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ADORACIÓN EUCARÍSTICA

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Presentación del tema: "ADORACIÓN EUCARÍSTICA"— Transcripción de la presentación:

1 ADORACIÓN EUCARÍSTICA
Signo y Ministerio Guillermo Rosas ss.cc.

2 Desde sus orígenes, la adoración es para la familia de los Sagrados Corazones, una actitud y una forma de oración constitutiva de su espiritualidad.

3 Actitud…

4 …y forma de oración.

5 La adoración en nuestros inicios

6 Dice en las Constituciones SSCC de 1817:
“Todos los miembros de nuestra Congregación se esfuerzan en imitar la vida oculta de Nuestro Señor Jesucristo reparando, con la Adoración Perpetua del Santísimo Sacramento, las injurias hechas a los Sagrados Corazones de Jesús y de María por los innumerables crímenes de los pecadores.”

7 Para los fundadores El Buen Padre y la Buena Madre, fueron asiduos y fieles “adoradores”, e incluyeron la adoración como práctica principal del instituto.

8 La entendieron como “perpetua”
En el estilo de vida religiosa de entonces, con comunidades numerosas, era posible asegurar que día y noche, siempre, hubiera una hermana o hermano en adoración. La “perpetuidad” de la adoración se cumplía en cada comunidad.

9 …para Pedro Coudrin, el Buen Padre
Desde su niñez, Pedro fue sensibilizado a la presencia de Cristo en la Eucaristía. Particularmente en el granero de La Motte se desarrolló en él la contemplación. Una vez salido de su encierro, durante casi dos años llevó siempre pendiente del cuello una píxide con el Santísimo. Se mantenía en permanente Adoración. Acompañar a Cristo en su Adoración, se tornó en un imperativo para él.

10 Esa Adoración era una contemplación apostólica llena de preocupación por la Iglesia y por su comunidad, como los tiempos lo reclamaban. Apoyada en la Adoración de Jesús, presente en su comunidad, ésta pedía aspirar a llevar el Evangelio a todas partes.

11 …para Enriqueta Aymer, la Buena Madre
La fundadora inició su vida de adoración cuando ingresó a la “Asociación del Sagrado Corazón” en Poitiers. Afirmaba que cuando el padre Coudrin estableció la adoración y le señaló una hora, sin pensarlo, fijó su destino. Hasta su muerte fue fiel a la adoración.

12 …para la comunidad fundadora
La adoración era parte esencial del llamado y la misión de todo hermano y hermana. La naciente congregación llevó en su título: …”y de la adoración perpetua del Santísimo Sacramento del Altar”.

13 En la situación histórica que les tocó vivir a los fundadores, tiempo de mucha violencia y confusión, la adoración había puesto particularmente de relieve su carácter “reparador”, comprendido como una reparación de los pecados, dentro y por la práctica de la adoración.

14 Por eso, la adoración ha sido llamada también “adoración reparadora”.
(Veremos más adelante que el carácter “reparador” lo entendemos hoy de modo distinto que en ese tiempo…)

15 En síntesis: Para la comunidad de los fundadores, la adoración eucarística fue un signo y un ministerio: Signo de la disposición interior de adoración de cada hermano y hermana, y Ministerio de intercesión por el mundo, la Iglesia y la comunidad. Y así queremos seguir viviendo hoy nuestra adoración…

16 La adoración hoy

17 Después de un tiempo de cuestionamiento, dificultad e incluso abandono de la adoración en muchos miembros de la congregación, hoy creemos que es un valor permanente, inherente al llamado del Espíritu para esta familia religiosa, parte del “ser Sagrados Corazones”.

18 ¿Cómo la entendemos hoy?
Adorar es orar en continuidad y en presencia de la eucaristía, sumergiéndonos en el misterio pascual de Jesucristo muerto, resucitado y glorioso, intercediendo por el mundo, por los pobres y sufrientes. La adoración es, por lo tanto, una forma específica de oración.

