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Las guerras carlistas y su influencia
Por Carlos Pérez
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Comienzo del conflicto
Muere Fernando VII en 1833 y deja un grave problema sucesorio. Al nacer Isabel, 1830, firmó la “Pragmática Sanción”, que permitiría el acceso al trono de su hija. Dos candidatos a la corona, Carlos Mº Isidro, hermano de Fernando, e Isabel, hija de Fernando. El conflicto no solo era sucesorio, sino también ideológico, el liberalismo, representado por Isabel, contra el absolutismo, representado por Carlos Mº Isidro. VS
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Dos bandos, dos ideologías
LiberalES CarlisTAS Defensores del liberalismo Partidarios de unificar el país con las mismas leyes. Ideológicamente moderados o progresistas. Defienden la libertad religiosa. Partidarios de dotar al país de una constitución. Defensores del absolutismo. Defensores de las leyes forales. Ideológicamente tradicionalistas. Seguidores de la religión católica. Partidarios de dar al rey todos los poderes.
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Cronología Acontecimiento Inicio Final Muerte de Fernando VII 1833
Pleito dinástico 1830 PRIMERA GUERRA CARLISTA 1840 SEGUNDA GUERRA CARLISTA Un hecho aislado 1860 TERCERA GUERRA CARLISTA 1873 1876
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La Primera Guerra Carlista en territorio Español
Aunque la Primera Guerra Carlista se desarrolló sobre todo en territorio vasco y en menor medida en territorio catalán, también tuvo cierta influencia en las demás provincias españolas. En el mapa se refleja el control carlista sobre España. En verde oscuro: zonas controladas por los carlistas. En verde claro: aquellas con cierta influencia carlista. El resto: sin influencia carlista.
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La Primera Guerra Carlista Primera Etapa
Comenzó en 1833 con la muerte de Fernando VII. Los primeros grupos militares Carlistas del norte provenían en mayor medida del entorno rural. Estaban desorganizados, y atacaban mediante el hostigamiento, “como una guerrilla más que como un ejército”. Apareció, entonces, Tomás Zumalacárregui que convirtió a las tropas rurales Carlistas en un disciplinado ejército. Los Carlistas tenían el control rural pero necesitarían tener una gran ciudad, por ello sitió Bilbao. Esta primera etapa de la primera guerra Carlista acaba con la muerte de Zumalacárregui a causa de una bala perdida en el sitio.
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La Primera Guerra Carlista Segunda Etapa
Muere Tomás de Zumalacárregui, en el asedio a Bilbao. Los Carlistas siguieron luchando sin tener una base fija. Se emprendieron expediciones por España en busca de aliados. No obtuvieron muchos aunque en algunas ciudades fueron bien acogidos. Tras estas expediciones volvieron a Bilbao pero fueron derrotados en la batalla de Luchana. Después de una clara derrota en tierras vascas, los Carlistas se organizaron y llevaron su ejército hasta las puertas de Madrid. Como su conquista era totalmente inviable se retiraron a las tierras vascas.
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La batalla de Luchana La batalla del Puente de Luchana (Erandio) fue una de las batallas más decisivas para la derrota de los Carlistas en la Primera Guerra. Con ella se levantó el cerco de Bilbao. Fue el general Espartero el que dirigió todas las operaciones incluidos los intentos de llegar a Bilbao por el Puente de Castrejana (Barakaldo). La razón de los Carlistas para cercar Bilbao era la necesidad de tener una ciudad grande para así consolidar su poder y tener un cuartel fijo. Este empeño costó la vida al más prestigioso militar carlista en el Norte: don Tomás de Zamalakarregui. Tras esta batalla aún sucedieron unos años de luchas sin cuartel, es decir sin base fija. Esta situación haría que finalmente se firmara la paz entre Carlistas e Isabelinos en el tratado de Bergara, entre los generales Maroto y Espartero, mediante el cual, los Carlistas reconocerían a Isabel como legítima reina y ellos serian incorporados al ejercito regular manteniendo grados y condecoraciones. Los Isabelinos se comprometieron también a defender los fueros Vascos ante el parlamento.
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La Primera Guerra Carlista Tercera Etapa
El bando Isabelino cada vez contaba con más aliados e incluso algunas naciones extranjeras se unieron a la causa Isabelina El bando Isabelino, con el general Espartero al mando, venció en la batalla de Peñacerrada y tomó algunos pueblos importantes a su paso haciendo que el general Cabrera se retirara hacia Francia. Este, había conquistado tiempo antes Morella, que también fue recuperada por Espartero. Las discrepancias internas entre los Carlistas se hicieron cada vez más notorias.
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La Primera Guerra Carlista Fin de la guerra
Maroto, que logró mandar a la mayor parte de los Carlistas, firmo la paz con Espartero mediante el convenio de Vergara de 1839. Pusieron así fin a la Pri- mera Guerra Carlista. A este convenio entre ambos bandos, se adhirieron la mayoría de los Carlistas.
