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Publicada porMiguel Ángel San Martín Araya Modificado hace 7 años
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LA ALEGRÍA DE SER HERMANAS Y HERMANOS EN COMUNIDAD
René Cardozo, SI. 1h – 9h a 10h; y 1h – 11h a 12h. 5 diciembre 2.014 CER
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Presentar video de los colores.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
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El tema de la vida comunitaria es un tema complejo y muchas veces incómodo.
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Seguramente ya lo hemos tratado muchas veces, y siempre hemos encontrado las mismas preguntas y respuestas.
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Se habla mucho de una crisis de la vida comunitaria
Se habla mucho de una crisis de la vida comunitaria. De que en nuestras comunidades hay muchísimas dificultades de relaciones humanas, de comprensión, de diálogo.
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Muchas veces se exasperan nuestras diferencias, y manifestamos una incapacidad casi crónica de fraternidad.
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Por qué somos incapaces de construir comunidades fraternas y llenas de la alegría del encuentro con el Señor?
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Cabe destacar que la crisis de la vida comunitaria es mucho más amplia
Cabe destacar que la crisis de la vida comunitaria es mucho más amplia. Hoy vivimos muchas crisis de fraternidad: en las familias, en las sociedades, en las religiones, en las culturas, en los fundamentalismos, etc.
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Nuestro mundo, así globalizado, ha exacerbado las diferencias, hasta hacerlas muchas veces irreconciliables.
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Por ello, hay bases espirituales, antropológicas, sociológicas, humanas en el proyecto de construcción de una comunidad de vida. Y todas ellas deben ser tomadas en cuenta para la realización de este proyecto común.
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El desafío y la opción a la que nos enfrentamos es la de concretar la Alegría del encuentro con el Señor como forma de evangelización, pero no en forma individual y aislada, sino en base a un proyecto común y una vivencia comunitaria del mismo.
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Y, por supuesto si somos capaces de incorporarnos, de subir al tren, de esta propuesta de nueva evangelización que tenemos, y que debemos vivirla como cuerpo, como equipo, como grupo, como comunidad.
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Pueden existir un sinnúmero de causas humanas (forma de ser, carácter, personalidad, heridas, traumas, cualidades y defectos, etc.) que debemos ir trabajando y superando. Así como espirituales (relación con Dios, con los otros, con la naturaleza, etc.), así como de liderazgo y de incorporación a un cuerpo necesariamente articulado y con sus propios roles y carismas.
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Pero considero que todo ello pasa por una primera opción libre y personal, de querer integrar este proyecto de Dios, en equipo, en cuerpo y en comunidad. Es una opción fundamental de vida, a la que estaos llamados como Vida Religiosa, en un mundo actual en el que más bien se privilegia, en ámbitos la libertad y la acción individual, lo que pasa por la realización y satisfacción personal. (quizá muchos grupos y culturas originarias mantienen el carácter comunitario de su existir).
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Hoy vivimos una fuerte experiencia del tejido social roto, en sociedades que son cultivo de la desconfianza, del miedo, del placer personal, de la satisfacción individual. Muchas expresiones culturales hoy, nos llevan a un marcado alejamiento del contacto fraterno, cariñoso, cercano y amable. Para muchos jóvenes la familia ha dejado de ser el núcleo básico comunitario, y hoy viven sus relaciones en las redes sociales, o en las pandillas y grupos al margen de la convivencia social.
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Estas generaciones son las que intentamos incorporar a un proyecto comunitario en el que la Vida Religiosa encuentra la manera de proclamar a Cristo Resucitado. Por ello, la comunidad es un proceso de incorporación y tensión permanentes. Un proceso de luces y sombras. Nos encontramos ante un desafío espiritual y humano, ante un escenario social, político y cultural.
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Estamos dispuestos a responder a él, sabiendo que muchas cosas irán de forma contracultural, y que el proyecto que se nos propone exige medios materiales y humanos para su realización? La vida comunitaria es un horizonte, y utopía, a la que debemos caminar, con esfuerzo, con dedicación, con paciencia y comprensión de nuestras propias limitaciones. Y este proceso debemos hacerlo con la Alegría del encuentro con el resucitado, encuentro que nos transforma y vivifica constantemente en todo momento de nuestra vida.
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Y este proceso no depende ni de la edad, ni del sexo, ni de la cultura, ni del carácter. El encuentro con el Señor debe ir trabajando y transformando nuestro interior. Según el proyecto que él tiene para nosotros. Es así que quiero presentarles algunos llamados a la construcción de esta vida comunitaria, como expresión de la alegría del encuentro con el Señor.
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EL PROYECTO DE DIOS La fraternidad, y la comunidad son parte del proyecto de Dios para la redención de la humanidad.
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Jn 17, 21: «Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti; que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste».
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Y en este proyecto, la acción del Espíritu Santo es fundamental:
La diversidad tiene que ser siempre reconciliada con la ayuda del Espíritu Santo; sólo Él puede suscitar la diversidad, la pluralidad, la multiplicidad y, al mismo tiempo, realizar la unidad.
