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Domingo 22º del tiempo ordinario

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Presentación del tema: "Domingo 22º del tiempo ordinario"— Transcripción de la presentación:

1 Domingo 22º del tiempo ordinario
Día 31 de Agosto de 2014 Ciclo A

2 Hoy se lee la continuación
El domingo pasado considerábamos el momento en que Jesús promete a san Pedro el primado o principal responsabilidad en la Iglesia. Ello era porque san Pedro había tenido la valentía, inspirado por Dios, de proclamar que Jesús es el Mesías. Hoy se lee la continuación

3 En el evangelio de hoy, que es continuación del domingo anterior aparece un gran contraste. Jesús había alabado a san Pedro porque había hablado bajo la inspiración de Dios. Hoy Pedro merece una repulsa de parte de Jesús, porque, hablando con criterios humanos, hace de tentador contra los planes de Jesús.

4 Veamos lo que dice hoy el evangelio:
San Pedro, como humano que era, no comprendía el significado que Jesús daba al ministerio del Mesías. Pedro tenía un gran amor a Jesús; pero creía que, como Mesías que era, debía triunfar de modo material y ser rey al estilo de los grandes de la tierra. Veamos lo que dice hoy el evangelio:

5 En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.» Jesús se volvió y dijo a Pedro: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios.» Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta.»

6 San Pedro había tenido una inspiración divina y, bajo esa inspiración, había dicho a Jesús: “Tu eres el Mesías”. Y Jesús comienza a explicarles qué es ser Mesías según Él. Ser Mesías consiste en servir, entregarse por el bien de los demás hasta llegar a la muerte.

7 También les dijo Jesús a los apóstoles que el final del Mesías no sería la muerte, sino la resurrección. Pero esto les era mucho más difícil entenderlo. Por eso san Pedro, quedándose sólo con lo de la muerte y pensando ya como humano, le dice a Jesús que eso no puede pasarle a Él.

8 Esta actitud de san Pedro era una tentación para Jesús
Esta actitud de san Pedro era una tentación para Jesús. Él había venido para salvarnos viviendo con nosotros en la pobreza y en el servicio por amor. San Pedro aquí hace de tentador mostrando a Jesús el camino del triunfo humano. Y Jesús debe rechazar la tentación como rechazó la tentación del demonio cuando estaba en el desierto.

9 En nuestra vida nosotros tenemos muchas tentaciones de muchas clases y hacia todo tipo de vicios. Continuas son las tentaciones de orgullo, vanidad, soberbia, egoísmo. Tentaciones que provienen de nuestra inclinación al mal. Por eso debemos pedir al Señor que no nos deje caer en la tentación y nos libre del mal, como rezamos en el padrenuestro

10 No nos dejes caer; Automático

11 No nos dejes caer en la tentación

12 Y líbranos del mal.

13 Líbranos del mal. Hacer CLICK

14 Después de decirles Jesús cómo debe ser el Mesías, sacrificado por el bien de todos, les dice y nos dice a nosotros qué debemos hacer si queremos ser discípulos suyos. Lo primero que pide es que quien quiera ir con Él debe “negarse a sí mismo”.

15 Negarse a sí mismo es poner en primer lugar la voluntad de Dios, por encima de la nuestra. Es transformar la mente para transformar la voluntad y seguir la voluntad de Dios. Para ello se requiere una verdadera conversión.

16 Y como Jesús va a lo práctico, él se pone como modelo: debemos seguirle. Los evangelios acentúan este caminar de Jesús por delante en lo físico simbolizando el ir por delante en el espíritu.

17 Debemos seguir a Jesús cargando con nuestras cruces
Debemos seguir a Jesús cargando con nuestras cruces. Cruces todos tenemos en la vida y todos cargamos nuestra cruz. La diferencia esta en cargarla siguiendo a Jesús o no. Siguiendo a Jesús significa cargarla con amor hacia Dios y hacia los demás; cargarla siguiendo haciendo el bien a todos.

18 Y continúa Jesús diciendo unas palabras un poco enigmáticas: “Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará.” A veces nos parecen muy raras y hasta contradictorias porque damos diferente sentido a vida, a pérdida y a ganancia. Por eso debemos sentir muy en el fondo del corazón estas palabras de Jesús:

19 Si amas tu vida la perderás,
Automático

20 Y si la aborreces te salvarás.

21 Si quieres seguirme ven,

22 pero negando tu cuerpo.

