CLARACAMPOAMOR UNA MUJER, UN VOTO UN VOTO
Nace en Madrid en 1888, hija de contable y de modista. Trabaja desde los 13 años como telefonista, dependienta, funcionaria de correos y profesora
Con 36 años consigue la licenciatura en Derecho. En 1925 fue nombrada miembro del Colegio de Abogados e inicia sus actividades políticas. Luchadora infatigable por la igualdad de género En 1925 fue nombrada miembro del Colegio de Abogados e inicia sus actividades políticas. Luchadora infatigable por la igualdad de género.
Clara Campoamor Margarita Nielken Victoria Kent Junto a Margarita Nielken y Victoria Kent fueron las primeras mujeres en obtener un escaño en el Primer Parlamento Republicano, en 1931
Se enfrentó a Victoria Kent y a su propio partido, ya que éstos se oponían al Derecho Electoral de las mujeres porque consideraban que éstas, influidas por la Iglesia, no apoyarían la República
Una mujer, un voto “Tenéis el derecho que os ha dado la ley, la ley que hicisteis vosotros, pero no tenéis el Derecho Natural, el Derecho Fundamental que se basa en el respeto de todo ser humano, y lo que hacéis es detentar un poder; dejad que la mujer se manifieste y veréis como ese poder no podéis seguir detentándolo….” Clara Campoamor, en el Congreso de los Diputados el 1 de octubre de 1931
Clara Campoamor en Las Comisiones Interparlamentarias
En la Constitución de 1931: “Los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de 23 años, tendrán los mismos derechos electorales conforme determinan las leyes”
Y las españolas votaron en las elecciones Generales de 1933 Clara no renovó su escaño y más tarde abandonó el partido
Se exilió en 1936 a Francia, Buenos Aires y Suiza hasta su muerte en Laussanne en 1972
“Defendí en Cortes Constituyentes los Derechos Femeninos. Deber indeclinable de mujer que no puede traicionar su sexo, si, como yo, se juzga capaz de actuación, en virtud de un sentimiento sencillo y de una idea clara que rechazan por igual: la hipótesis de constituir un ente excepcional, fenomenal, merecedor, por excepción entre las otras, de inmiscuirse en funciones privativas del varón, y el salvoconducto de la hetaira griega a quien se perdonara cultura e intervención a cambio de mezclar el comercio del sexo con el espíritu” Clara Campoamor