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Publicada porselene castañeda Modificado hace 4 años
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MOTIVOS PRIMARIOS O BIOLÓGICOS María del Prado Rivero Expósito
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INTRODUCCIÓN Los motivos primarios o biológicos constituyen uno de los campos de estudio e investigación más importantes en el ámbito de la psicología de la motivación: la identificación y explicación de los distintos motivos. La motivación tiene que ver con las causas de la conducta, todos los motivos son siempre desencadenados por algún tipo de estímulo. En el ámbito psicológico, el motivo puede definirse como _una fuerza interna impulsora (una necesidad o deseo específico) que activa al organismo y que dirige sus acciones hacia una meta» (Morris y Maisto,2001, p.3 46).
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Las causas de la conducta han de buscarse en la estimulación que recibe el organismo del ambiente y/o en las condiciones del medio interno. Quizá la clasificación más básica es la que distingue entre motivos primarios o biológicos y motivos secundarios o aprendidos. Los motivos primarios son, como señala Palmero (1997), «motivaciones centrales que, desde el nacimiento, están funcionalmente relacionadas con la subsistencia del individuo y de la especie" (p. 86). Los motivos secundarios, son motivos aprendidos, que no tienen una base fisiológica tan evidente como los motivos primarios (Mateos y Arana, 2003).
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En el ámbito de la psicología de la motivación, la explicación de los motivos primarios se ha efectuado mediante el mecanismo de regulación fisiológica denominado homeostasis. El término homeostasis fue introducido en el campo psicológico a partir de los trabajos del fisiólogo Walter Bradford Cannon (1932), quien se basó en las investigaciones de Claude Bernard (1813-1878) para hacer alusión al equilibrio del medio interno, a las condiciones constantes que mantiene el medio interno, dentro de una variabilidad determinada. Ahora bien, la homeostasis no implica equilibrio en sentido estático. Mediante el proceso de homeostasis el organismo se autorregula de modo que consiga el equilibrio del medio interno (Aguado, 2005). La finalidad de los mecanismos autorreguladores es mantener en los niveles adecuados los parámetros fisiológicos.
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Madsen (1973) presentó cuatro criterios diferenciadores de estos motivos: el fisiológico (base orgánica), el comparativo-psicológico (actos universales), de señal (innatos) y de supervivencia (relevantes para conservar la vida). Motivos primarios: hambre, sed, impulso sexual, motivo de descanso y de dormir, el impulso maternal, motivos de temperatura, excretorios, de oxígeno, de actividad y de evitación del dolor. Todos ellos son comunes a todas las culturas, aunque su expresión pueda variar de modo diferencial de unas a otras. Los cuatro más estudiados con resultados de investigación más fructíferos, son el hambre, la sed, el sueño y el sexo. Como ha señalado Deckers (2001), se pueden considerar como procesos imprescindibles para la supervivencia del individuo y/o de su especie.
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HAMBRE Este motivo forma parte del sistema fisiológico responsable de regular distintos aspectos del medio interno del organismo, como son el aporte energético y nutritivo. La regulación automática de la ingesta de calorías es común en seres humanos y animales, se efectúa con la finalidad de prevenir el déficit de energía y mantener un peso corporal estable. Puesto que la conducta de comer se supone controlada por señales de hambre (conlleva la búsqueda de comida y su consumo) y señales de saciedad (causa la terminación de la conducta de comer), se ha buscado sobre todo descubrir y poner de manifiesto las señales fisiológicas que determinan el inicio del hambre y aquellas otras que dan lugar a la saciedad (DeCantanzaro, 2001 ).