19 Una oración Eucarística Reparadora Contemplativa Perpetua

20 Es, ante todo, adoración eucarística.
Esto es: su punto de referencia esencial es la celebración de la eucaristía: adoramos desde ella y hacia ella.

21 La adoración llena el camino entre la fuente y la cumbre.
Como nuestros Fundadores, encontramos en la Eucaristía la fuente y la cumbre de nuestra vida apostólica y comunitaria. (Const.I.5) La eucaristía, como en efecto dice el Concilio Vaticano II, es la fuente de la cual mana la fuerza de la Iglesia, y la cumbre hacia la cual tiende toda su vida. La adoración llena el camino entre la fuente y la cumbre.

22 “prolongación de la eucaristía”.
Sin la eucaristía la adoración no tiene sentido, o dicho positivamente, sólo lo tiene en referencia a ella. Por eso decimos que ella es “prolongación de la eucaristía”.

23 Es adoración reparadora…
…pero entendiéndolo hoy de otro modo que en el pasado. El carácter “reparador” de la adoración no lo vemos ya “dentro y por la práctica de la adoración”, sino como un aspecto esencial del seguimiento de Jesús.

24 Somos “reparadores” porque vivimos nuestra fe insertos en el dinamismo del amor salvador de Cristo, que libera y transforma. Nuestro compromiso y apostolado hacen presente el reinado de Dios, que es superación del pecado y vida nueva para todos, especialmente para los pobres y sufrientes.

25 “Reparar” es restaurar y transformar el mundo herido por el pecado personal y las estructuras de pecado, entrando en los sentimientos de Cristo que sigue sufriendo en muchos hermanos. “Reparamos” con toda nuestra vida, y por lo tanto también en la adoración.

26 Si nuestra adoración no se inserta en ese “dinamismo del Amor Salvador” (Const.I.3), se expone a ser un pura práctica formal, un rito individualista o, en el mejor de los casos, una oración sin identidad propia realizada ante el Sagrario.

27 Es adoración contemplativa: pide el silencio exterior e interior.
Más que otros tipos de oración, en ella la música, los cantos, las lecturas y los signos son sólo medios para ayudarnos a entrar en ese silencio en el que podemos “tocar” y saborear el misterio.

28 Ella es el espacio y tiempo favorable para hacer nuestras “las actitudes, opciones y tareas que llevaron a Jesús al extremo de tener su Corazón traspasado en la Cruz”. Ella es el momento para, “conscientes del poder del mal que se opone al Amor del Padre y desfigura su designio sobre el mundo”, identificarnos con la actitud y obra reparadora de Jesús. (Const.I,3).

29 Es adoración perpetua: compromete cada instante de nuestra vida.
Los caminos por los que el Espíritu ha llevado a la vida religiosa nos abren hoy a una comprensión distinta de la “perpetuidad”. No se trata de un mero criterio temporal, sino sobre todo espiritual, porque es “actitud”, no mera “actividad”.

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31 Ya sea que esté reservada en el Sagrario….

32 …expuesta en un ostensorio (o custodia)…

33 …o simplemente en la misma patena,…
…la hostia, el pan consagrado, es como Jesús en el pesebre:

34 En la extrema sencillez de lo aparente se trasluce, para la fe, la inmensidad de Dios, del misterio pascual, actualizado en la celebración eucarística y presente en el mundo.

35 Nuestra adoración es Actitud…

36 Actitud interior … La actitud de adoración, actitud interior, actitud de vida o disposición del corazón, es un rasgo espiritual de nuestro carisma que se vive más allá de los límites de la práctica de la adoración. Como todo valor, llena la totalidad de la existencia y de la vocación. “Adorar es someter a Dios el corazón”.

