A ut é ntica J oya Noris Capín
“En la abundancia acuérdate de la escacez, y en la riqueza acuérdate de la pobreza. De la noche a la mañana cambia el tiempo; si el Señor lo quiere, todo pasa en un momento.” Eclesiástico 18: 25-26
Dios colocó una corona en mi cabeza un día. Pesada pieza hecha de oro y piedras preciosas. No sabía yo cómo equilibrar el peso de la joya en mi cabeza. No podía entender el significado real de la alhaja que llevaba puesta.
Seguí adelante con mi brillante corona, pretendiendo ser reina cuando sólo era una impostora. Y así fui cruzando los ríos y navegué por los mares; atravecé fronteras y me adentré en los valles.
Con mi joya en mi cabeza, gobernaba yo las selvas, era dueña de los mares y heredera de la aurora. ¡Altiva golondrina que añora un atardecer glorioso!, Dios colocó la corona que como un reto llevaba puesta
Mas un día inesperado, mi joya cayó al pavimiento, saltando sobre el cemento rubies y un sinfin de esmeraldas. Gemas de gran valor, que a mí no me hacian falta.
Al ver Dios mi indiferencia por las alhajas de alcurnia, Él acomodó otra joya sobre mi cabeza de niña. Adornando mi cabeza, llevo una guirnalda de azahares. Helechos frescos cubren mi frente y hojas de tamarindo embellecen mi rostro.
No necesito oro ni tampoco piedras preciosas; me conformo con las flores que Dios colocó en mi cabeza.
“Se humilde en todo lo que hagas, y te estimarán más que al que hace muchos regalos. Cuanto más grande seas, más deberás humillarte; así agradarás a Dios. El poder del Señor es grande, y los humildes honran a Dios.” Eclesiástico 3:17-20 PALABRADEDIOSPALABRADEDIOS
Noris Capín Libro de apoyo y crecimiento espiritual para la mujer en Cristo