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El relevo y la alternativa
Coment. Evangelio Mt D. Ascensión Ciclo A. 1 Junio Jesús Sanz Montes. Arzobispo Oviedo Música: Scottist Hills Montaje: Eloísa DJ Avance Manual
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Misión de los discípulos
16 Los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. 17 Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron. 18 Acercándose a ellos, Jesús les dijo : «Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. 19 Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos». Mt
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Llega el momento de la despedida del Maestro y sus discípulos.
Los día pascuales fueron iluminando las penumbras de la Pasión,
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y el acompañamiento de Jesús a sus discípulos asustados y dispersos fue introduciendo anticipadamente un modo nuevo de acompañarles.
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Con la ascensión de Jesús que celebramos este domingo, no se trata de un adiós sin más, que provoca la nostalgia sentimental o la pena lastimera,
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sino que el marcharse del Señor inaugura un modo nuevo de Presencia suya en el mundo, y un modo nuevo también de ejercer su Misión.
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Es una alternativa, no torera, que el Maestro confió a sus discípulos más cercanos al darles la encomienda que Él recibiera del Padre Dios.
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Cuando los discípulos vieron al Señor “algunos vacilaban”.
Esta vacilación no es tanto una duda sobre Jesús, sino sobre ellos mismos: estarían desconcertados y confusos sobre su destino y su quehacer ahora que el Maestro se marchaba.
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Y efectivamente, la primera lectura nos señala esa situación de perplejidad que anidaba en el interior de los discípulos: mientras Jesús les hace las recomendaciones finales y les habla de la promesa del Padre y del envío del Espíritu,
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ellos, completamente ajenos a la trama del Maestro y haciendo cábalas todavía sobre sus pretensiones, le espetarán la escalofriante pregunta:
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“¿es ahora cuando vas a restaurar la soberanía de Israel?”,
que era como proclamar que no habían entendido nada.
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Es importante entender bien la despedida de Jesús, pues Él comienza a estar... de otra manera.
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Como dice bellamente S. León Magno en una homilía sobre la ascensión del Señor:
“Jesús bajando a los hombres no se separó de su Padre, como ahora que al Padre vuelve tampoco se alejará de sus discípulos”.
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Ahora que regresa junto a su Padre, no perderá su humanidad, ni su comunión con los suyos, ni su solidaridad hasta el amor más extremado.
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Nosotros somos también los destinatarios de esta escena.
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Como discípulos que somos de Jesús, Él nos encarga su misión.
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Contagiar esta esperanza, hacer nuevos discípulos;
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bautizar y hablarles de Dios nuestro Padre, de Jesús nuestro Hermano, del Espíritu Santo nuestra fuerza y consuelo;
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de María y los santos, de la Iglesia del Señor, enseñándoles lo que nosotros hemos aprendido que nos ha devuelto la luz y la vida.
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Y todo esto es posible, más allá de nuestras vacilaciones y dificultades,
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porque Jesús se ha comprometido con nosotros, con y a pesar de nuestra pequeñez.
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Es lo que celebramos los cristianos en la Iglesia, cuerpo de Jesús en plenitud.
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Él no se ha marchado, vive en nosotros y a través nuestro.
FIN
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