37 … de docilidad espiritual:
“Someter el corazón a Dios”… …como la actitud de María en la Anunciación, como la de Jesús en el huerto de Getsemaní, como la de Damián cuando decide quedarse para siempre en Molokai…. …reconocer que Dios es el Señor de nuestra vida y de nuestra historia…

38 … de contemplación … La actitud de adoración es actitud contemplativa del mundo, de la historia, del paso liberador de Dios por la vida personal y social. Es mirada de fe, de confianza en la fuerza del Evangelio. Contemplativa, no pasiva ni indiferente. Como María cuando guardaba todo en su corazón…

39 … de adoración al Padre …
Junto a Jesús glorioso, luz que ilumina las tinieblas, adoramos al Padre: Padre misericordioso. Padre providente. Padre cercano en el Hijo. Padre de todos.

40 … con los sentimientos de Cristo …
La adoración nos hace, más que ninguna otra actividad de nuestra vida, entrar en los sentimientos de Cristo, tal como nos dicen las Constituciones. Adoramos con Jesús al Padre, es decir desde su Corazón misericordioso y compasivo, como el del Padre, sensible ante el dolor del mundo, atento a los pobres y sufrientes, abierto y generoso.

41 … realizada como un ministerio …
Como dicen las Constituciones de las hermanas, forma parte de la actitud de adoración el sabernos “delegados” por la Iglesia a realizarla. Es una misión confiada por la Iglesia, un verdadero “ministerio” del que nos sentimos libre y gozosamente responsables: nuestra adoración es de la Iglesia, por el mundo.

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43 Y nuestra adoración es también una forma de oración

44 Es oración … La adoración es oración. Es oración como la de Jesús que ama al Padre y que intercede por los pobres y los que sufren. Es oración como la de María, que “guarda en su corazón” los misteriosos designios de Dios para su vida y para la historia, que persevera silenciosa bajo la cruz, llena de esperanza, que está con la comunidad de Pentecostés.

45 … es signo … Signo personal y comunitario. Signo de una Iglesia que cree en la presencia del Resucitado en el corazón del mundo y de la historia. Signo exterior de nuestra disposición interior.

46 … es práctica … La adoración, en cuanto es un acto o una práctica de oración, no es espontánea, sino que requiere formar hábito y buscar las formas exteriores adecuadas para expresar la actitud interior que la motiva.

47 Admite formas y estructuras muy diversas
Admite formas y estructuras muy diversas. Lo más característico es que se trata de una oración, personal o comunitaria, en presencia del Santísimo Sacramento, ordinariamente de rodillas (al menos en parte del tiempo de adoración), y en silencio. La adoración comunitaria suele integrar elementos motivadores (lecturas, cantos, oraciones) y la bendición con el Santísimo.

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49 Dicen de ella documentos y voces….

50 Constituciones SS.CC., I.5 (Capítulo común a hermanos y hermanas)
“La celebración eucarística y la adoración contemplativa nos hacen participar en las actitudes y sentimientos de Jesús Resucitado, Pan de Vida, presencia del Amor, ante el Padre y ante el mundo.”

51 Constituciones SS.CC., I.4 (Capítulo común a hermanos y hermanas)
“Conscientes del poder del mal que se opone al Amor del Padre y desfigura su designio sobre el mundo, queremos identificarnos con la actitud y obra reparadora de Jesús. Nuestra reparación es comunión con El, cuyo alimento es hacer la voluntad del Padre y cuya obra es reunir por su Sangre a los hijos de Dios dispersos”.

52 “Ella nos hace participar de la misión de Cristo Resucitado, que nos envía a anunciar la Buena Noticia de la salvación. Al mismo tiempo reconocemos nuestra condición de pecadores y nos sentimos solidarios con los hombres y mujeres víctimas del pecado del mundo, de la injusticia, del odio. Finalmente, nuestra vocación reparadora nos estimula a colaborar con todos aquellos que animados por el Espíritu, trabajan por construir un mundo de justicia y de amor, signo del Reino”.

