Un maestro de la Ley pregunta a Jesús qué ha de hacer para conseguir la vida eterna. Jesús, la resume en los dos mandamientos:
El maestro de la Ley no parece tener problemas con relación al primero de los amores. Sólo se formula la pregunta respecto del segundo. ¿Quién es mi prójimo?
Unos excluían a los extranjeros y a los paganos. Otros excluían a los ajenos a su secta. Y otros excluían a los que no conocían o no practicaban la Ley de Moisés. Sin duda tenía razón para ello. En su ambiente había escuelas que discutían quién era el prójimo que merecía el amor.
La cuestión continúa hoy. Tratamos de ser solidarios, ciertamente. Pero sólo con: los de nuestro país o nuestra región, los de nuestro grupo social o político, los admiradores de nuestro club deportivo…
Entonces como ahora, se podía decir: La reducción de los límites revela nuestro egoísmo. Y nuestro miedo a acercarnos a los que son un tanto diferentes. un tanto diferentes.
Jesús le cuenta una parábola que recorre los siglos. Un hombre es ultrajado y apaleado. Por los guerrilleros. los terroristas, los narcotraficantes, Los especuladores de la vivienda. Es lo mismo.
Tienen intereses urgentes. O tareas imprescindibles. Tal vez compromisos religiosos. Algunos de los que se esperaría interés y cercanía pasan junto a él y deciden ignorarlo.
Sólo un hombre aparentemente sin escrúpulos se atrevió a acercarse a la víctima.
Un samaritano que iba de camino llegó junto al herido, y al verle tuvo compasión; y al verle tuvo compasión; Y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Un samaritano que iba de camino llegó junto al herido, y al verle tuvo compasión; y al verle tuvo compasión; Y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él.
Y preguntó Jesús: -¿Quién te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores? en manos de los salteadores? El legista dijo: -El que practicó la misericordia con él -. la misericordia con él -. Y Jesús le dijo: Vete y haz tú lo mismo. (Lc 10, 33-37)
La Iglesia tiene que hacer presente en el mundo la misericordia del Señor, la misericordia del Señor, hacia los marginados y los pobres, los aplastados y los injuriados por la crueldad de sus semejantes. ¡Vete y haz tú lo mismo!
Señor Jesús, que te compadeciste de nuestra miseria, ayúdanos a imitar tu misericordia hacia nuestros hermanos necesitados de compasión y de justicia. Amén. hermanos necesitados de compasión y de justicia. Amén.
José Román Flecha Andrés Palabra del Señor, Salamanca, Editorial.Secretariado Trinitario,2007 Presentación: Antonia Castro Panero