El teatro de fines del siglo XIX y XX

La renovación del teatro europeo a finales del siglo XIX El género teatral, por su condición de espectáculo, está más sometido que ningún otro a los intereses del público; público que, a finales del XIX comienza a sentirse cansado de los planteamientos del teatro romántico. Se impone así un tipo de teatro más acorde con la nueva sociedad burguesa, consciente de los cambios económicos, políticos y sociales del período. Se abre una enorme brecha con el teatro romántico en cuanto a temas, personajes, construcción dramática y estilo.

La renovación del teatro europeo a finales del siglo XIX

Teatro de evasión frente a teatro de compromiso El nuevo público que acude al teatro a finales del siglo XIX pretende, en general, ver en el espectáculo teatral un refuerzo de los planteamientos que justifican su forma de vida, aunque en ocasiones se encuentra con autores que no dudan en cuestionar los pilares de la sociedad burguesa. Se puede afirmar, por tanto, que conviven dos tendencias en el teatro de la segunda mitad del XIX: el teatro de evasión y teatro de realismo crítico.

Teatro de evasión frente a teatro de compromiso El teatro de evasión El primero, el llamado teatro de evasión, es un teatro destinado al gran público burgués, presentado por grandes compañías que pretenden complacer las exigencias del espectador y contentar a los empresarios teatrales. Ofrecen amables comedias y dramas que reflejan conflictos sucedidos en el seno de la clase media-alta, sin presentar una visión excesivamente crítica de esta, puesto que se teme ofender al público. La función del espectáculo es principalmente procurar entretenimiento, no servir de plataforma para la denuncia social. No obstante, en algunos casos estos autores llegan a producir obras de excelente calidad; tal es el caso del español Jacinto Benavente.

Teatro de evasión frente a teatro de compromiso El teatro de evasión El primero, el llamado teatro de evasión, es un teatro destinado al gran público burgués, presentado por grandes compañías que pretenden complacer las exigencias del espectador y contentar a los empresarios teatrales. Ofrecen amables comedias y dramas que reflejan conflictos sucedidos en el seno de la clase media-alta, sin presentar una visión excesivamente crítica de esta, puesto que se teme ofender al público. La función del espectáculo es principalmente procurar entretenimiento, no servir de plataforma para la denuncia social. No obstante, en algunos casos estos autores llegan a producir obras de excelente calidad; tal es el caso del español Jacinto Benavente. Sin embargo, frente a esta concepción del teatro como evasión, se alzan las voces de ciertos autores que pretenden que sus dramas sean vehículo de denuncia. Autores como Henrik Ibsen o August Strindberg critican sin piedad en sus obras los aspectos más crudos de su sociedad, y tratan temascomo la hipocresía, la libertad, la condición de la mujer, etc.

Teatro de evasión frente a teatro de compromiso El teatro de realismo crítico El realismo crítico se entiende, pues, como una descripción de la realidad, pero como una descripción fidedigna, sin falsearla, sin omitir los aspectos más desagradables. Esta rebeldía hace que los autores que encaminan sus pasos hacia esta corriente sean objeto de agrias polémicas en su tiempo, aunque, a su vez, la preocupación por los temas sociales tendrá importantes repercusiones en el teatro posterior, en el que se afianza la tendencia del teatro comprometido con las realidades sociales y políticas del momento.

Dramaturgos realistas renovadores Henrik Ibsen Si Henrik Ibsen (1828-1906) ha sido tomado com modelo por los dramaturgos realistas posteriores, se debe sin duda a su capacidad de profundizar en la psicología de los personajes y a su implicación con las realidades sociales de su tiempo. Su teatro marcó de un modo decisivo la obra de autores contemporáneos como August Strindberg o Anton Chejov: Ibsen destaca por el retrato de unos personajes cercanos, auténticos, que viven conflictos reales, con los que el público se puede identificar. El estilo se caracteriza por la naturalidad, la sencillez y la adecuación a los caracteres, acabando definitivamente con el artificio romántico. En cuanto a los motivos presentes en sus obras, es característico de sus dramas presentar el conflicto de un individuo con la sociedad que no lo comprende o lo rechaza.

Dramaturgos realistas renovadores Henrik Ibsen En la trayectoria de Ibsen pueden distinguirse tres etapas: En una primera no hay aún una ruptura total con el Romanticismo, pues se dedica al drama histórico, que trata temas de la tradición y la historia noruegas como en Peer Gynt (1868) y Brand (1865). Posteriormente entra de lleno en el realismo crítico con obras que reflejan los problemas a los que se enfrenta la sociedad del momento, como Casa de muñecas (1879), sobre la liberación de la mujer, y Un enemigo del pueblo (1882), que refleja el conflicto de un hombre íntegro frente a la sociedad que lo quiere acallar. Finalmente el teatro de Ibsen avanza hacia el simbolismo con obras como HeddaGabler (1890) o La dama del mar (1888), en las que prima la metáfora.

Dramaturgos realistas renovadores August Strindberg Suele reconocerse en el polifacético autor sueco al precursor de las tendencias del teatro de la crueldad y del absurdo. Su implicación en cuestiones sociales y políticas también se refleja en su obra, así como su particular relación con las mujeres, que pasa por sus tres fracasados matrimonios. En cualquier caso, fue un autor de enorme éxito en vida y notable influencia en el teatro posterior. Entre los temas recurrentes en la obra de Strindberg destaca la crítica a las instituciones de su época, la decadencia de la sociedad que le ha tocado vivir, la crítica de la institución del matrimonio, la lucha de sexos, los conflictos interiores del individuo... Es característico de la obra de Strindberg el concepto del asesinato psíquico, la muerte producida por el sufrimiento causado por una relación dolorosa. Renueva la técnica teatral simplificando la escenografía y eliminando la división en actos. Hace un eficaz uso del monólogo

Dramaturgos realistas renovadores August Strindberg En la trayectoria de Strindberg pueden distinguirse dos etapas: Una naturalista, reacción a los excesos del Romanticismo. Otra más compleja en la que abandona las unidades de espacio, tiempo y acción, y presenta a personajes grotescos empleando complejos efectos escénicos. El teatro de esta segunda etapa puede considerarse en gran medida como precursor del teatro de vanguardia. Entre sus obras, destacan El padre (1887), sobre la crueldad en el matrimonio, La señorita Julia (1888), que refleja la lucha de clases y la decadencia de una sociedad en la que las clases inferiores no aceptan someterse y la obra experimental La más fuerte (1888), considerada habitualmente un monólogo, pero protagonizada en realidad por dos personajes femeninos, aunque en uno de ellos escucha todo el tiempo en silencio las confesiones del otro.