53 Constituciones de las Hermanas, 43
“La adoración eucarística ha sido desde nuestros orígenes «uno de nuestros principales deberes» y un verdadero ministerio que supone un compromiso personal y comunitario. En ella somos «delegadas por la Iglesia», asociadas a la obra de reparación de Cristo, unidas a su contemplación, a su escucha de la voluntad del Padre y a su oración de intercesión”.

54 Constituciones de los Hermanos, 53.3
“En la adoración: a) nos unimos a su intercesión incesante ante el Padre, a su clamor en solidaridad con la humanidad herida por el pecado; b) y somos empujados a entregarnos más plenamente a la misión, para que «por Él, con Él y en Él», nuestra vida y el mundo -liberados del mal y del pecado- den gloria al Padre”.

55 Regla de Vida, 66 “Tu presencia física ante el sagrario tiene valor de signo. Debes expresar una actitud espiritual que no se limita al tiempo que pasas ante el Sacramento, sino que te orienta hacia el Señor tan pronto como termina tu tarea”.

56 Del “Camino de Vida” de la Rama Secular SS.CC., (Sector Chile), n.8
“Asumirás con particular empeño y fervor la Adoración a Jesús sacramentado. Es una hermosa tradición de nuestra Congregación, que pretende así poner a Jesús en el centro de nuestra Vocación y Misión. Adorar es orar en continuidad con la Eucaristía. Es volver a sumergirse en Jesús crucificado y resucitado, presente junto a nosotros todos los días, hasta el fin del mundo. En la adoración, alabas, agradeces, recuerdas, escuchas y acoges el Amor; recoges el dolor de los demás y lo asumes para interceder, consolar, reparar y liberar. Te comprometes con Jesús y con la tarea del Reino de Dios”.

57 P. Jean-Yves Kerrien ss.cc. (+1992)
“En la comunidad de los fundadores, la adoración perpetua fue siempre un signo y un ministerio. Un signo de la disposición interior de adoración de todos y una manera de rememorar la vida oculta de Cristo, es decir su continua adoración al Padre. Es también un ministerio. El fin principal de la adoración perpetua es el de interceder por el mundo, por la Iglesia, y la misma Comunidad, con Cristo, ante el Padre”.

58 P. Patrick Bradley ss.cc., en “Comunión en la Misión”:
“La adoración es un Don, un tiempo para la contemplación –solo o en grupo – de Cristo, Servidor de Yahvé, que toma en su corazón el destino de su pueblo. Adorar es contemplar la totalidad de Cristo: al mismo tiempo al Hijo de Dios en plenitud, y al hombre comprometido con la felicidad de sus hermanos y hermanas, compasivo, justo y liberador”.

59 P. Mario Illanes ss.cc., (días antes de su pascua, +1995)
“Cuidemos la adoración, que es lo más propio que la Congregación puede ofrecerle a la Iglesia.”

60 Karl Rahner s.j., en un escrito sobre el Corazón de Jesús
“La reparación de los pecados del mundo (propios y ajenos), ha de consistir primaria y esencialmente en una participación fiel, amorosa y obediente de todo aquello en que consistió la vida del Señor, en la aceptación de las manifestaciones así como de las consecuencias del pecado en el mundo: dolor, oscuridad, persecución, alejamiento de Dios y muerte”.

61 Carlos de Foucauld (+1916) “Cuando uno ama, quiere hablar todo el tiempo con el ser que ama, o al menos mirarlo. Eso es la oración: no es otra cosa que el intercambio familiar con nuestro muy Amado. Se lo mira, se le dice que se le ama, nos alegramos a sus pies, y le decimos que allí queremos vivir y morir”.

62 Santa Teresa de Jesús (de Ávila), carmelita descalza del siglo XVI
“Orar es estarse con Dios, amándole”

63 Guillermo Rosas ss.cc. Febrero 2006


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