En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo

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Presentación: B.Areskurrinaga HC Euskaraz: D. Amundarain
Imagen portada: P. Érick Félix.
Creer en Dios Padre, Hijo y Espíritu es tener la feliz seguridad de que existe siempre una ternura inquebrantable, un último regazo y una especie de útero.
Transcripción de la presentación:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo Lectio divina domingo XI. T. O. Stma Trinidad Ciclo C. 16 Junio 2019. Catequistas de Cádiz y Ceuta Música: La Prèsence. Michel Pèpèr Elaboración: Manuel López/Eloísa Díaz-Jara Montaje: Eloísa Díaz-Jara Avance Manual

Envíame al Espíritu Santo: que me dé un corazón ORACIÓN INICIAL Señor, enséñame a saber escuchar tus palabras, a guardarlas en mi corazón; a sentir tu presencia viva, a compartir con los hermanos, enséñame a escuchar a tu Espíritu... Señor, Envíame al Espíritu Santo: que me dé un corazón capaz de escuchar y de acoger; de encontrarte en la Palabra; y que ésta se convierta en vida.

TEXTO BÍBLICO Jn 16, 12-15 Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará.

LECTURA ¿Qué dice el Texto?

El evangelista Juan recuerda con ternura esas largas conversaciones con Jesús al despedirse de los discípulos en Jerusalén. Él, que ha estado todos los días de su vida pública hablando a sus discípulos de amor, servicio y compasión, les anuncia con esperanza que su Espíritu los guiará a la verdad, es decir, su llegada llenará de contenido todo el mensaje y la vida de los cristianos comenzará a estar completa.

Porque pasó antes y también a nosotros nos pasa que cada uno, entendemos lo que queremos entender y, muchas veces, nos fabricamos el contenido de cada uno de los conceptos con mayor o menor aproximación a la verdad, pero sin contenerla.

El evangelio de hoy nos sigue animando a cultivar una actitud de discernimiento permanente. El Espíritu Santo nos guía hacia la verdad.

Cuando nos acercamos a la Palabra de Dios, pidamos siempre al Espíritu Santo que nos asista, para que nos ilumine la mente y podamos captar el sentido más hondo y existencial del mensaje.

Asimismo, pidámosle que haga arder nuestro corazón con el fuego del Evangelio, y nos impulse a ponerlo en práctica.

Hoy nos podemos preguntar ¿he experimentado alguna vez la luz y la fuerza del Espíritu Santo, Espíritu de Verdad?

¿Qué me dice el Señor en el Texto? MEDITACIÓN ¿Qué me dice el Señor en el Texto?

Celebramos la fiesta de la Santísima Trinidad, que nos recuerda el misterio del único Dios en tres Personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. La Trinidad es comunión de Personas divinas, las cuales son una con la otra, una para la otra y una en la otra: esta comunión es la vida de Dios, el misterio de amor del Dios vivo.

Jesús nos habló de Dios como Padre; nos habló del Espíritu; y nos habló de sí mismo como Hijo de Dios. Y así nos reveló este misterio. Y cuando, resucitado, envió a los discípulos a evangelizar a todos los pueblos les dijo que los bautizaran «en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo». Este mandato… lo dirige también a cada uno de nosotros que, en virtud del Bautismo, formamos parte de su comunidad.

La solemnidad litúrgica de hoy, al tiempo que nos hace contemplar el misterio del cual provenimos y hacia el cual vamos, nos renueva la misión de vivir la comunión con Dios y vivir la comunión entre nosotros según el modelo de la comunión divina. No estamos llamados a vivir los unos sin los otros, por encima o contra los demás, sino los unos con los otros, por los otros y en los otros.

Esto significa acoger y testimoniar concordes la belleza del Evangelio; vivir el amor recíproco y hacia todos, compartiendo alegrías y sufrimientos, aprendiendo a pedir y conceder el perdón, valorizando los diversos carismas bajo la guía de los pastores. En una palabra, se nos encomienda la tarea de edificar comunidades eclesiales que sean cada vez más familia, capaces de reflejar el esplendor de la Trinidad y evangelizar, no sólo con las palabras, sino con la fuerza del amor de Dios que habita en nosotros.

Todo, en la vida cristiana, gira alrededor del misterio trinitario y se realiza en orden a este misterio infinito. Intentemos pues, mantener siempre elevado el «tono» de nuestra vida, recordándonos para qué fin, para cuál gloria nosotros existimos, trabajamos, luchamos y sufrimos; y a cuál inmenso premio estamos llamados.

Este misterio abraza toda nuestra vida y todo nuestro ser cristiano Este misterio abraza toda nuestra vida y todo nuestro ser cristiano. Lo recordamos, por ejemplo, cada vez que hacemos la señal de la cruz: en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Y ahora os invito a hacer todos la señal de la cruz: «En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo».

