1. Remontar el río de la propia historia para llegar a la fuente originaria del Carisma.
1.1 Llamadas de la iglesia
“ Hay que conocer por tanto, el espíritu de los Fundadores y los fines propios, lo mismo que las sanas tradiciones” (P.C. 2.b)
1.2 RESPUESTAS DE LA COMPAÑÍA:
Constituciones de: “… Se esfuerzan por beber en las fuentes las inspiraciones e intuiciones de sus Fundadores, para responder con fidelidad y disponibilidad siempre renovadas, a las necesidades de sus tiempos” Págs ) 2004 Págs
Realizaciones: Encuentros Vicencianos: Casa Madre y Provincias del mundo Estudios Vicencianos en diferentes países y lenguas. Creación de CIEV, CEME, CIEVI;
1.3 Historia Abierta en camino no t e r m i n a d o Integrada a la Historia de la Salvación Necesario conocerla para enfrentar el futuro con esperanza y creatividad.
“Vayamos a las fuentes”… para: 2.1 Reencontrar el primer brote de los orígenes. 2.2 Descubrir en los escritos de los fundadores su pensamiento original. 2.3 Afianzar el sentido de pertenencia. 2.4 Valorar el carisma como don del Espíritu Santo a la Iglesia.
2.5 Identificarnos progresivamente con el carisma de los fundadores. 2.6 Reconocer logros y dificultades 2.7 Fortalecer valores que se han debilitado o se han perdido 2.8 Estimular la revitalización del carisma y del espíritu.
La Historia no juzga, solo intenta comprender: motivos, valores, expectativa, realizaciones,
Los signos de los tiempos determinan formas de vivir el carisma y el carisma a su vez debe responder a los signos de los tiempos
Conocer la propia historia y las culturas en las que la Compañía ha tenido que encarnarse a lo largo del tiempo es necesario e indispensable para responder a los desafíos actuales del mundo y de la Iglesia. Conocer los aciertos y los errores nos sitúa en proceso de inculturación y revitalización.
La historia es maestra de la vida. Conocer una realidad humana implica: entrar en su historia, su desarrollo en el tiempo y el espacio.
“La historia es testigo de los tiempos, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de la vida, heraldo de la antigüedad”. (Cicerón)