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Fundamentos de Moral familiar y sexual

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Presentación del tema: "Fundamentos de Moral familiar y sexual"— Transcripción de la presentación:

1 Fundamentos de Moral familiar y sexual
Yo no soy teólogo. Nivel general en el que me voy a mover. Es un tema muy amplio y, por tanto, voy a tener que restringir las cuestiones a las que me voy a referir. Mariano Crespo Facultad de Filosofía Pontificia Universidad Católica de Chile

2 ¿De qué vamos a hablar hoy?
Introducción: el fundamento de la moral cristiana El fundamento de la moral familiar y sexual Autodonación y amor matrimonial La afirmación del valor de la persona La pertenencia recíproca de las personas Amor y responsabilidad Una pregunta muy difícil…

3 Introducción: el fundamento de la moral cristiana
Una experiencia Dar respuestas antes que plantear las preguntas Algo semejante puede suceder en la moral Fracaso pedagógico Algo semejante puede suceder en la moral Casuística Sería como comenzar a construir la cosa queriendo poner las tejas como primero de todo.

4 Introducción: el fundamento de la moral cristiana
Las tres dimensiones del ser humano Conocimiento sentimientos Acciones (Actos) Generalización

5 Introducción: el fundamento de la moral cristiana
Acciones (Actos) Actos del hombre Actos humanos Actos realizados libremente

6 Introducción: el fundamento de la moral cristiana
Actos humanos Moralmente buenos Moralmente malos La moral tiene que ver con este tipo de actos

7 Introducción: el fundamento de la moral cristiana
Visión cristiana del hombre, del mundo y de Dios Moral cristiana Para un cristiano, la moral no constituye un capítulo aislado, sino que está inserta en el conjunto del misterio y de la visión cristianos del hombre. Por eso, sería falso reducir el cristianismo a un código de normas que nos dicen qué hacer y qué omitir.

8 Introducción: el fundamento de la moral cristiana
La “esencia” del cristianismo: ¿Una interpretación de la vida? ¿Una serie de normas? Una persona: Cristo La esencia del cristianismo no es un código tal, sino una persona: Cristo, muerto y resucitado por cada uno de nosotros. Jesucristo, “camino, verdad y vida” (Jn.14,6) es la referencia primera y última del cristiano. “En última instancia, lo cristiano no es una teoría de la verdad o una interpretación de la vida. También es esto pero en ello no consiste su núcleo esencial. La esencia del cristianismo es Jesús de Nazaret, su existencia concreta, su obra y su destino, por tanto, una persona histórica” (R. Guardini, Das Wesen des Christentums, Würzburg, 1953, p. 11. Por consiguiente, la vida moral, más que un conjunto de prácticas y leyes o un sistema de valores, es una vida nueva, la “vida en Cristo”. De hecho, la tercera parte del Catecismo de la Iglesia Católica (en adelante “CEC”), dedicada a la moral y a los mandamientos, tiene por título “La Vida en Cristo”. Moral cristiana = Vida en Cristo R. Guardini

9 Introducción: el fundamento de la moral cristiana
La moral cristiana no es irracional La fe no es la expresión de una serie de preferencias emocionales subjetivas. Los mandamientos nos ayudan a ser mejores cristianos y mejores personas «La gracia no anula la naturaleza, sino que la perfecciona» Por último, conviene señalar que la moral cristiana, al igual que el mensaje cristiano en su totalidad, apela también a la razón del ser humano. Con ello queremos decir que las posiciones de la Iglesia con respecto a ciertas cuestiones morales “candentes” como el aborto, la eutanasia, etc. son también profundamente racionales. No es este el lugar para abordar la cuestión de la relación entre razón y fe. Baste decir que (1) la fe no es la expresión de una serie de preferencias emocionales subjetivas y (2) que la moral cristiana no es irracional. «La gracia no anula la naturaleza, sino que la perfecciona» STh I, 1, 8 ad 2 Santo Tomás de Aquino

10 El fundamento de la moral familiar y sexual
Diversas formas o tipos de amor Amor entre amigos Amor de los padres a los hijos Amor de los hijos a los padres Amor a Dios Amor matrimonial, conyugal, esponsal

11 El fundamento de la moral familiar y sexual
Características del amor en general El amor es un tipo de acto que, en sentido propio, solamente tiene a las personas como objeto