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Aspectos neurofisiológicos de la conducta de comer El objetivo básico de la alimentación es la provisión de energía para llevar a cabo las funciones vitales, la reparación del desgaste y ayudar al crecimiento. Ocurre en tres importantes etapas: la captura de alimento, el proceso digestivo y la distribución de dicho alimento por tejidos y células que lo asimilan por absorción. En esta última interviene el metabolismo, conjunto de intercambios que ocurren a nivel celular dentro del organismo y que provocan distintas reacciones químicas a partir de las cuales las células obtienen energía y sintetizan las sustancias que son necesarias para dicho organismo. La salivación, secreción de jugos gástricos e insulina (hormona secretada por el páncreas), son respuestas fisiológicas preparatorias para la absorción de nutrientes por el organismo.
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Tras la ingesta, el proceso digestivo se inicia con la masticación y continúa con el paso por el estómago hasta llegar al intestino. En el intestino se lleva a cabo la absorción, que conlleva un aumento del nivel de glucosa (un azúcar simple que el organismo emplea para la obtención de energía), y la secreción de insulina por el páncreas. Ello posibilita que la glucosa sea llevada al interior de las células donde es utilizada como combustible. La glucosa sobrante es transformada y almacenada como reserva en el hígado. La hipótesis de que la señal para el hambre es la disminución de la glucosa en sangre fue formulada por Mayer (1955) y se denomina hipótesis glucostática, busca explicar la regulación a corto plazo de la alimentación, esto es, el mantenimiento del nivel de glucosa en sangre.
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Además de la cantidad de glucosa en sangre, la regulación de la conducta de comer depende de la secreción de insulina que incrementa la sensación de hambre. Las acciones de la insulina y el glucagón (hormona del páncreas) son contrarias, aunque ambas forman parte de un sistema de redistribución de los nutrientes disponibles que, junto con el desencadenamiento de la conducta de comer, constituyen el sistema homeostático de conservación de la energía. Si bien la hipótesis glucostática busca explicar la regulación de la alimentación a corto plazo, como hemos señalado, la denominada hipótesis lipostática lo pretende hacer a largo plazo (mantenimiento del peso corporal). Dicha hipótesis propone la existencia de señales fisiológicas, entre las que se encuentra la insulina, que son detectadas por el cerebro y que afectan al apetito y a la ingesta de comida. Estas señales son proporcionales a la cantidad de grasa almacenada.
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La glucosa y la insulina son reguladores químicos del hambre, pero no son los únicos. Aunque un nivel bajo de glucosa produce hambre, es el cerebro quien controla de manera automática la in formación sobre el estado interno del cuerpo. A él llegan las señales que provienen del estómago, el intestino y el hígado y originan que sintamos hambre o no. En concreto, dicho control cerebral es realizado fundamentalmente a través del hipotálamo. Las dos áreas en el hipotálamo que controlan las experiencias de hambre y saciedad, que ayudan a controlar el deseo de comer: el hipotálamo lateral y el hipotálamo ventromedial, este último interactúa con el páncreas. Ambos cumplen una función esencial en el control de la ingesta y de la saciedad, interactuando de manera recíproca para determinar un punto de ajuste para el tejido adiposo (Grzib, 2002)
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El hipotálamo lateral induce hambre, ayuda a regular el peso corporal en el punto de ajuste o equilibrio, mientras que el hipotálamo ventromedial deprime la sensación de hambre (Myers, 2007). Además de la supresión de la conducta de comer, entre las alteraciones producidas por lesiones en el hipotálamo lateral destaca la afagia, severa abstención de alimento. La hiperfagia y la obesidad, las lesiones en el hipotálamo ventromedial alteran la palatabilidad de los alimentos, de modo que la comida que sabe mal sabe mucho peor y la que sabe bien sabe aún mejor. En la actualidad, se ha puesto de manifiesto la participación de un tercer centro hipotalámico, el núcleo paraventricular, así como la intervención de ciertas regiones de la corteza cerebral y la médula espinal en la regulación de la ingesta de alimentos.
