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3 EL CREDO (4) A LA LUZ DE LA BIBLIA
IV. Creo en la Iglesia, en el perdón, en la resurrección, en la vida eterna 3

4 Creo en la iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

5 Creer en el Espíritu Santo implica creer en su acción, que se manifiesta especialmente en la Iglesia, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna.

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7 A. QUÉ ES CREER EN LA IGLESIA
 La Iglesia es visible e invisible, sociedad humana y misterio. Como visible y sociedad humana no es objeto de fe, pues se puede experimentar y juzgar. Es objeto de estudio por parte de la sociología, que la examina y determina sus aciertos y equivocaciones  Pero como invisible y misterio es objeto de fe. Creemos que está animada por el Espíritu Santo y que, a pesar de sus desaciertos, realizará su tarea, pues Jesús prometió: Yo estaré con vosotros hasta la consumación del mundo (Mt 28,20)

8 1. La Iglesia es el

9 Dios prometió una nueva alianza para crearse un pueblo
He aquí que días vienen - oráculo de Yahvé - en que yo pactaré con la casa de Israel (y con la casa de Judá) una nueva alianza; no como la alianza que pacté con sus padres, cuando les tomé de la mano para sacarles de Egipto; que ellos rompieron mi alianza, y yo hice estrago en ellos - oráculo de Yahvé -. sino que esta será la alianza que yo pacte con la casa de Israel, después de aquellos días - oráculo de Yahvé -: pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Ya no tendrán que adoctrinar más el uno a su prójimo y el otro a su hermano, diciendo: « Conoced a Yahveh », pues todos ellos me conocerán del más chico al más grande - oráculo de Yahvé - cuando perdone su culpa, y de su pecado no vuelva a acordarme (Jer 31,31-34).

10 Jesús, muriendo y resucitando, se ha adquirido este pueblo
Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados (Mt 1,21). Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo (Lc 1,68). Pues nosotros somos templo del Dios vivo; así lo dijo él: Habitaré entre ellos y caminaré con ellos; seré su Dios y ellos serán mi pueblo (2 Cor 6,16). Jesucristo, que se entregó por nosotros para rescatarnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo de su propiedad, dedicado enteramente a las buenas obras (Tit 2,14). Jesús, muriendo y resucitando, se ha adquirido este pueblo

11 2. La Iglesia es cuerpo de Cristo.
El pueblo de Jesús está íntimamente unido a él, formando un cuerpo con él. Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro (1 Cor 12,27).

12 Pues, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo (1 Cor 12,12). Pues, así como en un solo cuerpo tenemos muchos miembros, y no todos los miembros cumplen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, pero cada cual existe en relación con los otros miembros (Rom 12,4-5).

13 Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo
Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo... os conceda espíritu de sabiduría y de revelación para... que conozcáis ... cuál es la soberana grandeza de su poder para con nosotros... que desplegó en Cristo, resucitándole de entre los muertos y sentándole a su diestra en los cielos, por encima de todo Principado, Potestad, Virtud, Dominación y de todo cuanto tiene nombre no sólo en este mundo sino también en el venidero. Bajo sus pies sometió todas la cosas y le constituyó Cabeza suprema de la Iglesia, que es su Cuerpo, la Plenitud del que lo llena todo en todo (Ef 1,17-23). Cristo es la cabeza, que preside y da la vida, y los cristianos los miembros

14 Por el bautismo el Espíritu nos incorpora al Cuerpo de Cristo:
Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, tanto judíos como griegos, tanto esclavos como libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu (1 Cor 12,13).

