24 de enero fiesta de S. Francisco de Sales
S. Francisco de Sales de las CARTAS
El corazón que posee la libertad de los hijos no está apegado a las consolaciones, sino que soporta las aflicciones con toda la alegría que la carne le permite.
El corazón libre no pierde casi nunca la alegría porque ninguna privación entristece a quien no tiene el corazón apegado a nada.
Frutos de la libertad son una gran paz en el espíritu, dulzura y condescendencia a todo aquello que no es pecado, carácter suavemente propenso a los actos de caridad y a las otras virtudes.
El pasado no es nada y debéis decir: ahora comienzo a amar a Dios.
Haced mucho por Dios y no hagáis nada sin amor.
Cuando no se tienen las alas hay que resignarse a no volar.
Caminad dulcemente sobre vuestro camino que es bueno: es el camino de Dios.
Servid a Dios como Él quiere Servid a Dios como Él quiere. Un día Él hara todo aquello que querréis vosotros, también aquello que no habéis deseado.
Amad a Dios y os adaptaréis a vivir, a decir, a hacer, a dar según su beneplácito.
Dios esté siempre en vuestro corazón, en vuestro espíritu, en vuestro descanso.
¿Qué importa si atravesamos desiertos o campos ¿Qué importa si atravesamos desiertos o campos? Con tal que Dios esté con nosotros, con tal que vayamos al Paraíso.
Rezad a Dios para que os consuele y si Él no quiere hacerlo, no penséis más en eso. Se necesita ver y hablar con Dios en medio de los truenos y torbellinos del viento.
Cuando ya no os preocupéis, intervendrá Dios.
Estad firmes; nada os turbe Estad firmes; nada os turbe. Aún es de noche, pero el día se acerca; no tardará mucho.
Ánimo. Levantáos con todas las fuerzas e impulsaos hacia el cielo.
Nos basta que Dios sea nuestro Dios y que nuestro corazón sea su morada.
Pero no,…. dejad que el viento sople; no penséis que el crujir de las hojas sea el tintineo de las armas.
Nuestro Dios no nos abandona sino para atraernos mejor a sí; no nos deja sino para poseernos mejor; no nos pone en la lucha, sino para rendirnos y bendecirnos.
No tenemos los brazos suficientemente grandes para alcanzar los cedros del Líbano, contentémonos con el hisopo de los valles.
Nosotros somos todos de Dios sin reserva, sin ninguna excepción, sin ninguna pretensión fuera del honor de ser suyos.
Dios quiere que nuestra miseria sea el trono de su misericordia y nuestra debilidad asiento de su potencia.
Seguimos a Dios con alegría, sin inmoderación, con firmeza sin arrogancia, con temor sin turbación, con diligencia sin agitación.
y así sea Sr. Alba Vernazza fma