Tesalonicenses Una Fe Firme

Texto: 1 Tesalonicenses 3:6,7 Intro: Mateo 13:3-9; 13:18-23 Las tentaciones, persecuciones y cuidados del mundo hacen que algunos se aparten de la Fe en Jesús. ¿Como podríamos preparar nuestro corazón para ser tierra buena? ¿Cuales serían los principios básicos necesarios para cultivar nuestra fe para permanecer en Cristo?

Fortaleza en la Adversidad (1 Tesalonicenses 3:1-5 Unidad en la Congregación Es fácil poder darle un palmada a un hermano en la espalda y decir: “Dios te Bendiga” o “Estaré orando” pero no hacer nada al respecto y olvidarnos de lo que prometimos. Puede ser difícil involucrarnos personalmente en las necesidades o problemas de los demás, sin embargo, Jesús nos demuestra como ser parte de una solución y no participar en críticas o el juzgar a los demás. Guardar la Fe Mientras todo este bien algunos olvidan de Dios y se involucran en los negocios y que hacer de esta vida. Cuando surgen los problemas y angustias de esta vida otros no solo se apartan de Dios, hasta reniegan de la Fe y cuestionan la fidelidad de Dios. Mas otros, se vuelven a Dios en su necesidad reconociendo que solo en Cristo hay esperanza; y aun otros poco son los que en la tribulación y angustia, abundancia y escasez, aunque las cosas vayan bien o mal, en salud o enfermedad, con ánimo o sin ánimo persisten en la Fe.

Consuelo en la aflicción 1 Tesalonicenses 3:6-10 Animo muto Vivimos en un mundo egocéntrico donde la mayor parte de gente esta interesada en satisfacer sus propios deseos. Desafortunadamente esta actitud se ha infiltrado también en la Iglesia. Muchos líderes religiosos buscan ministerios con beneficios personales, olvidando que cada ministerio debe ser para bendecir al los demás. Oración Aunque no podríamos acompañar o participar en las necesidades de todos, si podemos participar en la intercesión para que Dios ponga los medio para suplir, proteger y consolar a lo que están pasando necesidad, pruebas y angustia.

Amor y Santidad 1 Tesalonicenses 3:11-13 Asemejándonos a Cristo Nunca debemos sentirnos completamente de nuestra madurez espiritual, sabiendo que nunca dejaremos de madurar y que crecimiento espiritual y la renovación son buenas señales de que estamos saludables en Cristo. Cuanto mas tiempo sirvamos nuestro Señor Jesucristo, cada día debemos esforzarnos mas en asemejarnos a El en toda nuestra manera de vivir. Nuestra justicia Cuando aceptamos a Jesucristo como Salvador y Señor, somos purificados y perdonados los pecados que nos separaban de Dios. Conforme vamos madurando en Cristo, su Espíritu Santo va cambiando nuestras vidas y carácter mas como El, necesitamos obedecer mas la voz del Espíritu Santo y colaborar con El para crecer en santidad; la santidad no es algo que se produce por fuerzas humana, sino que es un proceso de la gracia de Dios a lo largo de nuestra vida hasta llegar a la perfección, medida y estatura de Cristo.