Mùsica: Concierto para violin -Vivaldi– Textos y fotos: Internet
En otoño, los gigantes se adueñan del Atlántico Sur. Cuando las aguas intensamente azules comienzan a llenarse de manchas negras es que han llegado las ballenas. Hay que prepararse para siete meses de saltos en el océano y de tiernas escenas entre madres y crías.
La temporada de avistaje oficialmente se inicia el 8 de junio en Puerto Pirámides, única población de la península y sitio de donde parten las embarcaciones para hacer los avistajes.
Viajeros de todo el mundo se alistan para llegar a la Patagonia a presenciar uno de los espectáculos naturales más sobrecogedores del mundo. El que año tras año ofrece la ballena Franca Austral en su escala viajera en el gélido mar azul de la Península Valdés.
La costa de Puerto Piràmides es el escenario elegido por la especie en extinción, cada invierno y primavera, para parir sus crías.
Aunque las ballenas son visibles desde la costa, la mayoría de los visitantes quiere tener un contacto más cercano con ellas. Para ello hay que contratar una excursión y subirse a lanchones, catamaranes u otros tipos de embarcaciones que ofrecen distintas empresas de turismo en Puerto Pirámides.
Y enseguida llegará la emoción de ver nadar ahí nomás y tranquilamente a este bello animal de hasta 12 metros de largo y 40 toneladas de peso. Si hay suerte, dejará ver su cola fuera del agua —la típica imagen de postal— y hasta puede que sorprenda con un salto ornamental que se imprimirá para siempre en las retinas de sus testigos.
No hay dudas de que el espectaculo es único: el avistaje de la ballena Franca Austral es el principal recurso turístico de la provincia de Chubut. Se calcula que, cada temporada, unos 150 cetáceos se acercan a la costa de Pirámides y son vistos por 100 mil viajeros (la cuarta parte de ellos, extranjeros).
Invariablemente, en esta época del año y hasta fines de la primavera, las ballenas van llegando plácidamente a la cita. Ingresan a las corrientes marinas de Caleta Valdés y de los golfos San José y Nuevo, vecinos a la Península Valdés. La playa de El Doradillo es lugar de nacimiento de entre 50 y 70 ballenatos, bebés de cinco metros de largo.
Octubre y noviembre son los meses que concentran la mayor cantidad de ballenas visibles (de 350 a 400). Ellas luego siguen viaje hacia las aguas antárticas, en busca de su plato principal: el krill. Primero reproducirse, luego alimentarse. Y en el medio, un largo viaje. PPS: La ballena franca austral es una especie considerada en peligro de extinción, razón que llevó al gobierno argentino a declararla monumento natural en 1984.