad, la prostitución y el libertinaje sensual, sino también la envidia, los vicios, las bajas pasiones como la ira y el celo exagerado por la Ley mosaica.

La noción bíblica de carne abarca la totalidad de la persona humana con cuanto en ella supone corruptibilidad física y moral. Las alusiones de san Pablo a la carne no son en modo alguno sinónimas del cuerpo o su materialidad en cuanto que se oponen al alma, componente espiritual de la naturaleza humana. Esta lectura del dualismo platónico en las ideas bíblicas de carne y espíritu con­dujo en el pasado a una falsa noción ascética en que era despreciado el cuerpo y se identificaban la espiritualidad o la santidad con una repulsa del placer físico, incluyendo el placer sexual.

Pablo rechazaba la afirmación de aquellos ascetas celosas para los que el matrimonio era un pecado y que exigían a los casados una abstinencia completa de las relaciones sexuales (7,2-3). Si marido y mujer deciden de común acuerdo abstenerse del trato carnal para darse a la oración, deberá ser sólo por cierto tiempo (7,5). Reconociendo que una prolongada abstinencia puede llevar a la tentación, Pablo aconseja mantener regularmente relaciones car­nales dentro del matrimonio.

1 Corintios dice: 1 … bien le está al hombre abstenerse de mujer. 2 No obstante, por razón de la impureza, tenga cada hombre su mujer, y cada mujer su marido. 3 Que el marido dé a su mujer lo que debe y la mujer de igual modo a su marido. 4 No dispone la mujer de su cuerpo, sino el marido. Igualmente, el marido no dispone de su cuerpo, sino la mujer.

5 No os neguéis el uno al otro sino de mutuo acuerdo, por cierto tiempo, para daros a la oración; luego, volved a estar juntos, para que Satanás no os tiente por vuestra incontinencia. 6 Lo que os digo es una concesión, no un mandato. 7 Mi deseo sería que todos los hombres fueran como yo; mas cada cual tiene de Dios su gracia particular: unos de una manera, otros de otra. 8 No obstante, digo a los célibes y a las viudas: Bien les está quedarse como yo. 9 Pero si no pueden contenerse, que se casen; mejor es casarse que abrasarse. 10 En cuanto a los casados, les ordeno, no yo sino el Señor: que la mujer no se separe del marido, 11 mas en el caso de separarse, que no vuelva a casarse, o que se reconcilie con su marido, y que el marido no despida a su mujer.

Pero había otro valores que Pablo juzgaba de tanta importancia: En este pasaje reconoce Pablo lo que Jesús ha prohibido en cuanto al divorcio. Pablo aconseja a los cristianos de Corinto permanecer unidos a sus esposas. Pero había otro valores que Pablo juzgaba de tanta importancia: “cuando no les posible la convivencia pacífica, el matrimonio puede disolverse. No dice Pablo si en tales casos se ha de considerar permitido contraer un nuevo matrimonio pero lo da por supuesto.

La cuestión de la homosexualidad ha producido tantos sufrimientos y dolor que si uno puede decir algo que sirva de ayuda, o incluso sane las heridas, corre un riesgo. Hay muchas personas que creen que la homosexualidad supone una clara afrenta a las normas bíblicas. Y quienes son homosexuales se sienten traicionados por la Biblia.

¿Nos proporciona la Biblia alguna dirección en cuanto al tema de la homosexualidad? Sí, las escrituras son muy claras y directas al respecto: de principio a fin consideran la unión heterosexual como la intención divina para el sexo, y la práctica homosexual como una perversión del modelo dado por Dios. Tales pasajes sin embargo, son bastante claros en su repudio de dicha práctica. Lo que sucede es que los escritores bíblicos no entendían la distinción entre prácticas homosexuales y homosexuales, ni entre homosexuales y homosexualidad.

La simple atracción sexual hacia una persona del mismo sexo es algo muy diferente de la homosexualidad y tal atracción puede ser provocada por cosas como la aceptación, el afecto, la solicitud, y demás. Esto es bastante distinto de la verdadera homosexualidad. (a estas personas ahora se les distingue con el término “gay”. Son homosexuales las prácticas, bien sean realizadas por heterosexuales o gays.

De modo que lo que San Pablo condena no es a los gays, ni a los homosexuales, o quienes realizan prácticas homosexuales. Sólo condena dichas prácticas. Entre ellas estaban la pedofilia, la zoofilia, necrofilia, el incesto, la prostitución (con hombres o mujeres), la sodomía, etc. Veamos esto con más detenimiento …

Pablo rechaza como “homosexuales a: Quien va más allá de sus propios apetitos sexuales con el fin de entregarse a nuevos placeres carnales. personas que siendo heterosexuales se habían desviado a una conducta sexual que no estaba determinada por su propia naturaleza, abandonando voluntaria y conscientemente su heterosexualidad, y adoptando un estilo de vida homosexual por mera conveniencia o para derivar alguna clase de beneficios económicos o materiales o bien como parte de algún tipo de religiosidad, como en el caso de los prostitutos sagrados del Antiguo Testamento.

Si la orientación sexual del individuo es homosexual, el que exprese su sexualidad en armonía con su naturaleza no es “contra natura”, es decir, contrario a la naturaleza. Y, como bien sabemos, ciertos eclesiásticos, escriturarios y teólogos exigen precisamente eso de los homosexuales, que adopten una actitud contraria a lo que es natural en su caso. También estaría condenando a los amos que sometían y violaban a los esclavos y/o esclavas.

Ahora bien, la palabra homosexual no existía. Hay una tradición en las traducciones españolas de la Biblia, que asume que los términos, malakoì y arsenokôitai, se refieren a la homosexualidad cuando en realidad no son tal. El resto de los idiomas no traducen en esa forma. Traducen “ el hombre que se acuesta con otro hombre” no dicen si por dinero o no.

[...] Es muy lamentable que los revisores no hayan advertido o respetado la clara distinción que debe establecerse entre la condición homosexual (moralmente neutra) y las prácticas homosexuales. El uso del término ‘homosexual’ sugiere inevitablemente que el auténtico invertido, aunque sea un hombre de moral irreprochable, quede automáticamente tachado de inicuo y excluido del reino de Dios, como si fuese el más depravado de los pervertidos sexuales. (Sherwin Bailey , biblista)

Y tú … ¿qué piensas? …¿está mal?

James Alison, sacerdote católico expulsado de su congregación por declararse gay, dice que “muchos “homosexuales” no se aceptan a sí mismos y, como el endemoniado de Gerasa, se siguen despreciando, castigando y asesinando a sí mismos…” (Una fe más allá del resentimiento, fragmentos católicos en clav gay, Herder, p.187) ¿ Qué tenemos qué hacer nosotros como católicos ante este real y verdadera situación de tantos gays que viven entre nosotros?

¿ Soy cristiano u homofóbico, católico o misógino? ¿ Qué pienso yo, como católico, del machismo y del menosprecio a las mujeres que viven conmigo? ¿ Soy cristiano u homofóbico, católico o misógino? eltorocm@yahoo.com