15 A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común.8 Y así uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro el hablar con inteligencia, según el mismo Espíritu. Hay quien, por el mismo Espíritu, recibe el don de la fe; y otro por el mismo Espíritu, don de curar. 10 A este se le ha concedido hacer milagros; a aquel, profetizar. A otro, distinguir los buenos y malos espíritus. A uno, la diversidad de lenguas; a otro, el don de interpretarlas. 11 El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular como él quiere (1 Cor 12,7- Todos somos miembros del Cuerpo de Cristo. El Espíritu reparte libremente las tareas dentro del cuerpo de Cristo

16 Teniendo dones diferentes, según la gracia que se nos ha dado, deben ejercerse así: la profecía, de acuerdo con la regla de la fe; el servicio, dedicándose a servir; el que enseña, aplicándose a la enseñanza; el que exhorta, ocupándose en la exhortación; el que se dedica a distribuir los bienes, hágalo con generosidad; el que preside, con solicitud; el que hace obras de misericordia, con gusto (Rom 12,6-8).

17 Es fundamental que cada uno realice su tarea con amor
Si hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, no sería más que un meta, que resuena o un címbalo que aturde. Si tuviera el don de profecía y conociera todos los secretos y todo el saber; y si tuviera fe como para mover montañas, pero no tengo amor, no sería nada. Y si repartiera todos mis bienes entre los necesitados; y si entregara mi cuerpo a las llamas, pero no tengo amor, de nada me serviría (1 Cor 13,1-3).

18 3. Los miembros de Cristo forman una Iglesia.
Ekklesía significa congregación. La integran los que han sido convocados por Dios Padre. Toda convocatoria implica un orden del día y un lugar concreto donde reunirse. El orden del día es unirse a Cristo para servir y amar a Dios y a los hombres. El lugar de reunión es Jesucristo resucitado, formando parte de su Cuerpo, y una ciudad concreta, formando parte de una Iglesia local. Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús, a todos los santos en Cristo que residen en Filipos, con sus obispos y diáconos (Flp 1,1). Pablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de los Tesalonicenses, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo (1 Tes 1,1; 2 Tes 1,1).

19 4. La Iglesia es una, santa, católica y apostólica
Procurando mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz (Ef 4,2) Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación (Ef 4,4) La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros.(2 Cor 13,13) Por tanto, si hay algún consuelo en Cristo, si algún estímulo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia (Flp 2,1).

20 La Iglesia es santa y pecadora
1) Es santa porque está integrada por hijos de Dios que comparten la santidad divina. Por eso a los cristianos se les llama los santos. Todos los santos os saludan. (2 Cor 13,12).. Pablo... los llamados santos (1 Cor 1,2; 2 Cor 1,1)... A todos los santos en Cristo (Flp 1,1)... A todos los que están en Colosas, hermanos santos y fieles (Col 1,2) Porque está animada por el Espíritu Santo que santifica ¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios? (1 Cor 6,19) Porque Jesús está en medio de ellos: Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos (Mt 18,20) Yo estaré con vosotros todos los días hasta la consumación del mundo (Mt 28,20) Porque hacen la voluntad de Dios ¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?... Quienquiera que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos ese es mi hermano y mi hermana y mi madre (Mt 12,49-50)

21 2. La Iglesia acoge en su seno a los pecadores cf. experiencia
2. La Iglesia acoge en su seno a los pecadores cf. experiencia. Es interesante constatar que Jesús cuando habla de los hermanos, siempre lo hace en contexto pecado y perdón Si pecare tu hermano contra ti (Mt 18,15)... Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano (Mt 18,21)... Así hará con vosotros mi Padre del cielo si cada uno no perdonare a su hermano de corazón (Mt 18,35)

22 c) La Iglesia es católica: Está integrada por personas de todas las razas, sexos y culturas.
Cuantos habéis sido bautizados en Cristo, os habéis revestido de Cristo. No hay judío y griego, esclavo y libre, hombre y mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús (Gal 3,27-28). Os habéis revestido de la nueva condición que, mediante el conocimiento, se va renovando a imagen de su Creador, donde no hay griego y judío, circunciso e incircunciso, bárbaro, escita, esclavo y libre, sino Cristo, que lo es todo, y en todos (Col 3,10-11). Id y haced discípulos de todas las gentes (Mt 28,19) Por tanto vosotros, los que un tiempo erais gentiles según la carne... que entonces vivíais sin Cristo: extranjeros a la ciudadanía de Israel... Ahora, gracias a Cristo Jesús... estáis cerca por la sangre de Cristo. Él es nuestra paz: el que de los dos pueblos ha hecho uno, derribando en su cuerpo de carne el muro que los separaba: la enemistad... Vino a anunciar la paz: paz a vosotros los de lejos, paz también a los de cerca. Así, unos y otros, podemos acercamos al Padre por medio de él en un mismo Espíritu. Así pues, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios (Ef 3,11-19).

