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“Consideramos evidentes por sí mismas las siguientes verdades: todos los hombres han sido creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos.

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Presentación del tema: "“Consideramos evidentes por sí mismas las siguientes verdades: todos los hombres han sido creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos."— Transcripción de la presentación:

1 “Consideramos evidentes por sí mismas las siguientes verdades: todos los hombres han sido creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Los gobiernos son establecidos entre los hombres para garantizar esos derechos y su justo poder emana del consentimiento de los gobernados. Cada vez que una forma de gobierno se convierte en destructora de ese fin, el pueblo tiene derecho a cambiarla o suprimirla, y a elegir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y organizar sus poderes en la forma que a su juicio sea la más adecuada para alcanzar la seguridad y la felicidad. Cuando una larga serie de abusos y usurpaciones , dirigida invariablemente al mismo objetivo, demuestra el designio de someter al pueblo a un despotismo absoluto, tiene el pueblo el derecho, tiene el deber de derrocar ese gobierno y establecer nuevas garantías para su futura seguridad (...).Nosotros, los representantes de los Estados Unidos de América, reunidos en Congreso general, en el nombre y por autoridad del pueblo, solemnemente publicamos y declaramos que estas colonias son y de derecho deben ser Estados Libres e Independientes; que se consideran libres de toda unión con la Corona británica.” Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América. Jefferson, 1776

2 "Los representantes del pueblo francés, constituidos en Asamblea Nacional, considerando que la ignorancia, el olvido o el desprecio de los derechos del hombre son las únicas causas de las desgracias públicas y de la corrupción de los gobiernos, han resuelto exponer, en una declaración solemne, los derechos naturales, inalienables y sagrados del hombre, para que esta declaración, constantemente presente a todos los miembros del cuerpo social, les recuerde sin cesar sus derechos y sus deberes (…) Artículo 1. Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales no pueden fundarse más que sobre la utilidad común. Artículo 2. El objetivo de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre. Estos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión. Artículo 3. El principio de toda soberanía reside esencialmente en la Nación. Ningún cuerpo ni individuo puede ejercer autoridad que no emane expresamente de ella. Artículo 16. Toda sociedad en la que la garantía de los derechos no está asegurada, ni la separación de los poderes determinada, no tiene Constitución.” Asamblea Nacional Constituyente de Francia, 26 de agosto 1789

3 “Sin embargo de todos los medios y medidas pacíficas de que ha usado nuestro amabilísimo Soberano desde su feliz exaltación al Trono a fin de mantener a los pueblos de su vasta Monarquía en una segura y perfecta tranquilidad, que ha sido siempre objeto de sus paternales desvelos; se ha visto precisado a declarar la Guerra a la Nación Francesa (…). Las intenciones de nuestro benigno Soberano en la constitución actual no se dirigen a otro objeto que el de admitir para los gastos de esta Guerra justísima un voluntario donativo tal cual pudiere hacerlo por su parte cada uno de sus fieles Vasallos según su clase, haberes y posibles. Su paternal amor hacia todas las Tribus de la Monarquía es bastante notorio; y en este concepto debe comprender el público que dicha contribución ha de ser nacida en una espontánea y libre voluntad, porque de ningún modo piensa gravar a sus amados pueblos. (…) Últimamente el Real ánimo de Su Majestad sólo es, que sus amados vasallos le ayuden graciosa y espontáneamente con aquello que cada uno pudiere para los gastos de una Guerra tan digna de la Religión, tan propia de la Humanidad y tan decorosa para la Nación Española.” Papel Periódico de la Ciudad de Santafé de Bogotá, Imprenta de Don Antonio Espinosa de los Monteros, Santafé, Vol.3, junio de 1793.