12 El fundamento de la moral familiar y sexual
Características del amor en general El amor posee un carácter sobreactual Tipo especial de vivencias Van más allá del momento actual Ejemplo: respeto En segundo lugar, el amor posee un carácter sobreactual. Con "sobreactual" me refiero a la propiedad de un tipo especial de vivencias. Hay vivencias que existen solamente durante el tiempo que son sentidas. Este es el caso, por ejemplo, del aburrimiento experimentado al escuchar una conferencia sobre fundamentos de moral. En cuanto ésta cesa, la vivencia del aburrimiento deja de existir. Sin embargo, hay otro tipo de vivencias diferentes, por ejemplo, el respeto que siento hacia una persona. Este respeto no cesa de existir cuando no estoy con la persona a la que respeto o cuando me ocupo de otras cosas. Lo que sucede, más bien, es que cada vez que me encuentro con la persona respetada es el mismo respeto el que se actualiza. Dicho con otras palabras, el respeto que se siente por dicha persona persiste aunque no me encuentre muy a menudo con ella. A este segundo tipo de vivencias o de respuestas al valor se les conoce como "sobreactuales". Con ello se alude a su, por así decir, "ir más allá del momento actual". A esta clase de respuestas al valor pertenece el amor. Es evidente que el amor a otra persona no deja de existir cuando nos ocupamos de otros objetos. El amor a otra persona sigue existiendo aun cuando no esté actualizado. A diferencia de lo que sucede con el aburrimiento, "el amor que se actualiza en muchos momentos diferentes es una y la misma entidad individual" que permanece a lo largo del tiempo y que "colorea" todas las situaciones de mi vida. Tiende a ser actualizado, pero no vive de sus actualizaciones.

13 El fundamento de la moral familiar y sexual
Características del amor en general El amor es una respuesta al valor intrínseco de la persona amada Pero ¿qué tipo de respuesta? En tercer lugar, el carácter de respuesta al valor de la persona amada que representa el amor se muestra cuando lo comparamos con el mero sentirnos atraídos por una persona. Este segundo caso es el de don Juan. Don Juan comprende la hermosura y el encanto de doña Inés no como un valor, sino como algo subjetivamente satisfactorio para él. Por eso su respuesta es un querer poseer. No comprende el valor de la persona de doña Inés y de sus cualidades. No considera a éstas como expresión de la persona de doña Inés en su conjunto, sino que únicamente la ve como atractiva por su belleza física. Quiere "adueñarse de estas cualidades".

14 El fundamento de la moral familiar y sexual
Características del amor en general (4) Entrega sincera, autodonación Expresión especial en el amor esponsal No supone la anulación de la individualidad de las personas Este elemento de entrega de uno mismo a la persona amada no está presente en respuestas afectivas como la admiración, el respeto o la veneración. Sin embargo, en el amor ocurre algo bien distinto. La persona que ama percibe las mismas cualidades que, por ejemplo, percibe don Juan en doña Inés, pero, eso sí, en un modo radicalmente diferente. Estas cualidades no son percibidas aisladamente, sino como expresión de una "preciosidad" y nobleza interiores. La respuesta ante ellas no será la de la "apropiación", sino la de la entrega auténtica y el deseo de una unión permanente. Autodonación Ésta adquiere una expresión especial en el amor esponsal pero no es exclusiva de él. En todo amor existe un elemento de autodonación. Esta autodonación no supone la anulación de la individualidad de las personas que se aman. Todo lo contrario. La dualidad es esencial para la vivencia de la donación. Este elemento de entrega de uno mismo a la persona amada no está presente en respuestas afectivas como la admiración, el respeto o la veneración.

15 El fundamento de la moral familiar y sexual
Características del amor en general (4) Entrega sincera, autodonación “El que halla su vida, la perderá, y el que la pierda por amor de Mí, la hallará” (Mt, 10, 39) “(…) el hombre, única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí mismo, no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás”. (GS., 24) Sin embargo, en el amor ocurre algo bien distinto. La persona que ama percibe las mismas cualidades que, por ejemplo, percibe don Juan en doña Inés, pero, eso sí, en un modo radicalmente diferente. Estas cualidades no son percibidas aisladamente, sino como expresión de una "preciosidad" y nobleza interiores. La respuesta ante ellas no será la de la "apropiación", sino la de la entrega auténtica y el deseo de una unión permanente. Autodonación Ésta adquiere una expresión especial en el amor esponsal pero no es exclusiva de él. En todo amor existe un elemento de autodonación. Esta autodonación no supone la anulación de la individualidad de las personas que se aman. Todo lo contrario. La dualidad es esencial para la vivencia de la donación. Este elemento de entrega de uno mismo a la persona amada no está presente en respuestas afectivas como la admiración, el respeto o la veneración.