¿Qué respondo al Señor que me habla en el Texto? ORACIÓN ¿Qué respondo al Señor que me habla en el Texto?

Creo, Señor, pero ven en ayuda de mi poca fe. Creo en ti, Padre, que nos has enviado a Jesús, tu Hijo, para comunicarnos la intensidad de tu amor, para revelarnos que ese mismo amor existe en nosotros como una semilla que ha de crecer con el rocío del Espíritu Santo.

Creo en ti, Hijo, Jesús, nuestro Señor, que eres la revelación plena del amor divino, al mismo tiempo que revelación de lo que ha de ser el hombre conducido en la verdad plena a la comunión con Dios por el anuncio del Espíritu Santo.

Creo en ti, Espíritu divino, que con suaves gemidos nos socorres en nuestra debilidad para vivir en el Amor de Dios, que nos alientas en la esperanza de lo que vendrá según los planes de la misericordia del Padre.

Creo en ti, Dios Uno y Trino, y quiero creer en ti, no con la fe de un corazón engreído, sino con el palpitar de un corazón débil, abierto a la sorpresa de tus misterios. Creo, Señor, pero ven en ayuda de mi poca fe.

¿Cómo reflejo en mi vida lo que me dice Dios en el Texto? CONTEMPLACIÓN ¿Cómo reflejo en mi vida lo que me dice Dios en el Texto?

A Dios Jesús lo llama “Padre” y lo experimenta como un misterio de bondad. Lo vive como una Presencia buena que bendice la vida y atrae a sus hijos e hijas a luchar contra lo que hace daño al ser humano. Para él, ese misterio último de la realidad que los creyentes llamamos “Dios” es una Presencia cercana y amistosa que está abriéndose camino en el mundo para construir, con nosotros y junto a nosotros, una vida más humana.

Jesús pide a sus seguidores abrirse al misterio de ese Dios, creer en la Buena Noticia de su proyecto, unirnos a él para trabajar por un mundo más justo y dichoso para todos, y buscar siempre que su justicia, su verdad y su paz reinen cada vez más en entre nosotros.

Por eso, busca en todo momento lo que quiere el Padre Por eso, busca en todo momento lo que quiere el Padre. Su fidelidad a él lo conduce a buscar siempre el bien de sus hijos e hijas. Su pasión por Dios se traduce en compasión por todos los que sufren. Jesús se experimenta a sí mismo como “Hijo” de ese Dios, nacido para impulsar en la tierra el proyecto humanizador del Padre y para llevarlo a su plenitud definitiva por encima incluso de la muerte.

La existencia entera de Jesús, el Hijo de Dios, consiste en curar la vida y aliviar el sufrimiento, defender a las víctimas y reclamar para ellas justicia, sembrar gestos de bondad, y ofrecer a todos la misericordia y el perdón gratuito de Dios: la salvación que viene del Padre.

Jesús actúa siempre impulsado por el “Espíritu” de Dios Jesús actúa siempre impulsado por el “Espíritu” de Dios. Es el amor del Padre el que lo envía a anunciar a los pobres la Buena Noticia de su proyecto salvador. Es el aliento de Dios el que lo mueve a curar la vida. Es su fuerza salvadora la que se manifiesta en toda su trayectoria profética.

ACCIÓN ¿A qué me comprometo?

El misterio de la Trinidad abraza toda nuestra vida y todo nuestro ser cristiano. Lo recordamos, por ejemplo, cada vez que hacemos la señal de la cruz. Al inicio de tus acciones durante esta semana proclama desde tu interior: “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, recordando el misterio de la Santísima Trinidad.

En el bautismo fuimos escogidos en el nombre del Padre y del Hijo del Espíritu Santo. Toma conciencia de lo que ha significado y significa el bautismo en tu vida y agradécelo.

Ante las dificultades, cansancios, problemas, preguntas y cuestiones que no entiendes, acude al Espíritu de verdad, que te ilumina y guía a la verdad completa. 

Muchas cosas que hoy te entristecen, agobian, duelen, en el Espíritu de Jesús encuentran luz, verdad, respuesta.

Ponte cara a cara con Jesús, en el sagrario, en tu interior y abandonarte confiado en su promesa, para que el apostolado, la entrega diaria, las obligaciones e incluso preocupaciones y problemas que tengas, encuentren en Él, luz, claridad, verdad y con fuerzas renovadas puedas seguir dando pasos.

Pide un corazón sencillo, que aunque no entienda demasiado, siempre busque a Jesús, siempre le pida su Espíritu de verdad.

Jesús nos dice “el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena”. No temas. Confía plenamente en Dios Padre, en Dios Hijo y en Dios Espíritu Santo.

María vivió su vida de esta manera, sintiéndose: hija de Dios-Padre, madre de Dios-Hijo y esposa de Dios-Espíritu Santo. FIN