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CELEBRACIÓN DEL MISTERIO DE CRISTO, 1
L 12 de 92 CCE 1067: “En la liturgia, la Iglesia cele- bra principalmente el misterio pascual por el que Cristo realizó la obra de nuestra salvación”. En el centro de toda acción li- túrgica se sitúan los ritos y fiestas que ce- lebran el misterio pascual de un modo nu- clear: la Eucaristía y el triduo pascual. Ya desde los tiempos apostólicos, la Iglesia tuvo conciencia de que el anuncio y la presencia del misterio de la salvación acontecían en las celebraciones de culto. Misterio era para la literatura patrística la categoría teológica que expresaba tanto la acción salvadora de Dios en Cristo, como su celebración en el culto.
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L 13 de 92 CELEBRACIÓN DEL MISTERIO DE CRISTO, 2 Para las primeras generaciones cristianas, las acciones de culto no se limitaban a ser la expresión ritual de la propia pertenencia a una comunidad religiosa, sino auténticos misterios y, por consiguiente, obra de Dios. En el AT la Pascua es aquella celebración anual que, en el libro del Éxodo, había recibido el significado de actualizar ritualmente la liberación de la esclavi- tud de Israel. Con la muerte y resurrección de Cristo, acontece la liberación plena de la esclavitud (del pecado y de la muerte) y la constitución per- fecta del pueblo elegido (la Iglesia), la nueva y definitiva Alianza, ahora a favor no sólo de una nación, sino de todos los hombres de todos los tiempos.
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L 14 de 92 En el AT el rito memorial de la Pascua es, al mismo tiempo, signo rememorativo de un acontecimiento de salvación del pasado, mani- festativo de su presencia actual en el hoy y ahora de la celebración de culto, y profético de su consumación futura. En el NT la celebración eucarística, raíz de la liturgia eclesial, fue instituida por el Señor –y así interpretada por la Iglesia- como el memorial litúrgico de la nueva y definitiva Pascua, es decir, de la plena liberación y alianza eterna que Cristo mismo sellaría con su sacrificio en la cruz.
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L 15 de 92 CCE 1363: “En el sentido empleado por la Sagrada Escritura, el memorial no es sola- mente el recuerdo de los acontecimientos del pasado, sino la proclamación de las ma- ravillas que Dios ha realizado a favor de los hombres. En la celebración litúrgica, estos acontecimientos se hacen, en cierta forma, presentes y actuales”. CCE 1364: “El memorial recibe un sentido nuevo en el NT. Cuando la Iglesia celebra la Eucaristía, hace memoria de la Pascua de Cristo y ésta se hace presente: el sacrificio que Cristo ofreció de una vez para siempre en la cruz, permanece siempre actual”.
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L 16 de 92 En su estructura y realidad última, la liturgia es ante todo una obra del amor misericordioso de las tres divinas Personas en favor de los hombres (opus Trinitatis). Pero además, en su dimensión de respuesta humana al don ofrecido, la liturgia es también una acción de la Iglesia (actio Ecclesiae). CCE 1076: “El día de Pentecostés, por la efusión del Espíritu Santo, la Iglesia se ma- nifiesta al mundo. El don del Espíritu inau- gura un tiempo nuevo en la dispensación del Misterio: el tiempo de la Iglesia, durante el cual Cristo manifiesta, hace presente y comunica su obra de salvación mediante la Liturgia de su Iglesia ‘hasta que él venga’ (1 Co 11, 26)”.
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L 17 de 92 CELEBRACIÓN DEL MISTERIO DE CRISTO, 6 CCE 1068: “es el misterio de Cristo lo que la Iglesia anuncia y celebra en su liturgia, a fin de que los fie- les vivan de él y den testimonio del mismo al mundo”. La celebración litúrgica “no sólo recuerda los acontecimientos que nos salvaron, sino que los actualiza, los hace presentes” (CCE 1104). CCE 1085: “El misterio pascual de Cristo (...) no puede permanecer solamente en el pasado, pues su muerte destruyó a la muerte, y todo lo que Cristo es y todo lo que hizo y padeció por los hombres parti- cipa de la eternidad divina y domina así todos los tiempos y en ellos se mantiene permanentemente presente. El acontecimiento de la Cruz y de la Resurrección permanece y atrae todo hacia la Vida”.
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L 18 de 92 Sin perder su carácter simbólico, el rito ecle- sial de culto es primordialmente una acción sacramental: “la obra de Cristo en la liturgia es sacramental, porque su misterio de salva- ción se hace presente en ella por el poder de su Espíritu Santo” (CCE 1111). Este prin- cipio subraya la íntima conexión entre la epíclesis (invocación al Padre para que en- víe su Espíritu santificador) y la presencia del misterio de Cristo (anámnesis). Se llama “economía sacramental” “la comunicación (o ‘dispensa- ción’) de los frutos del misterio pascual de Cristo en la celebra- ción de la liturgia ‘sacramental’ de la Iglesia” (CCE 1076).
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L 19 de 92 CELEBRACIÓN DEL MISTERIO DE CRISTO, 8 El ser de la celebración litúrgica no es otro que su ser actualización perenne de la Palabra de salvación en y por medio del rito de culto. En la celebración litúrgica, el misterio de la salvación se actualiza y se manifiesta mediante el rito. Ni la Iglesia ni su liturgia crean el misterio de Cristo: antes bien, tanto en el orden de la inteli- gencia (teología) como en el de la historia (reve- lación), primero es el acontecimiento salvador de Cristo y después su celebración memorial. El rito de culto se encuentra en el fundamento mismo de la posibilidad del acontecer litúrgico y de la fe como acontecimiento salvador en la historia.
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