23 Toma contigo tu cruz

24 y, en ti, estoy viviendo.

25 Si amas tu vida la perderás,

26 y si la aborreces

27 te salva-rás. Hacer CLICK

28 Algunas veces se presenta todo esto como si el cristiano buscase el dolor por el dolor, lo que se llama ser masoquista, como si negase la realización del bien. El cristiano carga con la cruz de su deber negando su egoísmo, porque imita a Jesús, que siendo Dios, se hizo hombre, tomando la forma de siervo, hasta morir en cruz.

29 Esto va en contra de lo que piensa la mayoría de la gente que busca el menor esfuerzo, la comodidad, el placer, el egocentrismo, el poder y el dinero. El hecho es que quien sigue a Jesús busca la felicidad, porque Dios quiere que aspiremos a la felicidad, una felicidad sólida y eterna.

30 Lo malo es cuando se pone el punto de mira para la felicidad en los valores que se pasan y no nos fijamos en los bienes que perduran. La negación cristiana no es un cruzarse de brazos ante el dolor propio o ajeno, sino en buscar la cruz, pero haciendo el bien a los demás.

31 Cuando uno sigue las enseñanzas de Jesús podrá concluir como decía san Pablo que hay mayor felicidad en dar que en recibir; y que ganar la vida de manera egoísta es echarla a perder. Esto es porque estamos hechos para amar.

32 Y en realidad, si consideramos nuestra vida de una manera global, eterna, sí que podemos decir lo que hoy nos enseña Jesús: “¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida?” Esta frase bien meditada y practicada ha hecho santos. Recordamos a san Ignacio de Loyola repitiéndosela a quien sería san Francisco Javier.

33 Todo lo ha hecho Dios, todo lo ha creado
Todo lo ha hecho Dios, todo lo ha creado. Lo que recibimos todo debe volver a Él. No es que tengamos que hacer grandes cosas, sino cumplir con nuestras obligaciones de cada día, encontrar al Señor en la familia, en el amor a los demás con la paz. Esto tendrá repercusión eterna. Todo lo demás ¿Qué me importa?

34 Todo lo que veo Tu lo has creado,
Automático

35 todo lo que existe lo has hecho, Señor,

36 para que consiga vivir a tu lado

37 y darte las gracias por tu gran amor.

38 ¿Qué me importa ganar todo el mundo

39 y aunque todo lo tenga, Señor,

40 que estoy separado de tu gran amor?
si al final del camino me encuentro que estoy separado de tu gran amor?

41 ¿Qué me importa ganar todo el mundo

42 y aunque todo lo tenga, Señor,

43 si al final del camino me encuentro

44 que lo tengo todo menos tu amor?
Hacer CLICK

45 Cuando uno es valiente de verdad y le da a Dios todo lo que ha recibido, Dios le va exigiendo más, no porque Dios sea malo, que es el Padre más bueno que podemos pensar, sino porque nos quiere dar más. Hoy en la 1ª lectura se nos presenta un caso maravilloso del antiguo testamento, el del profeta Jeremías, que para muchos es el personaje más parecido a Jesucristo.

46 Dios llamó a Jeremías desde joven y él se entregó a la llamada de Dios
Dios llamó a Jeremías desde joven y él se entregó a la llamada de Dios. Se entregó de una manera total, de modo que para vivir de una manera más total esa entrega decidió vivir en celibato, sin mujer e hijos. Pero Dios le iba pidiendo más; claro que para luego darle más.

47 Llega un momento terrible en la vida del profeta que por seguir la inspiración de Dios, debe ir contra todas las instituciones de los que gobernaban. Y en cierto sentido también contra el pueblo, pues tenía que profetizar maldades para ese pueblo. Y la gente lo que quería es que profetizase cosas buenas. Y le hicieron la vida imposible.