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Aprendizaje y conducta de comer El aprendizaje, los factores sociales y culturales, influyen en cuándo sentimos hambre y en qué cosas tenemos ganas de comer y cuáles no. La ingesta de comida es también un proceso de recompensa que interactúa con las estructuras neurofisiológicas y los sistemas neuroquímicos cerebrales que favorecen el placer y el reforzamiento. Experimentalmente se ha encontrado que la simple presencia de estímulos condicionados a la comida suscita respuestas fisiológicas similares a las que ponen en marcha la fase de absorción metabólica (DeCatanzaro, 2001 ). El aprendizaje juega un papel importante en la conducta de comer. Los gustos y costumbres alimenticias de cada persona tienen que ver con las preferencias y aversiones adquiridas mediante mecanismos de aprendizaje a lo largo de su vida.
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Preferencias condicionadas a los alimentos Si bien hay otros gustos condicionados por la experiencia y la cultura, es un hecho que existen preferencias por los sabores dulces y salados que son genéticas y universales. También existe un rechazo por los sabores amargos y ácidos, aunque no haya constancia experimental de que dicho rechazo sea innato. Como señala Aguado (2005) posiblemente ello se deba a su significado funcional. los sabores dulces y salados se asocian con la presencia de nutrientes, mientras que los sabores amargos y ácidos se asocian con alimentos venenosos, tóxicos o en mal estado.
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Características del estímulo y factores sociales y culturales que influyen en la conducta de comer Características de la comida Las características de los alimentos influyen mucho en su ingesta. La presencia de estímulos alimentarios apetitosos, corno por ejemplo los bombones o unas crujientes patatas fritas, conllevan que se inicie la conducta de comer aunque no exista necesidad orgánica para ello. La palatabilidad de los alimentos tiene que ver con su valor hedónico y viene determinada por su olor, aspecto, sabor, textura y temperatura, los cuales atraen nuestra atención en la dirección de los alimentos y nos inclinan a comer incluso a pesar de estar satisfechos. Una alta palatabilidad estimula el apetito.
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El fenómeno de la saciedad sensorial específica consiste en que se come menos cuando hay un solo alimento, es como si nos cansásemos de él; no obstante hay que decir que existen alimentos, como por ejemplo el pan, que se toman siempre acompañando a otros alimentos. Factores sociales y culturales La comida desempeña un papel importante en nuestra sociedad. Es frecuente la organización de eventos sociales que giran alrededor de la comida. las fiestas, banquetes y celebraciones diversas son un claro ejemplo de ello.
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Otro hecho importante en relación a la ingesta de comida viene dado por la presencia de otras personas. Es frecuente comer más cuando se está acompañado de comensales que también están comiendo que cuando se está solo, aunque haya transcurrido poco tiempo desde la comida anterior. Así, por ejemplo, Redd y De Castro (1992), comprobaron que se producía un incremento hasta del 60% en la ingesta de comida cuando ésta tenía lugar en presencia de otros. El horario de las comidas en nuestra sociedad viene dado, por lo general, en tres momentos, desayuno, almuerzo y cena, con cierta abundancia sobretodo en el almuerzo, y ello suele acontecer en horas más o menos regulares, entre las siete y las ocho de la mañana, sobre las dos o tres de la tarde y alrededor de las nueve de la noche. Pero estos horarios se distribuyen de forma diferente en otras sociedades.
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Por otra parte, es importante señalar que puesto que las culturas difieren notablemente de unas a otras, también lo hacen las preferencias alimenticias y los sabores de la comidas. Hay enormes variaciones en los usos y preferencias alimenticias entre diferentes culturas e individuos. Es frecuente en algunas culturas utilizar aceite de oliva para cocinar, mientras que en otras se utiliza para ello mantequilla. Es un hecho que los ingredientes usados en la comida y el gusto por determinados sabores son en gran parte culturales.
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Referencia Psicología de la motivación María Teresa Sanz Aparicio Francisco Javier Menéndez Balaña María del Prado Rivero Expósito Montserrat Conde Pastor UNED
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