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Bienaventurados los limpios de corazón
Porque verán a Dios
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Tú has visto un cielo sin nubes, tan azul que parece recién pintado.
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Y un paisaje nevado donde nada ni nadie ha dejado una huella.
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Y un lago en la alta montaña, de aguas limpias y transparentes.
Todo eso es una maravilla.
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Pero hay algo más resplandeciente y más bello que todas esas cosas.
Es tu alma tal como Dios la dejó el día de tu Bautismo: Sin mancha de pecado, llena de luz y de gracias.
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Además, por el Bautismo, tu cuerpo y tu alma se han convertido en Templo de Dios.
Eres como un Sagrario donde vive Dios. ¿Ves por qué merece tanto respeto nuestro cuerpo?
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Para conservar tu alma limpia, pura, como el cielo sin nubes,
como la nieve que nadie ha pisado, todo en ti tiene que ser limpio: tus actos, tus pensamientos y tus deseos.
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El sexto mandamiento de la Ley de Dios es: No cometerás actos impuros.
Aprendemos El sexto mandamiento de la Ley de Dios es: No cometerás actos impuros. El noveno mandamiento de la Ley de Dios es: No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
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Una historia de la Biblia
Un día, mientras Jesús paseaba con sus discípulos, una multitud le trajo a una mujer que no había sido fiel a su esposo. Según la ley de entonces de los judíos, esa mujer debía morir apedreada. Se la llevaron a Jesús porque querían saber qué es lo que pensaba y algunos también para ponerle en un aprieto.
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Pero Jesús, en vez de aprobar la conducta de los fariseos, dijo:
— «El que esté libre de pecados que tire la primera piedra».! Todos los que estaban allí comenzaron a irse poco a poco, comenzando por los más viejos. Cuando se habían quedado solos Jesús y la mujer pecadora, le dijo: «Yo tampoco te condeno. Vete y no peques más». Y todos suponemos que esa mujer, desde aquel día, vivió una vida pura y buena.
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Jesús se lo explicó con un ejemplo: lo que nos hace puros o impuros no es lo que entra en el cuerpo, sino lo que sale de nuestro corazón. Por eso hay que pedir a Jesús un corazón limpio y puro.
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Lo que Dios me propone para ser feliz:
Amar la pureza como regalo de Dios. Huir de las ocasiones que pudieran hacernos pecar. Evitar las malas amistades. No ver los programas sucios en la TV, Internet, en DVDs, en el cine, etc. Cultivar un gran amor a Cristo y Maria. Recibir los sacramentos con frecuencia: confesarse y comulgar a menudo. Pedir ayudar a Dios y a la Virgen: rezar tres avemarías al acostarme.
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Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea, en tan graciosa belleza. A Ti celestial princesa, Virgen Sagrada María, te ofrezco en este día, alma vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía. Amén. Oración a la Virgen FIN
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