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EVANGELLI GAUDIUM El Papa aborda de forma profunda y extensa el problema de la vida comunitaria. Les comparto algunos fragmentos de la Exhortación Apostólica:
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«87. Hoy, que las redes y los instrumentos de comunicación humana han alcanzado desarrollos
inauditos, sentimos el desafío de descubrir y transmitir la mística de vivir juntos, de mezclarnos, de encontrarnos, de tomarnos de los brazos, de apoyarnos, de participar de esa marea algo caótica que puede convertirse en una verdadera experiencia de fraternidad, en una caravana solidaria, en una santa peregrinación.
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De este modo, las mayores posibilidades de comunicación se traducirán en más posibilidades de encuentro y de solidaridad entre todos. Si pudiéramos seguir ese camino, ¡sería algo tan bueno, tan sanador, tan liberador, tan esperanzador!
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Salir de sí mismo para unirse a otros hace bien. Encerrarse en
sí mismo es probar el amargo veneno de la inmanencia, y la humanidad saldrá perdiendo con cada opción egoísta que hagamos.
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así como algunos quisieran un Cristo puramente espiritual, sin carne y sin cruz, también se pretenden relaciones interpersonales sólo mediadas por aparatos sofisticados, por pantallas y sistemas que se puedan encender y apagar a voluntad.
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Mientras tanto, el Evangelio nos invita siempre a correr el riesgo del encuentro con el rostro del otro, con su presencia física que interpela, con su dolor y sus reclamos, con su alegría que contagia en un constante cuerpo a cuerpo.
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91. Un desafío importante es mostrar que la solución nunca consistirá en escapar de una relación personal y comprometida con Dios que al mismo tiempo nos comprometa con los otros.»
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ESCRUTAD En el texto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, también se toca el tema de la vida comunitaria:
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Pg. 63: «El Papa Francisco nos recuerda: ‘Me duele tanto comprobar cómo en algunas comunidades cristianas, y aun entre personas consagradas, consentimos diversas formas de odio, divisiones, calumnias, difamaciones, venganzas, celos, deseos de imponer las propias ideas a costa de cualquier cosa, y hasta persecuciones que parece una implacable casa de brujas.
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¿A quién queremos evangelizar con estos comportamientos
¿A quién queremos evangelizar con estos comportamientos? Nadie se salva solo, esto es, ni como individuo aislado ni por sus propias fuerzas. Dios nos atrae teniendo en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que supone la vida en una comunidad humana’.
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Estamos llamados entonces a reconocernos como fraternidad abierta a la complementariedad del encuentro en la relación entre las diferencias para proceder unidos: «Una persona que conserva su peculiaridad personal y no esconde su identidad – exhorta el Papa Francisco- cuando se integra cordialmente en una comunidad, no se anula, sino que recibe siempre nuevos estímulos para su propio desarrollo».
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CLAR La CLAR, en su plan global, nos plantea como objetivo general: «promover y acompañar comunidades nuevas de Vida Consagrada:
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Centradas en la Palabra y el Espíritu.
Cimentadas en el encuentro personal y comunitario con Jesucristo vivo. Abiertas a los escenarios prioritarios y a los sujetos emergentes de América Latina y el Caribe.
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PAUSA
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Quisiera compartirles dos aproximaciones a la vida comunitaria
Quisiera compartirles dos aproximaciones a la vida comunitaria. Una propuesta por el P. Carlos Palmés, en su libro «Ser o No Ser, la Vida Religiosa del siglo XXI»; y otra propuesta por la Hna. Mercedes Casas, Presidenta de la CLAR
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POSIBLEMENTE LA COMUNIDAD ES UN PROCESO DE CONSTRUCCIÓN EN TENSIÓN PERMANENTE.
TENSIÓN ENTRE EL DON-AMOR DE DIOS Y NUESTRO EGOÍSMO ESTRUCTURAL Y HUMANO.
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TENSIÓN ENTRE EL AMOR-AMISTAD DE JESUS (EL AMOR MÁS GRANDE ES DAR LA VIDA POR SUS AMIGOS), Y NUESTRA INCAPACIDAD DE SENTIR «AMISTAD EN EL SEÑOR». LA VIDA COMUNITARIA ES UNA TENSIÓN PERMANENTE ENTRE EL AMOR DE DIOS, Y NUESTRO PECADO ESTRUCTURAL. POR ELLO LA COMUNIDAD ES UN PROCESO DE FE.
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Y en este proceso de fe, debemos construir, con la Gracias de Dios, no solamente nuestras comunidades, sino nuestras Iglesias locales, nuestras sociedades, y nuestra humanidad. Colaborara eficazmente a que el Proyecto redentor de Dios se haga realidad en cada una y cada uno de nosotros, y en nuestra humanidad.
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MUCHAS GRACIAS
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