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Ciclo B Domingo IV del Tiempo de Cuaresma «Dios mandó su Hijo al mundo para que el mundo se salve por él»

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Presentación del tema: "Ciclo B Domingo IV del Tiempo de Cuaresma «Dios mandó su Hijo al mundo para que el mundo se salve por él»"— Transcripción de la presentación:

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2 Ciclo B Domingo IV del Tiempo de Cuaresma «Dios mandó su Hijo al mundo para que el mundo se salve por él»

3 14 Todos los jefes de Judá, los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, imitando todas las abominaciones de los paganos, y contaminaron el Templo que el Señor había consagrado en Jerusalén. 15 El Señor, el Dios de sus padres, les llamó la atención constantemente por medio de sus mensajeros, porque tenía compasión de su pueblo y de su Morada. 16 Pero ellos escarnecían a los mensajeros de Dios, despreciaban sus palabras y ponían en ridículo a sus profetas, hasta que la ira del Señor contra su pueblo subió a tal punto, que ya no hubo más remedio. 19 Ellos quemaron la Casa de Dios, demolieron las murallas de Jerusalén, prendieron fuego a todos sus palacios y destruyeron todos sus objetos preciosos. Primera Lectura - II Crónicas 36,14-16.19-23 20 Nabucodonosor deportó a Babilonia a los que habían escapado de la espada y estos se convirtieron en esclavos del rey y de sus hijos hasta el advenimiento del reino persa.

4 21 Así se cumplió la palabra del Señor, pronunciada por Jeremías: «La tierra descansó durante todo el tiempo de la desolación, hasta pagar la deuda de todos sus sábados, hasta que se cumplieron setenta años». 22 En el primer año del reinado de Ciro, rey de Persia, para se cumpliera la palabra del Señor pronunciada por Jeremías, el Señor despertó el espíritu de Ciro, el rey de Persia, y este mandó proclamar de vida voz y por escrito en todo su reino: 23 «Así habla Ciro, rey de Persia: El Señor, el Dios del cielo, me ha dado todos los reinos de la tierra y él me ha encargado que le edifique una Casa en Jerusalén, de Judá. Si alguno de ustedes pertenece a ese pueblo, ¡que el Señor, su Dios, lo acompañe y que suba...!». Palabra de Dios Te alabamos Señor

5 «La ira y la misericordia del Señor se manifiestan en la deportación y en la liberación del pueblo» Los libros de las Crónicas pertenecen al género histórico. Aparecen las hazañas de los reyes del Reino del norte y el Reino del sur con sus buenas y malas obras. Pero sobre todo, la mano de Dios que premia y castiga. El autor contempla la ruina sufrida con la destrucción de Jerusalén y la vuelta del desierto.

6 El autor considera merecida la catástrofe: infidelidad a Dios. Los dirigentes, y con ellos el pueblo todo, obraron el mal a los ojos de Dios: impiedades, injusticias, idolatrías… Dios les había venido avisando repetidas veces por sus mensajeros los profetas. Lejos de obedecer, se mofaron de él. Primer tema: la ruina de Judá. Nabucodonosor arrasó la ciudad santa, arrojó en prisión al rey, se incautó de lo mejor del reino y deportó lejos del país al pueblo santo de Dios. La fe se quedó tambaleando: las instituciones más queridas y sagradas yacían por tierra inculcadas por el invasor.

7 El que llevó al pueblo al destierro, lo trae de nuevo al país. Dios otorga la gracia. Nueva ciudad, nuevo templo, nueva nación. El pueblo, purificado y educado, dócil y sumiso, debe seguir de nuevo a su Dios. Dios lo llevará hasta los confines del mundo. Dios es un Dios de esperanza y perdón. Segundo tema: la vuelta del desierto. Aunque el pueblo se ha mostrado infiel a Dios, éste, no obstante, no aparta para siempre su mano salvadora. El hombre no podrá romper el plan de salvación. La bendición de Dios, prometida en Abrahán, descansará sobre los descendientes de aquella generación. El Dios que anuncia el castigo, promulga el perdón.

8 1 Junto a los ríos de Babilonia, nos sentábamos a llorar, acordándonos de Sión. 2 En los sauces de las orillas teníamos colgadas nuestras cítaras. 3 Allí nuestros carceleros nos pedían cantos, y nuestros opresores, alegría: «¡Canten para nosotros un canto de Sión!». 4 ¿Cómo podíamos cantar un canto del Señor en tierra extranjera? 5 Si me olvidara de ti, Jerusalén, que se paralice mi mano derecha; 6 que la lengua se me pegue al paladar si no me acordara de ti, si no pusiera a Jerusalén por encima de todas mis alegrías. Salmo 137(136) 1-2.3.4-5.6

9 «Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti» Para los judíos, la tierra patria era la única tierra sagrada del orbe, porque en ella tenía su morada el Dios de Israel. Todos los otros territorios resultaban profanos para su cerrada concepción religiosa nacionalista. Por eso, la ausencia de la tierra santa les producía una nostalgia irreprimible.

10 Desde el punto de vista literario, este salmo es considerado como una de las perlas del Salterio. En general, predomina el tono elegiaco, aunque al final se impone el acento imprecatorio. Los autores antiguos más bien lo relacionaban con Jeremías, comparándolo con sus trenos. El salmista se considera morando en las tierras del opresor babilónico, y, por eso, su lengua enmudece en espera de poder reanudar las alabanzas de Yahvé en la tierra sagrada de sus antepasados.

