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Ciclo B 25 octubre 2009 Música: Sinagoga Hebrea 30 Domingo Tiempo Ordinario 30 Domingo Tiempo Ordinario.

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2 Ciclo B 25 octubre 2009 Música: Sinagoga Hebrea 30 Domingo Tiempo Ordinario 30 Domingo Tiempo Ordinario

3 Jr 31,7-9 Así dice el Señor: ¡Gritad de alegría por Jacob! ¡Ensalzad a la capitana de las naciones! ¡Que se escuche vuestra alabanza! Decid: «El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel»! Yo los traeré del país del norte, los reuniré de los extremos de la tierra: entre ellos hay cojos, ciegos, mujeres embarazadas, y a punto de dar a luz; retorna una gran multitud. Vuelven entre llantos,agradecidos porque retornan; los conduciré a corrientes de agua por un camino llano, en el que no tropezarán, porque soy un padre para Israel, y Efraín es mi primogénito.

4 Salmo 125 El Señor ha hecho cosas grandes por nosotros, y estamos alegres. El Señor ha hecho cosas grandes por nosotros, y estamos alegres. Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía un sueño:la boca se nos llenaba de risas, la lengua de canciones. Los paganos decían: «El Señor ha hecho grandes cosas por ellos». El Señor ha hecho grandes cosas por nosotros, y estamos alegres. Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía un sueño:la boca se nos llenaba de risas, la lengua de canciones. Los paganos decían: «El Señor ha hecho grandes cosas por ellos». El Señor ha hecho grandes cosas por nosotros, y estamos alegres.

5 ¡Cambia, Señor, nuestra suerte como cambian los torrentes del Négueb! Los que sembraban con lágrimas, cosechan entre canciones. ¡Cambia, Señor, nuestra suerte como cambian los torrentes del Négueb! Los que sembraban con lágrimas, cosechan entre canciones. El Señor ha hecho cosas grandes El Señor ha hecho cosas grandes por nosotros, y estamos alegres.

6 El Señor ha hecho cosas grandes por nosotros, y estamos alegres. El Señor ha hecho cosas grandes por nosotros, y estamos alegres. Aunque iban llorando al llevar la semilla, vuelven contentos, trayendo las gavillas. Aunque iban llorando al llevar la semilla, vuelven contentos, trayendo las gavillas.

7 Todo sumo sacerdote, en efecto, es tomado de entre los hombres y puesto al servicio de Dios en favor de los hombres, a fin de ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Es capaz de ser comprensivo con los ignorantes y los extraviados, ya que él también está lleno de flaquezas, y a causa de ellas debe ofrecer sacrificios por los pecados propios, a la vez que por los del pueblo. Nadie puede arrogarse esta dignidad, sino aquel a quien Dios llama, como ocurrió en el caso de Aarón. Así también Cristo no se apropió la gloria de ser sumo sacerdote, sino que Dios mismo le había dicho: Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy. O como dice también en otro lugar:Tú eres sacerdote para siempre a la manera de Melquisedec. Hb 5,1-6 Todo sumo sacerdote, en efecto, es tomado de entre los hombres y puesto al servicio de Dios en favor de los hombres, a fin de ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Es capaz de ser comprensivo con los ignorantes y los extraviados, ya que él también está lleno de flaquezas, y a causa de ellas debe ofrecer sacrificios por los pecados propios, a la vez que por los del pueblo. Nadie puede arrogarse esta dignidad, sino aquel a quien Dios llama, como ocurrió en el caso de Aarón. Así también Cristo no se apropió la gloria de ser sumo sacerdote, sino que Dios mismo le había dicho: Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy. O como dice también en otro lugar:Tú eres sacerdote para siempre a la manera de Melquisedec. Melquisedec

8 Nuestro Señor Jesucristo destruyó la muerte, y sacó a la luz la vida, por medio del Evangelio. Nuestro Señor Jesucristo destruyó la muerte, y sacó a la luz la vida, por medio del Evangelio. 2Tm 1,10b 2Tm 1,10b

9 Llegaron a Jericó. Más tarde, cuando Jesús salía de allí acompañado por sus discípulos y por bastante gente, el hijo de Timeo, Bartimeo, un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. Cuando se enteró de que era Jesús el Nazareno quien pasaba, se puso a gritar: –¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí! Muchos lo reprendían para que callara. Pero él gritaba todavía más fuerte: –¡Hijo de David, ten compasión de mí! Jesús se detuvo y dijo: –Llamadlo. Llamaron entonces al ciego, diciéndole: –Ánimo, levántate, que te llama. Él, arrojando su manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: –¿Qué quieres que haga por ti? El ciego le contestó: –Maestro, que recobre la vista. Llegaron a Jericó. Más tarde, cuando Jesús salía de allí acompañado por sus discípulos y por bastante gente, el hijo de Timeo, Bartimeo, un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. Cuando se enteró de que era Jesús el Nazareno quien pasaba, se puso a gritar: –¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí! Muchos lo reprendían para que callara. Pero él gritaba todavía más fuerte: –¡Hijo de David, ten compasión de mí! Jesús se detuvo y dijo: –Llamadlo. Llamaron entonces al ciego, diciéndole: –Ánimo, levántate, que te llama. Él, arrojando su manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: –¿Qué quieres que haga por ti? El ciego le contestó: –Maestro, que recobre la vista. Jesús le dijo: –Vete, tu fe te ha salvado. Y al momento recobró la vista y le siguió por el camino. Mc 10, 46-5 Jericó


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