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Publicada porJuan José Valenzuela Benítez Modificado hace 8 años
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Como Misioneros Vicentinos, el CAM surge como proyecto para responder a una realidad de exclusión y pobreza situándose en medio de una problemática de gran impacto en Cochabamba como es la violencia intrafamiliar.
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Los Vicentinos cuentan con una experiencia de servicio de 20 años atrás, sin embargo, abordar esta realidad y articular una acción para trabajar con mujeres que sufren violencia supone un reto novedoso y una nueva etapa. En un principio comienza el proyecto con la atención de diversos casos. Sin embargo hoy día el CAM implica todo un trabajo de desarrollo colectivo para acompañar la vida de las personas en todos los niveles.
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De esta forma la espiritualidad de la mesa compartida excluye la idea de que La figura de la persona del equipo es de liderar, ordenar,corregir,mandar,imponer… El terapeuta no es un cacique en la casa, sino la figura a la que las personas del proyecto buscan para sentarse, para hablar, para aconsejar, para compartir,para orientar, para reír, para llorar, … en definitiva para Vivir. La autoridad no es impuesta sino que el terapeuta se la gana cuando establece niveles de confianza desde el respeto y desde ubicarse como terapeuta, sin pasar límites. Hay quien es autoritario pero carece de autoridad. La autoridad en el CAM es el reconocimiento que se le da a una persona por ser válida para acompañar la vida de los demás. En este Acompañar es imprescindible compartir Camino y Vida
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Dentro de nuestra espiritualidad cobra especial importancia la figura y referencia en nuestro quehacer de Jesús de Nazaret. En el CAM se viven situaciones complejas y realidades con multitud de dificultades. Nadie tiene la varita mágica para dar la respuesta adecuada a todo y a todos, especialmente cuando las personas nos hacen sentir mal, nos menosprecian, no nos valoran…etc Por ello, en todo momento y bajo nuestra convicción de fe, la clave es preguntarnos… ¿qué haría Jesús en esta situación, qué pensaría, qué sentiría, guardaría silencio, abrazaría, se pondría en el lugar de la persona…?. La centralidad en la persona de Jesús es lo más importante de nuestro trabajo en el CAM y la razón de ser y existir del proyecto. La experiencia de Jesús de Nazareth nos sumerge en el Espíritu de la valentía, de la creatividad, de la fe, de la justicia y sobre todo de un Amor desinteresado y con mayúsculas, que ponga en el centro de todo el proyecto a la persona con sus preocupaciones, de forma que sea esta motivación de fe la que nos de el impulso y la fuerza para salir adelante juntos.
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El centro de la intervención va a ser siempre la persona redescubriéndola en cada caso. De esta forma cada persona acogida o atendida representa un desafío a la propia existencia del CAM, priorizando por encima de lo institucional el valor del ser humano y sus derechos y dignidad,siendo para nosotros experiencia profunda de Dios en los demás. Por tanto, nuestra relación con cada persona acogida o atendida tiene que ser una relación madura, equilibrada, empática, eficaz y totalmente comprometida. Cada persona del equipo es mi hermano/a en quien me apoyo con total confianza y compromiso de tal forma que suponga una implicación plena en el proyecto,así como una opción de vida por crecer como persona en medio de todos los retos que nos planeta el CAM.
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La metodología seguida en el CAM es el modelo de Trabajo en equipo. Consiste en Re-descubrirme en el trabajo; en el encuentro personal, encuentro con el otro y encuentro con Dios. Se relaciona con el sentido de la Vida, con el sentido de mi vida y con el sentido de la vida de los demás. Se trata de descubrir mis talentos, y poniéndolos al servicio de los demás descubrir también los suyos, sacando lo mejor de cada persona. Esto implica acoger, proteger, acompañar, provocar un proyecto de vida renovado. Estas tres acciones no sólo recogen la espiritualidad del CAM, sino todos aquellos aspectos técnicos de intervención internos que están propuestos, además de toda nuestra estrategia de incidencia y trabajo interinstitucional.
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El trabajo en equipo implica asumir diferentes procesos naturales del equipo y de cada persona que forma parte de él. Ayudar a los demás supone el gran regalo de Ser ayudados.
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No podemos JUZGAR, no somos quiénes para hacerlo. Juzgar a unamujer acogida residente de la casa nos sitúa de forma dramática fuera por completo de la posibilidad de ayudar. Nuestra realidad vivida no puede ser un obstáculo para el trabajo de acompañar la vida de los demás, debemos de evitar juicios como “no aprovecha la ayuda que le damos”, “mi vida también ha sido muy dura y en la casa contemplamos demasiado algunas acciones de las chicas…”, Tenemos que tener claro que las condiciones entre las personas del equipo y las de las personas que ingresan a la casa NO SON IGUALES.
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Debemos de tener una permanente actitud de FORMARNOS, tanto de forma personal como equipo. La pasividad en la autoformación nos puede convertir en un equipo mediocre que es salvado por una, dos o tres personas que ejercen un mayor liderazgo. Esto es un gran error y pone en peligro la estabilidad del trabajo del CAM. No podemos acostumbrarnos a la realidad. El día que una mujer acogida o que un niño atendido no sacuda nuestro corazón, ese día habremos perdido totalmente la posibilidad de ayudar, de acompañar la vida de las personas. Solamente desde la vivencia de que cada persona nos afecte como la primera experiencia, sólo desde ahí, mantendremos nuestra motivación en óptimas condiciones para hacer nuestra la experiencia de la persona. Acostumbrarse a la realidad que acogemos es el mayor pecado que nos puede llevar a perder por completo la motivación y razón principal de porqué compartimos Vida y nos complicamos en cada caso del CAM.
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