48 Entonces Jeremías, que seguía confiando en Dios, le gritaba diciendo: “Señor, ya no quiero vivir más”. Pero sentía que la palabra de Dios estaba en su alma, que le comía y que era como un fuego ardiente en sus entrañas. Y así lo leemos hoy en la 1ª lectura:

49 Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste y me pudiste
Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste y me pudiste. Yo era el hazmerreir todo el día, todos se burlaban de mi. Siempre que hablo tengo que gritar: «Violencia», proclamando: «Destrucción.» La palabra del Señor se volvió para mí oprobio y desprecio todo el día. Me dije: «No me acordaré de él, no hablaré más en su nombre»; pero ella era en mis entrañas fuego ardiente, encerrado en los huesos; intentaba contenerlo, y no podía.   Jr 20, 7-9

50 Jeremías siente quizá más que ningún otro profeta la responsabilidad de ser oráculo de Dios.
Nunca trata de evadir esta gran responsabilidad, como se ve en otros, por ejemplo en Jonás. Confía en Dios, porque sabe que Dios está con él; pero ante la gran dificultad le dice a Dios: “Me sedujiste”, pero no en un sentido de atracción como seducción.

51 El “me sedujiste” de Jeremías es como el de una muchacha que es “seducida”, arrastrada hacia el mal con lisonjas y engaños, que es rodeada de trampas aprovechándose de su ingenuidad. En este sentido gritaba el profeta a Dios: Señor, tu me has seducido o fascinado, pero me has engañado, te has aprovechado de mi. Has conseguido lo que querías y después me has abandonado exponiéndome al desprecio de todos.

52 Era como la “noche oscura” de los santos
Era como la “noche oscura” de los santos. Podemos decir aquí también que “Dios aprieta, pero no ahoga”. Dios sabe a quién le puede apretar más para luego darle mucho más. En algunos momentos de la vida tendremos que gritar a Dios y quizá decirle como Jeremías:

53 Me sedujiste, Señor, me sedujiste. Automático

54 Eras más fuerte que yo y me venciste.

55 Por tu palabra se ríen de mi;

56 soy objeto de burlas por Ti,

57 pues tengo que gritar así:

58 Me sedujiste, Señor, me sedujiste,

59 Eras más fuerte que yo y me venciste.
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60 Jeremías nunca ponía dudas de que había sido llamado por Dios
Jeremías nunca ponía dudas de que había sido llamado por Dios. Y buscaba cada vez servirle mejor. Ojalá nosotros sintamos esos deseos de buscar la verdadera palabra del Señor y que lleguemos a entregarle todo nuestro ser.

61 Hay personas que, cuando se habla de entregar nuestro ser al Señor para que Él disponga según su voluntad, tienen cierto miedo como si Dios nos fuese a llenar de desgracias. No piensan en que Dios es la misma bondad. Dios es Padre y Madre. Y si uno le da todo, como los santos, Dios nos dará inmensamente mucho más.

62 Hoy el evangelio termina diciendo que Jesús pagará a cada uno según su conducta.
Esto significa felicidad, si la conducta ha sido buena. Y no sólo para el cielo, que es muy cierto y definitivo, sino ahora aunque a veces es difícil verlo. Dios siempre es bueno, necesariamente bueno, y es justo con quien practica la justicia.

63 Vamos a terminar con el salmo responsorial, que es una respuesta meditada a la 1ª lectura. La solución a los problemas espirituales no está tanto en “quitar el mal” cuanto en “poner mayor bien”. Si creemos que Dios nos abandona acojámonos más a Él.

64 Y si pensamos que la palabra de Dios se nos hace vacía y no nos dice nada, o que Jesús parece que se esconde, deseémosle con tal ansia como cuando uno tiene una gran sed. Esto es lo que significa negarse a sí mismo y cargar con la cruz siguiendo a Jesús.

65 Mi alma está sedienta de Ti, Señor Dios mío.
Automático

66 Oh Dios, tu eres mi Dios, por ti madrugo;

67 mi alma está sedienta de Ti,

68 Mi carne tiene ansia de Ti,

69 como tierra reseca, agostada, sin agua.

70 Mi alma está sedienta de Ti, Señor Dios mío.

71 Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote.

72 Me saciaré como de enjundia y de manteca;

73 y mis labios te alabarán jubilosos.

74 Mi alma está sedienta de Ti, Señor Dios mío.

75 A imitación de María, la Madre.
AMÉN


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