11 4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, 5 precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo –¡ustedes han sido salvados gratuitamente!– 6 y con Cristo Jesús nos resucitó y nos hizo reinar con él en el cielo. 7 Así, Dios ha querido demostrar a los tiempos futuros la inmensa riqueza de su gracia por el amor que nos tiene en Cristo Jesús. 8 Porque ustedes han sido salvados por su gracia, mediante la fe. Esto no proviene de ustedes, sino que es un don de Dios; 9 y no es el resultado de las obras, para que nadie se gloríe. 10 Nosotros somos creación suya: fuimos creados en Cristo Jesús, a fin de realizar aquellas buenas obras, que Dios preparó de antemano para que las practicáramos. Palabra de Dios Te alabamos Señor Segunda Lectura - Efesios 2,4-10

12 «Estando muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo» Dios se ha mostrado misericordioso, lleno de gracia y de bondad. Reparte magnánimo los dones de su riqueza. El nos ha hecho. De él es la iniciativa. Y la iniciativa es de amor.

13 La obra de Dios se realiza en Cristo. En él su misericordia, su amor, sus dones de su riqueza infinita, en él al salvación. El él la nueva creación. En él somos y nos movemos. Nada fuera de Cristo. El misterio de Cristo que muere y resucita determina el don de Dios en nosotros. La Obra de Dios es Cristo. Ese don es vida, resurrección, exaltación. Éramos muertos, somos vivos en Cristo. La fe juega un papel muy importante en esta nueva creación. No es merecimiento, es obra de Dios en Cristo. A nosotros nos toca practicar las obras buenas que él determinó practicásemos

14 14 De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, 15 para que todos los que creen en él tengan Vida eterna. 16 Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. 17 Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. 18 El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. 19 En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. 20 Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas. 21 En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios». Lectura del Santo Evangelio - Juan 3,14-21 Palabra de DiosGloria a Ti, Señor Jesús

15 «Dios mandó su Hijo al mundo para que el mundo se salve por él» Jesús da brevemente a Nicodemo una verdadera instrucción sobre el bautismo. Hay que nacer de nuevo; hay que nacer de arriba: hay que nacer del agua y del Espíritu. El bautismo nos confiere una vida nueva: la Vida. Y es en Cristo Jesús. La eficacia de los sacramentos brota del Verbo Encarnado, muerto y resucitado por nosotros.

16 La misma crucifixión es ya glorificación. Es frecuente este modo de ver en Juan. Las particularidades de la vida de Jesús -acontecimientos, palabras, «signos»- revelan el misterio de su persona. El Hijo del Hombre debe ser «elevado»: para la salvación de los hombres. El sentido de la palabra «elevado» es doble, físico y espiritual. Se alude a la muerte en cruz (elevación física), a través de la cual Jesús es glorificado (elevación espiritual).

17 La acción de Dios, en sí amorosa y universal. Se hace imprescindible la fe: la adhesión total a Jesús, A su mensaje, a su obra. Las buenas obras son expresión de la fe. Se trata de una adhesión viva y vital. La infidelidad y la falta de buenas obras acarrean al hombre la condenación. La condenación se la dictamina uno a sí mismo. Todo obedece a una admirable disposición divina que nace del gran amor que Dios tiene a los hombres. Dios entrega a su Único para que los hombres tengan «vida», y la tengan en abundancia. Jesús ha venido para salvar. El juicio, no será otra cosa que el rechazo del amor que Dios nos ofrece.

18 La Verdad y la Luz destruyen la mentira y las tinieblas que puede haber en los hombres. Luz y Verdad es la presencia operante y salvífica del Hijo en los hombres: la presencia de Dios a través del Hijo. En él somos «hijos de Dios». Quien no se acerca a Jesús, se encierra en las tinieblas y vive en la mentira. Prefiere obrar al margen de Dios: en contra de Dios. Y obrar al margen de Dios es caer en la muerte. Dios es la Luz. Jesús es la Luz, que viene a este mundo. Luz son también, los que a él se arriman y le siguen. Los que creen en él y obran la verdad. El que obra la «verdad» y sigue a la «luz», se hace hijo de la Verdad e hijo de la Luz.

19 Gracias Señor por tu Palabra purificadora, que ilumina, alimenta, enriquece, alegra, consuela y compromete. Concédenos vivir conforme a ella.

20 TE MIRO, SEÑOR Y no salgo de mi asombro; viniste pequeño en Belén, y te empeñas en humillarte para subir, rebajándote de nuevo, a la crudeza de un madero. TE MIRO, SEÑOR Y admiro la belleza de tu amor; tan universal y tan gigante, tan caritativo y desprendido, tan cierto y tan nítido ¿Dónde el secreto de tu generosidad? TE MIRO, SEÑOR Y comprendo que el mundo te necesita que no vamos bien si no te miramos que, a la vuelta de la esquina, nos abandona tanto absurdo que ensalzamos. TE MIRO, SEÑOR Y la oscuridad se convierte en torrente de luz La duda en profesión de fe. La tiniebla en rayo de sol. El fracaso aparente, en amor redentor. TE MIRO, SEÑOR Eres estandarte del amor verdadero. Eres árbol en el que se clavan nuestras miserias. Eres salud que sana a todo enfermo que te mira. Eres fortaleza para el débil que te suplica. TE MIRO, SEÑOR Y compruebo que eres lo que siempre me dijeron: Amor sin farsa. Amor sin tregua. Amor que se da y se entrega. Amor que sólo sabe eso…salvar al hombre. Amén. Oración: P. Javier Leoz

21 Los archivos del mes los puedes descargar en: http://siembraconmigo.blogspot.com Si deseas recibir el Evangelio del Domingo envía un correo a: siembraconmigo@gmail.com Con el título: “Suscripción a Siembra Sagrada” Servicio Gratuito con Fines Educativos


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