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Convenio de Vergara Artículo 1.°. El capitán general, don Baldomero Espartero, recomendará con interés al Gobierno el cumplimiento de su oferta de comprometerse formalmente a proponer a las Cortes la concesión o modificación de los fueros. Articulo 2.° Serán reconocidos los empleos, grados y condecoraciones de los generales, jefes, oficiales y demás individuos dependientes del ejército del Teniente general don Rafael Maroto, quien presentará las relaciones con expresión de las armas a que pertenecen, quedando en libertad de continuar sirviendo, defendiendo la Constitución de 1837, el trono de Isabel II y la regencia de su augusta madre, o bien de retirarse a sus casas los que no quieran seguir con las armas en la mano. Artículo 3.° Los que adopten el primer caso de continuar sirviendo, tendrán colocación en los cuerpos del ejército, ya de efectivos, ya de supernumerarios, según el orden que ocupan en la escala de la inspecciones a cuya arma correspondan. Artículo 4.° Los que prefieran retirarse a sus casas, siendo generales o brigadieres obtendrán su cuartel para donde lo pidan, con el sueldo que por el reglamento les corresponda: los jefes y oficiales obtendrán licencia ilimitada o en retiro según su reglamento. Si alguno quisiere licencia temporal, la solicitará por el conducto del inspector de su arma respectiva y le será concedida, sin exceptuar esta licencia para el extranjero; y en este caso, hecha la solicitud, por el conducto del capitán general don Baldomero Espartero, éste les dará el pasaporte correspondiente, al mismo tiempo que dé curso a las solicitudes recomendando la aprobación de S. M. Artículo 5.° Los artículos precedentes comprenden a todos los empleados del ejército; haciéndose extensivos a los empleados civiles que se presenten a los doce días de ratificado este convenio. Artículo 6.° Si las divisiones navarra y alavesa se presentasen en la misma forma que las divisiones castellanas, vizcaína y guipuzcoana, disfrutarán de las condiciones que se expresan en los artículos precedentes. Artículo 7.° Se pondrá a disposición del capitán general don Baldomero Espartero los parques de artillería, maestranzas, depósitos de armas de vestuarios y víveres que estén bajo la dominación y arbitrio del teniente general don Rafael Maroto. Artículo 9.° Los prisioneros pertenecientes a los cuerpos de las provincias de Vizcaya y Guipúzcoa y los de los cuerpos de la división castellana que se conformen en un todo con los artículos del presente convenio, quedarán en libertad, disfrutando de las ventajas que en él mismo se expresan para los demás. Los que no se convinieren sufrirán la suerte de los Prisioneros. Artículo 10.° El capitán general don Baldomero Espartero hará presente al Gobierno para que éste lo haga a las Cortes, la consideración que se merecen las viudas y huérfanos de los que han muerto en la presente guerra, correspondiente a los cuerpos a quienes comprende este convenio -Espartero -Iturbe -Cuevillas -Francisco Fulgosio- Cabañero -Díez Mogrovejo -Lasala -José Fulgosio -Eguía -Selgas -López Cabañas -Lagartu. El bando Carlista reconoce a Isabel II como reina de España. El bando Isabelino se compromete a defender los fueros vascos ante el Congreso. Los militares Carlistas se incorporan al ejercito nacional manteniendo todos sus rangos y condecoraciones. También se otorgarían ayudas a las viudas e hijos de los militares Carlistas muertos en la guerra.
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La Segunda Guerra Carlista
Cuando Isabel II fue suficientemente mayor, tuvieron que concertar su matrimonio. Había dos tendencias, los carlistas casarla con el hijo de Carlos Mª Isidro, y los demás casarla con Francisco de Asís de Borbón. Tras rechazar Isabel al hijo de don Carlos, estalló, en 1848, la segunda guerra carlista. Duró casi un año y no tuvo mucha repercusión. En 1860 los carlistas intentaron de nuevo llegar al poder. De nuevo fracasaron, y su ideólogo, el general Ortega, fue finalmente fusilado.
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La Tercera Guerra Carlista
Tras la caída de Isabel en 1868, el Carlismo vive una de sus mejores épocas como tendencia política. Lograron ciertos apoyos en la sociedad de la época en lo que a la política se refiere. Por ejemplo, en 1869 obtuvieron 20 escaños, la mayor cifra hasta la época. En abril de 1872 comenzó la guerra mediante un alzamiento que fue derrotado en Guipúzcoa pero que se mantuvo en Cataluña. En diciembre la guerra se volvió a comenzar en las provincias vascas junto con Navarra. Los carlistas no obtuvieron apoyos ni en Europa ni fuera de las zonas rurales.. En febrero de 1876 Carlos VII se marchó al exilio.
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Consecuencias de las Guerras Carlistas
Fueron notables en casi todos los ámbitos, tanto en la economía, como en la cultura, pero sobre todo en la demografía. Una grave bajada demográfica, la mayor de la época, más de victimas. Como toda guerra, entrañó grandes gastos, que se sufragaron con recortes económicos en otros ámbitos. Esto ralentizó seriamente el cambio económico que se iba a dar en España. La industria se quedó sin mano de obra a causa de la sangría demográfica.
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La cuestión Foral Los Carlistas estaban a favor del Antiguo Régimen, por lo que apoyaban los antiguos fueros, que eran leyes o/y privilegios otorgados a diversos territorios por los Reyes o Señores. Su origen está en la Edad Media. Al final de la Primera Guerra Carlista, los Isabelinos se comprometieron a defender los Fueros ante las Cortes. Finalmente se mantuvieron siempre y cuando no rompieran la unidad democrática de España. Los Fueron habían sido antes abolidos por la Constitución de 1812, que declaraba a España como nación unitaria, y por lo tanto nadie podía tener privilegios. Se restauran en 1914. Abolidos en 1820 (Trienio Liberal), estuvieron de nuevo en vigencia hasta 1869 (fin de la Tercera Guerra Carlista) en que fueron abolidos definitivamente.
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Conclusiones Las guerras Carlistas fueron un enfrentamiento entre dos ideologías, más que entre dos opciones monárquicas. Causaron graves daños a la economía, la cultura y la demografía de la época. El enfrentamiento también existente entre el campo y la ciudad se hizo más notorio. Es curioso cómo los medios rurales, explotados por el absolutismo, se acogen al Carlismo en vez de al Liberalismo. Algunas causas serían la educación recibida, el miedo al avance en la ciudad y el apego a las tradiciones.
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Acomodaciones: Mitxel Olabuenaga
FIN Acomodaciones: Mitxel Olabuenaga
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