-Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena.
Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará. (Jn 16, 12-15) Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando.
El pensador Jüngel afirma que la fe en el Dios uno y trino debería: caracterizar la existencia cristiana íntegra, determinar íntegramente la liturgia cristiana, la piedad cristiana, la moral cristiana, y la teología cristiana, responsable de la verdad cristiana.
Es célebre la frase de San Agustín: Hay un itinerario descendente y otro ascendente para pensar este misterio.
El Dios-comunidad nos lleva a descubrir nuestra vocación al amor. Pero también el amar y ser amados nos lleva a gustar el modelo último del amor que es la Trinidad de Dios.
La Iglesia nos ha admitido en su seno al bautizarnos en el nombre de la Trinidad. Es un solo Dios el que reconocemos como Creador, Redentor, Santificador de vida, modelo de misericordia, y manantial de amor.
Ese Dios único se nos muestra como una comunidad que brota del amor y revela la razón última de todo amor. Una comunidad modélica para toda sociedad, porque no anula identidad y la diferencia de cada persona y reúne voluntades en el ser y en la voluntad común.
Es la comunión la que crea vida y alegría. Esa relación de Jesús con su Padre es el modelo de la mejor relación humana
Ningún otro maestro de este mundo nos llevará a la Verdad última que viene de Dios. Si no lo recibimos viviremos en la opinión y la duda, en la incertidumbre y el relativismo.
Dios Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, danos un corazón limpio, fuerte y grande para acogerte, adorarte y anunciarte en nuestro mundo. Amén.
Texto: José Román Flecha Andrés PALABRA DEL SEÑOR Salamanca