23 d) La Iglesia es apostólica.
El Espíritu crea diversos ministerios al servicio de la Iglesia. El ministerio del apostolado ha sido creado como fundamento de la Iglesia Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor (Ef 3,20). A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo... él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelistas, a otros, pastores y doctores para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo (Ef 4,7-13).

24 Jesús eligió y envió a Doce como fundamento de su Iglesia
Jesús subió al monte, llamó a los que quiso y se fueron con él. E instituyó doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar, y que tuvieran autoridad para expulsar a los demonios: Simón, a quien puso el nombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo, y Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso el nombre de Boanerges, es decir, los hijos del trueno, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el de Caná y Judas Iscariote, el que lo entregó (Mc 3,13-19).

25 Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado (Mc 16,14-16). Quien a vosotros escucha, a mí me escucha; quien a vosotros rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado (Lc 10,16). Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado (Mt 10,40).

26 Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor
Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos» (Jn 20,20-23).

27 Entre los ministerios apostólicos, destaca el ministerio de Pedro, a quien Jesús confió a él y sus sucesores el cuidado de la Iglesia: ¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Ahora yo te digo a ti: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos (Mt 16,17-19)

28 Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos? Él le contestó: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dice: Apacienta mis corderos. Por segunda vez le pregunta: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Él le consta: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Él le dice: Pastorea mis ovejas. Por tercera vez le pregunta: Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez: ¿Me quieres? Y le contestó: Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero. Jesús le dice: Apacienta mis ovejas (Jn 21,15-17)

29 Toda la Iglesia comparte también el poder de atar y desatar
Habla de corrección fraterna: si el corregido no hace caso, díselo a la Iglesia (comunidad local) y si no hace caso a la Iglesia, consíderalo como un pagano o publicano. En verdad os digo lo que atéis en la tierra, quedará atado en los cielos, y todo lo que desatéis en la tierra, quedará desatado en los cielos (Mt 18,17-18).

30 5. El Espíritu capacita a la Iglesia para comprender las palabras de Jesús, enseñarlas y transmitirlas fielmente Os he dicho estas cosas estando entre vosotros. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho (Jn 14,25-26). Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. El me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros (Jn 16,12-15). Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí. Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio (Jn 15,26-27).

31 Id y haced discípulos a todas las gentes …enseñándoles a observar todo cuanto yo os he mandado. (Mt 28, 19) Guarda el bueb depósito por el Espíritu Santo que mora en vosotros. (2 Tim 1,14)

32 6. El Espíritu dirige también a la Iglesia por medio de profetas
6. El Espíritu dirige también a la Iglesia por medio de profetas. El profetismo es un carisma importante junto con el apostolado Y así puso Dios en la Iglesia, primeramente apóstoles; en segundo lugar profetas; en tercer lugar maestros... (1 Cor 12,28). Así pues, ya no sois extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios, edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, siendo la piedra angular Cristo mismo (Ef 2,19-20). A estos (los profetas) se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles (1 Pe 1,12).

33 7. El Espíritu Santo ayuda a la Iglesia en la persecución
Si sois ultrajados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, por lo que hace a ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado (1 Pe 4,14). El Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio de que me esperan prisiones y tribulaciones (Hch 20,23). El Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debéis decir (Lc 12,12). Pero cuando os lleven para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os sea dado en aquella hora, eso hablad, porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo (Mc 13,11).

