Prevención de abusos sexuales a menores

¿QUÉ ES UN ABUSO SEXUAL?

Contactos e interacciones entre un niño y una persona mayor en el que el agresor usa al niño para estimularse sexualmente él mismo, al niño o a otra persona.

¿Quiénes cometen los abusos?

Pueden ser personas aparentemente normales. Los agresores son casi siempre varones. Casi la mitad comete abusos antes de los 16 años. En muchos casos son conocidos pero en otros son familiares o amigos.

¿ CÓMO CONSIGUEN LLEGAR A SU VICTIMA?

Los agresores se sirven de estrategias muy diferentes: Aprovecharse de la confianza familiar. Ganarse la confianza del menor. Servirse de la sorpresa. Engañar a los menores ofreciéndoles cosas, premios o privilegios, amenazándoles o sirviéndose de la fuerza.

¿Cómo reaccionan las víctimas?

Reaccionan de formas muy diferentes: Resistiéndose todo el tiempo. Resistiéndose sólo al principio. Con pasividad o incluso colaborando. Pidiendo ayuda u ocultándolo.

¿Qué efectos tiene?

Tiene efectos muy distintos según los casos. Efectos hasta los dos primeros años. Hacia el agresor y/o familiares: desconfianza, miedo, hostilidad, abandono del hogar. Hacia si mismo: vergüenza, culpa, baja autoestima… Tono afectivo: ansiedad, angustia, depresión… Sexualidad: exceso de curiosidad, precocidad de conductas, prostitución infantil. Otras conductas: problemas de sueño, alimentación, escolares…

Efectos de años después: Depresión. Mayor probabilidad de sufrir problemas escolares. Ansiedad. Aislamiento. Dificultad de tipo relacional. Más predisposición a sufrir abusos también de adulto. Problemas sexuales. Agresión y desórdenes del comportamiento.

Debemos descartar siempre otras posibles causas.

¿Cómo podemos saber si un menor a sufrido abusos?

Que escuchemos y observemos a nuestros hijos. Ante cambios bruscos (descartar antes otras causas) observar al niño atentamente, preguntarle qué sucede, hacerle sentir aceptado y apoyado, comentarlo con otros padres y educadores. Que puedan pedir ayuda con franqueza, si les pasa algo. Crear un clima de confianza y seguridad en casa, dedicarle tiempo a los hijos, ser accesibles, percibir sus peticiones, interpretarlas correctamente y responder a ellas en el momento, ser coherentes en su conducta con los hijos. Que estén protegidos.

¿Cómo actuar ante un posible abuso?

Recibir la comunicación inmediatamente. Creer al niño/a. Decirle que no es culpable. Hacerle saber que te sientes orgulloso de él/ella por habértelo comunicado. Asegurarle que no le ocurrirá nada. Poner el acento en que saldrá adelante. Expresarle afecto. Hablar de lo ocurrido y del agresor.

Falsas creencias sobre los abusos sexuales Las personas poco informadas piensan: Que son poco frecuentes. Que sólo lo sufren las niñas. Que hoy se dan más abusos sexuales. Que quienes cometen los abusos están locos. Que sólo se dan en situaciones sociales muy especiales. Que los niños/as no dicen la verdad. Que los niños/as son responsables y podrían evitarlo. Que si lo sufriera algún menor cercano nos enteraríamos. Que los familiares los denuncian. Que los agresores son casi siempre desconocidos o casi siempre familiares. Que los efectos son casi siempre muy grave. Que los abusos van acompañados de violencia física. Que los abusos son sólo violación.

La denuncia del abuso Sólo se denuncian el 10% de los casos. Las víctima y las familias no denuncian porque: Niegan la importancia. Temen las consecuencias para el hijo y la familia. Creen que con ello no se reparará el mal ya hecho. Faltan conocimientos de los procedimientos a seguir. Falta de confianza en el sistema judicial.

Razones a favor de la denuncia La justicia aislará al niño/a del agresor. Evitará que pueda abusar de otros menores. El proceso judicial fuerza al tratamiento del agresor. El agresor rinde cuentas de su acción y al menor se le desculpabiliza. Ayuda a que el abuso sexual disminuya. No denunciar da a entender que “algo se oculta”.