Poesía modernista

Soledad, sentimiento de marginación, sensación de irremediabilidad e impotencia: esto es lo que sienten tanto el poeta como el narrador modernista. El poeta eleva su condición a símbolo de la imposibilidad de recuperar una vida auténtica, espóntanea, no reflexiva. Y así dibuja el proceso de disgregación de su conciencia, como reza un hermoso verso de Almas Paralíticas de Pérez de Ayala, largo poema que alterna alejandrinos y octasílabos. A la luz de la luna (símbolo redundante de la melancolía del poeta en todos los poemarios modernistas) se asiste a la disgregación del sujeto: «Todo en mí se disgrega, todo en mí se evapora».

En los poemarios modernistas encontramos siempre las mismas imágenes y el mismo léxico: 1) la naturaleza se ha domesticado y los espacios cerrados (el parque, el jardín) se han sustituido a los abiertos; 2) el agua no fluye, es ritmo que recuerda al locutor poético el inexorable paso del tiempo (la fuente, el ruido de la lluvia en los cristales de la escuela de Recuerdo infantil); 3) el emblema de la nostalgia del poeta es obviamente la luna; de aquí la predilección para los paisajes nocturnos; 4) también un reló, de vez en cuando, aparece para reafirmar la caducidad humana.

El espacio cerrado (jardín) y caliginoso (nocturno, a la luz de la luna) de los poemarios modernistas es un mero reflejo de la intimidad melancólica del sujeto poético, no es un espacio autónomo, separado del sujeto. El paisaje es solo un sentimiento, es un paisaje emotivo (como apuntó Amiel en su Journal intime). Por supuesta en esta nueva visión del paisaje se nota la influencia también de la xilografía japonesa y de los impresionistas. Jardines o parques en todos los poetas simbolistas [Verlaine, Samain, Rodenbach...]

Antonio Machado

Nació en Sevilla, en el Palacio de las dueñas, un lugar ‘onírico’ que, en sus poemas, se convierte en el símbolo de la niñez. En 1883 se traslada a Madrid y frecuenta el Instituto Libre de Enseñanza. En 1899 realiza varios viajes a Francia, visitando al hermano Manuel que vivía en París (conoce a Oscar Wilde, Rubén Darío y Pío Baroja). En Parísasiste a las clases de Henri Bergson, cuya filosofía deja una huella imborrable en su mundo poético. Publica su primer poemario en 1903: Soledades. En 1907 saca una nueva versión de dicha colección, bastante más larga, que podría considerarse como un libro diferente: Soledades. Galerías. Y Otros poemas.

Consigue una plaza de catedrático de instituto para enseñar lengua francesa. Se traslada a Soria y conoce a Leonor Izquierdo, de 19 años más joven, con la cual se casa. Deja una trágica huella en su vida la pérdida de Leonor en 1912: la joven se muere de tubercolosis. Encones Machado decide dejar Castilla y regresar a Andalucía, a Baeza, donde vive con la madre. En 1912 da a luz Campos de Castilla, poemario en el cual se acentúa el “grito regeneracionista”.

Para Machado fue fundamental el magisterio filosófico de Miguel de Unamuno (veáse sobre todo Retrato). En su tercer poemario, Nuevas canciones (1924), desaparecen las imágenes modernistas y noventayochistas, y dominan unos versos esenciales y sentenciosos como dictámenes filosóficos. Machado, mientras tanto, conoce a una mujer casada, que idealiza en su último poemario bajo el nombre poético de “Guiomar”. Al estallar la Guerra Civil se traslada a Valencia. Muere en el ’39 en Collioure (Francia), a pocos kilometros de la frontera española.

En Soledades domina el yo sumergido en sus recuerdos infantiles, pero no se trata tan solo de bocetos impresionistas, sino de epifanías que recuperan momentáneamente los sueños lejanos y perdidos. Retrato es la composición que abre el segundo poemario machadiano y representa la transición del sujetivismo de las Soledades a la paulatina desubjetivación u objetivación que caracteriza Campos de Castilla. La perspectiva autobiográfica modernista se tiñe de autoironía y va atenuándose el tema de la memoria, tan presente en las Soledades: “recordar no quiero”. En la tercera colección, Nuevas Canciones, culmina el proceso de objetivación interior: el yo y sus angustias desaparecen, reemplazados por refranes populares o sentencias filosóficas... puras epifanías.

Juan Ramón Jiménez

La primera fase de su producción (aproximadamente de 1898 a 1915) suele considerarse como la fase estrictamente modernista: en estas composiciones Juan Ramón utiliza a menudo la estructura del romance e imita a Bécquer y a Verlaine. Arias tristes, de 1903, es una suerte de compendio de todos los tópicos de la poesía modernista española.   El poemario Estío (1915) abre la segunda época juanramoniana, la fase de la poesía “intelectual”. El poeta –en la estela también de la estética unamuniana– suprime la musicalidad y los inútiles ropajes retóricos para “desnudar” sus versos, depurándolos y reduciéndolos a lo esencial.

  Domina el tema de la misma creación poética: el poeta-Dios que forja un universo nuevo y experimenta todos los límites del lenguaje humano. Con Diario de un poeta recién casado (1916) se da una revolución completa, que afecta incluso la métrica, adoptando este poemario el verso libre. Relato autobiográfico, en prosa y en verso, del viaje a Nueva York que emprendió juan Ramón para casarse con Zenobia Camprubí.