34 8. El Espíritu Santo dirige la Iglesia asistiendo a sus miembros en la toma de decisiones
Unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme al uso de Moisés, no podían salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; y se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más de entre ellos subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre esta controversia... Al llegar a Jerusalén, fueron acogidos por la Iglesia, los apóstoles y los presbíteros; ellos contaron lo que Dios había hecho con ellos. Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, se levantaron, diciendo: «Es necesario circuncidarlos y ordenarles que guarden la ley de Moisés». Los apóstoles y los presbíteros se reunieron a examinar el asunto. Después de una larga discusión.... Entonces los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia... enviaron por medio de ellos esta carta... Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables... (Hch 15, )

35 Unas veces el Espíritu habla por medio de intervenciones particulares, por lo que no hay que apagar el Espíritu, que se expresa libremente por medio de todos, pero hay que discernir lo que cada uno dice No apaguéis el Espíritu. No despreciéis las profecías. Discernidlo todo y quedaos con lo bueno (1 Tes 5,19-21) El Espíritu dice claramente que, en los últimos tiempos, algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios (1 Tim 4,1).  Ministrando estos al Señor y ayunando, dijo el Espíritu Santo: "Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado" (Hch 13,2).

36 Otras veces a través de los acontecimientos
Cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió (Hch 16,7). Atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia (Hch 16,6).

37 El Libro de Hechos de los Apóstoles subraya de manera especial cómo el Espíritu guía la Iglesia. Ver Hch 8,29.39; 10, ; 11,13.15; 13,4.9; 15,8; 21,4.11.

38 9. El Espíritu Santo acrecienta la Iglesia
 Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria; eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo (Hch 9,31)

39 10. María, madre y modelo de la Iglesia
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: « Mujer, ahí tienes a tu hijo. » Luego dice al discípulo: « Ahí tienes a tu madre. » Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa (Jn 19,25-27).

40 B. CREER EN LA IGLESIA IMPLICA

41 Colaborar como miembro activo
Colaborar como miembro activo. El Cuerpo de Cristo está compuesto de muchos miembros diferentes, todos necesarios y han de trabajar de forma solidaria, colaborando cada uno con su don. El cuerpo no lo forma un solo miembro, sino muchos. Si dijera el pie: «Puesto que no soy mano, no formo parte del cuerpo», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo?... Pues bien, Dios distribuyó cada uno de los miembros en el cuerpo como quiso. Si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?... El ojo no puede decir a la mano: «No te necesito»; y la cabeza no puede decir a los pies: «No os necesito»... Dios organizó el cuerpo ... para que así no haya división en el cuerpo sino que más bien todos los miembros se preocupen por igual unos de otros. Y si un miembro sufre, todos sufren con él; si un miembro es honrado, todos se alegran con él (1 Cor 12,14-26).

42 Que cada cual ponga al servicio de los demás la gracia que ha recibido, como buenos administradores de las diversas gracias de Dios. Si alguno habla, sean palabras de Dios; si alguno presta un servicio, hágalo en virtud del poder recibido de Dios, para que Dios sea glorificado en todo por Jesucristo, a quien corresponden la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén (1 Pe 4,10-11).

43 2. Colaborar en la misión de anunciar el Evangelio
Después de esto, designó el Señor a otros 72, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir (Lc 10,1) Seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra (Hch 1,8). Los que se habían dispersado iban por todas partes anunciando la Buena Nueva de la Palabra... Los que se habían dispersado cuando la tribulación originada a la muerte de Esteban, llegaron en su recorrido hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, sin predicar la Palabra a nadie más que a los judíos. Pero había entre ellos algunos chipriotas y cirenenses que, venidos a Antioquía, hablaban también a los griegos y les anunciaban la Buena Nueva del Señor Jesús. La mano del Señor estaba con ellos, y un crecido número recibió la fe y se convirtió al Señor..(Hch 8,4; 11,19-21).

44 Ser apóstol siendo testigo de lo que se anuncia
Seréis mis testigos en Jerusalén, Judea, Samaría y hasta el confín de la tierra (Hch 1,8) Nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que lo obedecen (Hch 5,32).