4 “Este pueblo ha dado para todo; severidad para los viejos tiempos; austeridad para la República; depravación para los Emperadores; catacumbas para los cristianos; valor para conquistar el mundo entero; ambición para convertir todos los Estados de la tierra en arrabales tributarios; mujeres para hacer pasar las ruedas sacrílegas de su carruaje sobre el tronco destrozado de sus padres; oradores para conmover, como Cicerón; poetas para seducir con su canto, como Virgilio; satíricos, como Juvenal y Lucrecio; filósofos débiles, como Séneca; y ciudadanos enteros, como Catón. La civilización que ha soplado del Oriente, ha mostrado aquí todas sus faces, han hecho ver todos sus elementos; mas en cuanto a resolver el gran problema del hombre en libertad, parece que el asunto ha sido desconocido y que el despejo de esa misteriosa incógnita no ha de verificarse sino en el Nuevo Mundo. ¡Juro delante de usted; juro por el Dios de mis padres; juro por ellos; juro por mi honor, y juro por mi Patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español!” Simón Bolívar, 15 de agosto de 1805.

5 “En las Monarquías el Rey es todo, y los demás hombres son nada
“En las Monarquías el Rey es todo, y los demás hombres son nada. El Rey se hace llamar el amo, y exige que se le hable de rodillas, como si los hombres fueran animales envilecidos de otra especie. El Rey impone y exige contribuciones a su arbitrio, con que arruina a los Pueblos, y disipa el tesoro público en vanas ostentaciones, y en los favoritos. Los reyes miran más por los intereses de sus familias que por los de la nación, y por ellas emprenden guerras ruinosas…; los Reyes tienen en sus manos el poder, la fuerza militar y los tesoros de los Pueblos, y con ellos se hacen déspotas inhumanos. Los Reyes miran y tratan a los demás como una propiedad que les pertenece: dicen que su autoridad la tienen de Dios, y no de ellos, y que a nadie sino a Dios deben responder de su conducta”. José Amor de la Patria, Catecismo Político Cristiano, 1810.

6 “P.- ¿Y disuelto el gobierno por la muerte o cautiverio del Rey y de toda su familia, a quién vuelve la autoridad, y quién puede organizarlo de nuevo? R.-La autoridad vuelve al Pueblo de donde salió, vuelve a la fuente pura y primitiva de donde emanó, y el Pueblo es el único que tiene autoridad para nombrar o instituir un nuevo Rey, o para darse la forma de gobierno que mejor le acomode para su prosperidad…” José Amor de la Patria, Catecismo Político Cristiano, 1810.

7 “Pudiendo esta vasta región subsistir por sí misma, teniendo en las entrañas de la tierra y sobre su superficie no solo lo necesario para vivir, sino aún para el recreo de los sentidos, pudiendo desde sus puertos ejercer comercio con todas las naciones , produciendo hombres robustos para la cultura de sus fértiles campos, para los trabajos de sus minas y las obras de la industria y la navegación , y las almas sólidas y sensibles, capaces de todas las ciencias y las artes del genio, hallándose encerrada como dentro de un muro (…), ¿no era un absurdo contrario al destino y orden inspirado por la naturaleza ir a buscar un gobierno arbitrario , un ministerio venal y corrompido, dañosas y oscuras leyes, o las decisiones parciales de aristócratas ambiciosos, a la otra parte de los mares” Camilo Henríquez, Proclama de Quirino Lemáchez, Santiago 1811.

8 “…desde este punto de vista la revolución por la independencia puede interpretarse como una reacción americana contra una nueva colonización, un mecanismo de defensa puesto en movimiento por la nueva invasión española del comercio y los cargos oficiales." “…La segunda conquista de América sufrió un colapso con Napoleón, cosa que ya estaba desgastándose por la negativa reacción de los americanos, a causa de la frustración económica que causaron sus necesidades inmediatas (de la metrópoli), siendo así victima de sus propias contradicciones. En gran medida, la política borbónica era un error de cálculo, sin relación con el tiempo, la gente y el lugar. A su vez, su liberalismo social y racial, que era relativo, era impotente para imponerse "–era una especie de ilustración sin despotismo–, provocando a los privilegiados sin proteger a los pobres. De los nuevos conquistadores se puede decir como epitafio que vinieron demasiado tarde, vieron poco claro y vencieron por poco tiempo”. "Para que el lealismo disminuyera y creciera el americanismo se necesitaba un factor más, el de la oportunidad, la cual aparece en 1808” John Lynch. “Las revoluciones hispanoamericanas ”.


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