Alejo Carpentier y la música Carpentier es primordialmente conocido como autor, pero fue también un importante musicólogo. La música era un elemento muy presente en su familia (su madre y su abuela tocaban el piano, y su padre era un violonchelista). Estudió teoría musical en el Liceo Jason de Sailly de París y en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana; era pianista.
Entró en los círculos musicales de la Capital francesa y colaboró con bastantes compositores en la realización de libretos y textos musicales: Ecue- Yamba-Ó (tragedia burlesca, música de M.F. Gaillard, 1928), Poèmes des Antilles: neuf chants sur les textes de A. Carpentier” música de M.F. Gaillard, 1929), Blue (poema, música de M.F. Gaillard), La Passion noire (música de M.F. Gaillard, 1932). Otra obra para voz y piano (aunque con la música del cubano A.G. Caturla), estrenada en París en 1929, es Dos poemas afrocubanos.
Conocía muy bien la música clásica internacional, y escribió mucho sobre compositores europeos de fama mundial. En efecto Carpentier fue un excelente crítico musical. En 1946, redacta el ensayo La música en Cuba, en en que expresa su opinión y pasión por el tema. En 1980, el ensayo junto con otros artículos, biografías y análisis, fue publicado por la Editorial Letras Cubanas con el título Ese músico que llevo dentro. En 1987 fue incluído en Obras completas (Siglo XXI Editores).
La música en Cuba: obra publicada por “El fondo de cultura económica” en 1946, cuando aún el autor vivía en Venezuela. Este ensayo de unas 400 páginas, hace un recorrido por diferentes momentos políticos, culturales y biográficos, que permiten reconstruir muy pormenorizadamente los hechos fundamentales de la riquísima cultura musical cubana. Entre las biografías de importantes músicos europeos, encontramos las de Stravinskji, Wagner, Mozart, Haydn, Strauss y Debussy.
Para Carpentier, quien defiende el mestizaje latinoamericano, la prolífera cultura musical de Cuba es el resultado de la aportación del criollo, independientemente de sus orígenes europeos, africanos o nativos, oponiéndose de tal manera a la idea del compositor Eduardo Sánchez de Fuentes según el cual “los negros no habían aportado nada a la cultura. Para él (...) toda música cubana se originaba en un rito indio más bien mítico llamado areíto”.
Carpentier subraya, junto con otras determinantes fundamentales, la importancia de la geografía en el intercambio cultural. Además destaca el papel creativo que, para la música cubana, juegan los artistas criollos que viven o transitan en algún momento por la Isla: Esteban Salas (primero compositor cubano), Antonio Raffellin, Nicolás Ruiz Espadero (el compositor cubano más conocido en Europa en su tiempo), Luis Gottschalk, o Ignacio Cervantes, entre otros.
En las últimas páginas del ensayo, Carpentier nos aclara los términos y los resultados del afrocubanismo, presentando también los éxiitos de dos jóvenes compositores: Alejandro García Caturla y Amadeo Roldán. Ellos fueron los que colaboraron con el autor para rescatar la vera esencia cubana en la música de la isla, y para recuperar el patrimonio criollo afrocubano, interpretado como un conjunto de elementos africanos casi puros, conservados en la isla aunque no aún manifiestos.
Algunas informaciones sobre “Concierto barroco”, 1974: Publicada en 1974, es una novela corta de Alejo Carpentier en la que nos expone su visión acerca de la mezcla de culturas en Hispanoamérica. Empapada de sentido del humor, la historia gira en torno a la puesta en escena de “Montezuma”, una ópera de Antonio Vivaldi, estrenada en el teatro Sant`Angelo de Venecia en el otoño de 1733, en la cual se narra la derrota de Moctezuma por las fuerzas españolas capitaneadas por Hernán Cortés. La música, una de las grandes pasiones de Carpentier, no sólo articula la trama y le sirve de medio y vehículo, sino que adquiere un papel casi demiúrgico, como lenguaje que funde en una misma realidad tiempos y espacios, y hace confluir en ella, a maestros antiguos y modernos de uno y otro lado del Atlántico.