“Hazte pequeño en las grandezas humanas, porque es grande la misericordia de Dios y revela sus secretos a los humildes” (Si 3,17).
En el mundo actual no se valora la humildad. Por todas partes se respira el tufo de la arrogancia.
En este contexto, será difícil reconocer que “Dios prepara casa a los desvalidos, libera a los cautivos y los enriquece” (Sal 67).
Jesús, invitado a comer por un fariseo, observa que los convidados escogen los primeros puestos.
la altanería que se esconde bajo la falsa humildad. -Cuando te inviten a un banquete no te coloques en los puestos principales. Hemos aprendido la altanería que se esconde bajo la falsa humildad. Si elegimos el último puesto es solo para que todos reconozcan nuestra valía.
Dijo Jesús: “Cuando seas convidado, vete a sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba”.
“El que se enaltece será humillado” Tanto la historia como la experiencia diaria avalan la verdad de este proverbio.
“El que se humilla será enaltecido” También hemos conocido personas y grupos humanos que han vivido en el silencio y la pobreza. Y sus frutos han sido duraderos.
Cuando ofrezcas un banquete, invita a los pobres que no podrán corresponderte. Se nos exhorta a descubrir la dignidad de los marginados sociales. Y a aprender la relación entre la gratuidad temporal y la esperanza de lo eterno.
Señor Jesús, nos pides que imitemos al Padre, que ama especialmente a los pobres y desvalidos. Ayúdanos a vivir la verdad de nuestra fragilidad. Bendito seas, Señor. Amén.
José Román Flecha Andrés Texto: EL CAMINO, Ciclo C –Editorial Monte Carmelo Presentación: Antonia Castro Panero