16 Autodonación y amor matrimonial
Paradoja del amor esponsal: que la persona pueda salir del propio “yo” y que con ese “salirse” no se destruya ni desvalorice sino que se enriquezca

17 Autodonación y amor matrimonial
Es un darse de la persona toda a la persona toda No es un amor fragmentario dentro de la vida interior de la persona Por eso, este don de sí no puede tener un significado meramente sexual El don de sí mismo excluye – moralmente hablando – que cualquiera de los dos pueda darse al mismo tiempo y de la misma manera a otras personas “Te quiero mucho Laura y a todas las que a ti se parecen” Es un darse de la persona toda a la persona toda No es un amor fragmentario dentro de la vida interior de la persona “Constituye una cristalización particular del ‘yo’ en su totalidad, el cual, gracias a este amor, está decidido a disponer de sí mismo” “Es evidente, pues, que en el matrimonio este don de sí no puede tener un significado meramente sexual. Si no estuviese justificado por el don de la persona conduciría fatalmente a esas formas de utilitarismo (…) (122)

18 La afirmación del valor de la persona
“Nadie tiene el derecho de servirse de una persona o de usarla como medio” La persona es un fin en sí misma La persona es digna de ser afirmada (amada) por sí misma Norma personalista

19 La afirmación del valor de la persona
Integración de los valores sexuales de la persona en el valor de ésta Aquí se manifiesta el principal rasgo ético del amor O es afirmación de la persona o no es amor. Texto 1 “De modo pues, que en toda situación en que sentimos los valores sexuales de una persona, el amor exige su integración en el valor de ésta, y aun su subordinación a este valor. Es en ello precisamente donde se manifiesta el principal rasgo ético del amor: o éste es afirmación de la persona o no es amor. Cuando se caracteriza por una actitud justa respecto del valor de la persona – llamamos ‘afirmación’ a semejante actitud – el amor adquiere su plenitud, llega a ser integral. Por el contrario, el amor desprovisto de esta afirmación es un amor no-integrado, o más bien no es amor, aunque las reacciones y las experiencias correspondientes puedan tener un carácter ‘amoroso’ (erótico) en el más alto grado”. Wojtyla, K., Amor y responsabilidad. Trad. de D. Szmidt y J. González, Plaza & Janés Editores, Madrid 1996, pág. 150

20 La afirmación del valor de la persona
El amor no es sólo un sentimiento, sino también una virtud Papel de la voluntad Compromiso real de la libertad de la persona-sujeto El amor en cuanto virtud está orientado por la voluntad hacia el valor de la persona Texto 2 “El amor-virtud se refiere al amor afectivo así como al amor de concupiscencia. En efecto, en el orden ético no se trata en absoluto de borrar o dejar de lado los valores sexuales ante los cuales reaccionan los sentidos y la afectividad. Se trata, sencillamente, de ligarlos estrechamente con el valor de la persona, puesto que el amor no se dirige sólo al cuerpo, ni solamente al ser humano de sexo opuesto, sino precisamente a aquélla. Es más, el amor sólo es amor cuando se orienta hacia la persona. Repetimos que orientado solamente hacia el cuerpo, no es amor, porque el deseo de goce que se manifiesta en él es radicalmente opuesto al amor. El amor tampoco es amor cuando no es más que una actitud afectiva respecto de un ser humano del otro sexo. Como es sabido, la experiencia – tan fuertemente anclada en la percepción de la feminidad y la masculinidad – puede borrarse con el tiempo, si no está estrechamente ligada a la afirmación del valor de la persona dada” Wojtyla, K., op.cit., pág

21 La afirmación del valor de la persona
El amor no puede fundarse en la mera sensualidad ni por mucho tiempo en la mera afectividad Pasan “por el lado” de la persona

22 La pertenencia recíproca de las personas
Gracias al amor se consigue una profunda unión de las personas, de la mujer y del hombre Sus relaciones sexuales no pueden ser más que la expresión de semejante unión Por eso las relaciones sexuales son la culminación de un proceso y no su inicio

23 La pertenencia recíproca de las personas
El amor matrimonial consiste en el don de la persona y en su aceptación Misterio de la reciprocidad La aceptación ha de ser, al mismo tiempo, don, y el don aceptación Sólo la mujer que tiene conciencia tanto de su valor personal como del valor del hombre a quien se entrega es capaz de darse verdaderamente y viceversa

24 Amor y responsabilidad
Responsabilidad que existe en el amor No se trata de una limitación o de un empobrecimiento del ser Cuanto más responsable de la persona se siente el sujeto, tanto más hay en él de amor verdadero