45 El Espíritu capacita para la misión
(Pablo predicó) con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo (Roma 15,19). Ni mi palabra ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del poder del Espíritu (1 Cor 2,4) Os fue predicado nuestro Evangelio no sólo con palabras sino también con poder y con el Espíritu Santo, con plena convicción (1 Tes 1,5)... al recibir la Palabra de Dios que os predicamos, la acogisteis, no como palabra de hombre, sino cual es en verdad, como Palabra de Dios, que permanece operante en vosotros, los creyentes ( 1 Tes 2,13).

46 Para ello es necesario conocer bien la Palabra de Dios
Tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios (Ef 6,17). Ahora os encomiendo a Dios y a la Palabra de su gracia, que tiene poder para construir el edificio y daros la herencia con todos los santificados (Hch 20,32). Ten por norma las palabras sanas que oíste de mí en la fe y en la caridad de Cristo Jesús. Conserva el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros (2 Tim 1,13-14). Procura cuidadosamente presentarte ante Dios como hombre probado, como obrero que no tiene por qué avergonzarse, como fiel distribuidor de la Palabra de la verdad (2 Tim 2,15).

47 3. Vivir en comunión y compartiendo
Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno. Acudían al Templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón. Alababan a Dios y gozaban de la simpatía de todo el pueblo. El Señor agregaba cada día a la comunidad a los que se habían de salvar (Hch 2,44-47).

48 La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón y una sola alma. Nadie llamaba suyos a sus bienes, sino que todo era en común entre ellos. Los apóstoles daban testimonio con gran poder de la resurrección del Señor Jesús. Y gozaban todos de gran simpatía. No había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que poseían campos o casas los vendían, traían el importe de la venta, y lo ponían a los pies de los apóstoles, y se repartía a cada uno según su necesidad (Hch 4,32-35).

49 4. Mantener la unidad Os exhorto, pues, yo, preso por el Señor, a que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados, con toda humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros por amor, poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo Cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza a que habéis sido llamados. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos (Ef 4,1-6).

50 Os conjuro... que colméis mi alegría, siendo todos del mismo sentir, con un mismo amor, un mismo espíritu, unos mismos sentimientos. Nada hagáis por rivalidad, ni por vanagloria, sino con humildad, considerando cada cual a los demás como superiores a sí mismo, buscando cada cual no su propio interés sino el de los demás. Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo: El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre (Flp 2,1-11).

51 5. Saber vivir en una Iglesia que es a la vez santa y formada por pecadores.
Hay que retener ambos miembros. Si nos quedamos solo con el santa se puede caer en el puritanismo sectario, si nos fijamos sólo en los pecados, caeremos en el pesimismo, olvidando que Dios está con nosotros.

52 Postura que quiere Jesús:
Trabajar por la santificación constante: Esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación (1 Tes 4,3) 2) Ver el pecado en la comunidad No condenar a nadie No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá (Mt 7,1-2). b) Ver si uno también incurre en lo condenable: ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo? ¿O cómo vas a decir a tu hermano: "Deja que te saque la brizna del ojo", teniendo la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano (Mt 7,3-5). c) Perdonar si se trata de ofensa personal: Pedro se acercó entonces y le dijo: « Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces? » Dícele Jesús: « No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. » (Mt 18,21-22)

53 3. Corrección fraterna Hermanos, aun cuando alguno incurra en alguna falta, vosotros, los espirituales, corregidle con espíritu de mansedumbre, y cuídate de ti mismo, pues también tú puedes ser tentado. Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas y cumplid así la ley de Cristo. Porque si alguno se imagina ser algo, no siendo nada, se engaña a sí mismo. Examine cada cual su propia conducta y entonces tendrá en sí solo, y no en otros, motivo para glorificarse, pues cada uno tiene que llevar su propia carga (Gal 6,1-5). Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos. Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el publicano (Mt 18,15-17).

54 FIN DE LA PRIMERA PARTE


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