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El evangelio de este domingo nos habla del Reino como una gran fiesta de bodas. Es el mismo Dios quien nos invita a sentarnos a su mesa para que gocemos.

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2 El evangelio de este domingo nos habla del Reino como una gran fiesta de bodas. Es el mismo Dios quien nos invita a sentarnos a su mesa para que gocemos junto a Él. Todo lo ha preparado. Todo está listo. Y tendríamos que decir: Qué sabroso es sentarse a la mesa comos amigos a celebrar la vida. La parábola nos advierte sobre el posible rechazo de la invitación a la fiesta del Reino que Dios nos hace, dado que las ocupaciones agotan nuestro tiempo, o porque nos desentendemos ya que tenemos otros intereses, o porque consideramos que no necesitamos la invitación de Dios. De todos modos la fiesta de Dios está lista. Él quiere que todos participemos y nos alegremos con su alegría. Si hay quienes no asisten, de todos modos habrá fiesta. Y en tal caso, habrá que buscar e invitar en «los cruces de caminos, en las fronteras, en las orillas. Allá donde pasan tantas gentes errantes, sin tierras ni negocios, a los que nadie ha invitado nunca a nada. Ellos pueden entender mejor que nadie la invitación. Pueden recordarnos la necesidad última que tenemos de Dios. Pueden enseñarnos la esperanza. (Cf. J. A. Pagola) La parábola también habla al tiempo actual de nuestras vidas. Nos invita a que anticipemos la fiesta del Reino que comienza aquí en la tierra. Nos propone que dediquemos tiempo a celebrar con los que amamos, incluso, con los que no conocemos o nos son extraños pero que trabajan a brazo partido a favor de la vida. Nos anima a no cansarnos de preparar la mesa de Dios a todos y especialmente a quienes nadie ha invitado nunca. Jesús no se contentaba sólo con hablar así de Dios. Él mismo invitaba a todos a su mesa y comía incluso con pecadores e indeseables. Quería ser para todos la gran invitación de Dios a la fiesta final. Los quería ver recibiendo con gozo la invitación y creando entre todos un clima más amistoso y fraterno que los preparara adecuadamente para la fiesta final. (J. A. Pagola).

3 [ Comienza la oración ] En aquel tiempo volvió a hablar Jesús en parábolas a los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo, diciendo: El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los invitados, pero éstos no quisieron ir. Entonces el rey se llenó de cólera y mandó sus tropas, que dieron muerte a aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: La boda está preparada, pero los que habían sido invitados no fueron dignos. Salgan pues, a los cruces de los caminos y conviden al banquete de bodas a todos los que encuentren. Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos y la sala del banquete se llenó de convidados. Envió de nuevo a otros criados que les dijeran: Tengo preparado el banquete, he hecho matar mis terneras y los otros animales cebados y todo está listo. Vengan a la boda. Pero los invitados no hicieron caso. Uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios y los demás se les echaron encima a los criados, los insultaron y los mataron. Cuando el rey entró a saludar a los convidados vio entre ellos a un hombre que no iba vestido con traje de fiesta y le dijo: Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de fiesta? Aquel hombre se quedó callado. Entonces el rey dijo a los criados: Átenlo de pies y manos y arrójenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación. Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos. Palabra del Señor.

4 [ Continúo ] Al final, rezo el Padrenuestro, saboreando cada palabra.

5 Me sereno para esta cita con Dios. Me acomodo con una postura que implique todo mi ser. Al ritmo de la respiración doy lugar al silencio. ( Una y otra vez repito este ejercicio ) [ Continúo ]

6 [ Sigo adelante ] NOTA: La oración preparatoria me ayuda a experimentar libertad de apegos. La repito tantas veces como quiera, dejando que resuene en mí. NOTA: Este paso merece hacerlo con esmero. Le dedico unos 10 minutos.

7 [ Sigo adelante ] (Si me ayuda, puedo decir varias veces la petición) Señor, ayúdanos a anticipar la fiesta del Reino

8 [ Y continúo la oración ] Dios Padre invita a que anticipemos la fiesta del Reino que comienza aquí en la tierra, como fraternidad, como esperanza, como acogida. Salgan pues, a los cruces de los caminos y conviden al banquete a todos los que encuentren

9 [ Y continúo la oración ] Dios Padre invita a que dediquemos tiempo a celebrar con los que amamos, incluso con los que no conocemos o nos son extraños pero que trabajan a brazo partido a favor de la vida. Salgan pues, a los cruces de los caminos y conviden al banquete a todos los que encuentren

10 [ Y continúo la oración ] Dios Padre nos invita y anima a no cansarnos de preparar la mesa del Reino, y especialmente para quienes nadie ha invitado nunca, de tal modo que lo experimentemos como Padre de todos. Salgan pues, a los cruces de los caminos y conviden al banquete a todos los que encuentren

11 [ Comienza el Cierre de la oración ] Todo se Vuelve Fiesta Las manos de mi madre parecen pájaros en aire. Historias de cocina entre sus alas heridas de hambre. Las manos de mi madre saben qué ocurre por las mañanas, cuando amasa la vida. Horno de barro. Pan de esperanza. Las manos de mi madre llegan al patio desde temprano. Todo se vuelve fiesta cuando ella juega junto a los pájaros, que aman la vida y la construyen con los trabajos. Arde la leña, harina y barro. Lo cotidiano se vuelve mágico. Las manos de mi madre me representan un cielo abierto. Un recuerdo añorado. Trapos calientes en los inviernos. Ellas se brindan cálidas, nobles, sinceras, limpias de todo. Cuántas manos de afecto entre la gente limpian oprobios. Las manos de mi madre llegan al patio desde temprano. Todo se vuelve fiesta cuando ella juega junto a los pájaros, que aman la vida y la construyen con los trabajos. Arde la leña, harina y barro. Lo cotidiano se vuelve mágico. (Canta: Mercedes Sosa)

12 Para centrar la experiencia vivida en la Oración, respondo en forma sencilla las siguientes interrogantes: [ Termino con la oración siguiente ]

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