25 Amor y responsabilidad
¿Cuál es el indicador de que la elección es verdadera? Cuando todos los valores del objeto de elección se hallan subordinados al valor de la persona amada Valores sexuales “Se está en presencia de la verdad cuando para el sujeto todos los valores del objeto de elección se hallan subordinados al valor de la persona amada: de este modo los valores sexuales que actúan sobre los sentidos y los sentimientos son correctamente tratados. Si, por el contrario, constituyen el principal o el único motivo de la elección, ésta es incompleta y falsa en sí misma, porque no hace caso de la verdad entera sobre su objeto, al persona. Semejante elección es fatalmente el punto de partida de un amor no-integrado, y por lo tanto, falso e incompleto” (161)

26 El compromiso de la libertad
¿Cuándo aparece el amor de voluntad? Cuando el ser humano compromete a conciencia su libertad respecto de otro ser humano en cuanto persona ¿Cómo se expresa el amor de voluntad? “El amor de voluntad se expresa sobre todo en el deseo del bien para la persona amada” “Sólo el conocimiento de la verdad sobre la persona hace posible el compromiso de la libertad respecto de ella. El amor consiste en el compromiso de la libertad: es un don de sí mismo, y ‘darse’ significa precisamente ‘limitar la propia libertad en provecho de otro’. La limitación de la libertad podría ser en sí misma algo negativo y desagradable, pero el amor hace que, por el contrario, sea positiva, alegre y creadora. La libertad está hecha para el amor. Si el amor no la emplea. Si no la aprovecha, se convierte precisamente en algo negativo, y hace que el ser humano experimente una sensación de vacío. El amor compromete a la libertad y la colma de todo lo que naturalmente atrae a la voluntad: el bien. La voluntad tiende al bien, y la libertad es una propiedad de aquélla; por eso decimos que la libertad está hecha para el amor: gracias a ella sobre todo, el ser humano participa del bien. Por la misma razón, la libertad ocupa una de las primeras posiciones en el orden moral, en la jerarquía de las virtudes, así como los buenos deseos y aspiraciones del ser humano. La persona desea el amor más que la libertad: la libertad es un medio, el amor es un fin. Pero desea el amor verdadero, porque sólo sobre la base de la verdad es posible un compromiso auténtico de la libertad. La voluntad es libre y, al mismo tiempo, ‘debe’ buscar el bien que corresponde a su naturaleza; es libre en la búsqueda y en la elección, pero no lo es de la necesidad de buscar y elegir” Wojtyla, K., op.cit., pág. 163 “Cuando la elección es un acto que ha sido madurado interiormente y el amor se integra en la vida interior de la persona – lo cual es indispensable – ésta se transforma psicológica y, sobre todo, afectivamente. En efecto, mientras que la sensualidad y la afectividad demuestran una inestabilidad y una movilidad particulares – lo que siempre provoca una cierta inquietud, quizá inconsciente-, el amor interiormente maduro se libra de ello por la elección de la persona. La afectividad se hace tranquila y segura, porque cesa de ser absorbida por sí misma y se dedica a seguir su objeto, la persona. La verdad puramente subjetiva del sentimiento cede su lugar a la verdad objetiva de la persona objeto de la elección y del amor. Gracias a esto la afectividad adquiere nuevos rasgos particulares, se hace sencilla y lúcida. Mientras que el amor puramente afectivo se caracteriza por una idealización de su objeto (…), el amor concentrado sobre el valor de la persona hace que la amemos tal como es verdaderamente: no la idea que nosotros nos hacemos, sino el ser real. La amamos con sus virtudes y sus defectos, y hasta cierto punto independientemente de sus virtudes y a pesar de sus defectos. La medida de semejante amor aparece más claramente en el momento en que su objeto comete una falta, cuando sus flaquezas, incluso sus pecados son innegables. El ser humano que ama verdaderamente no sólo no le niega su amor sino que, por el contrario, la ama todavía más, sin por ello dejar de tener conciencia de sus defectos y sus faltas, ni aprobarlas. Porque la persona misma nunca pierde su valor esencial de persona. Una afectividad que sigue al valor de la persona permanece fiel al ser humano” Wojtyla, K., op.cit., pág. 162

27 Una pregunta muy difícil…

28 Una pregunta muy difícil…
“Sí, se puede decir que el genuino amor abre los ojos del espíritu para valores siempre más altos del objeto amado: hace verlos y no precisamente ‘ciega’ (como dice un absurdo refrán que abiertamente entiende por amor sólo la pasión impulsiva sensible). Lo que hace ‘ciego’ no es nunca el amor en la emoción empírica, sino los impulsos sensibles que siempre lo acompañan y que traban y limitan efectivamente el amor”. Max Scheler, Esencia y formas de la simpatía. Trad. J. Gaos. Ediciones sígueme, Salamanca 2005, pags


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