I.- LA ALEGRÍA DEL ENCUENTRO CON JESUCRISTO René Cardozo, SI. 1h – 9:00 a 10:00 4 diciembre 2.014. CER

Video sobre la experiencia de Dios en los niños. Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

Quisiera comenzar esta jornada, partiendo de una constatación importante:

En estos últimos tiempos, hemos recibido una serie de llamados y provocaciones a vivir la ALEGRÍA como vocación específica nuestra.

En estos llamados se deja claro que: LA ALEGRÍA DEBE SER el fundamento de nuestra vocación, y la manera en que testimoniamos nuestro seguimiento.

La alegría es uno de los sentimientos más bellos de la humanidad La alegría es uno de los sentimientos más bellos de la humanidad. En ella se expresa un sentimiento profundo, una manera de afrontar la existencia, una paz interior, una profunda esperanza, una vida plena, una salvación…Podemos pensar en todo lo que expresa una sonrisa, les presento algunas:

Vale la pena, ahora, destacar alguno de estos llamamientos a la alegría que hemos recibido.

LA CLAR

El ícono de Betania, propuesto por la CLAR, es el paso de la tristeza de muerte a la ALEGRÍA DE VIDA. Podemos imaginar la enorme alegría sentida por la comunidad al ver a Lázaro resucitado a la vida.

EL PAPA FRANCISCO

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA EVANGELII GAUDIUM DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS OBISPOS A LOS PRESBÍTEROS Y DIÁCONOS A LAS PERSONAS CONSAGRADAS Y A LOS FIELES LAICOS SOBRE EL ANUNCIO DEL EVANGELIO EN EL MUNDO ACTUAL

En esta exhortación apostólica se destacan muchos elementos que nos llaman a vivir esta alegría. Quisiera destacar algunos de ellos.

1. La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús.

Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento.

Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría.

En esta Exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años.

I. Alegría que se renueva y se comunica

2. El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada.

Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, - nos dice el Papa- ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien.

Los creyentes también corren ese riesgo, cierto y permanente Los creyentes también corren ese riesgo, cierto y permanente. Muchos caen en él y se convierten en seres resentidos, quejosos, sin vida.

Ésa no es la opción de una vida digna y plena, ése no es el deseo de Dios para nosotros, ésa no es la vida en el Espíritu que brota del corazón de Cristo resucitado.

3. Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso.

No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque « nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor».

Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos abiertos.

Palabras del Magisterio del Papa Francisco CONGREGACIÓN PARA LOS INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA  Y LAS SOCIEDADES DE VIDA APOSTÓLICA «ALEGRAOS...» Palabras del Magisterio del Papa Francisco   Carta circular a los consagrados y consagradas hacia el año dedicado a la Vida consagrada (Prot. n. Sp.R. M 1/2014)

«Quería deciros una palabra, y la palabra era alegría «Quería deciros una palabra, y la palabra era alegría. Siempre, donde están los consagrados, siempre hay alegría». Papa Francisco

«La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría».

El incipit de la exhortación apostólica Evangelii gaudium resuena, en la línea del magisterio del Papa Francisco, con una sorprendente vitalidad: llama al admirable misterio de la Buena Noticia que, acogida en el corazón, transforma la vida.

Se nos narra la parábola de la alegría: el encuentro con Jesús enciende en nosotros la belleza primigenia, esa belleza del rostro que irradia la gloria del Padre (cf. 2 Cor 4,6), cuyo fruto es la alegría.

… «los religiosos siguen al Señor de manera especial, de modo profético. Yo espero de ustedes este testimonio. Los religiosos tienen que ser hombres y mujeres capaces de despertar al mundo».

De esta manera, podríamos seguir citando textos y documentos en los que se nos invita a vivir la alegría como vocación de la vida religiosa hoy y como modo de evangelización tal como nos propone el Santo Padre.

PAUSA

Pero también nos podríamos preguntar: Por qué tantos llamados a vivir nuestra vocación con ALEGRÍA? O es que tal vez hemos perdido la ALEGRÍA EN LA VIDA RELIGIOSA?

Se trata de una grave falta, si hemos perdido la alegría, y por allí hemos perdido el encuentro con el Señor. Cuáles son las causas de todo esto?

Hay miles de hermanas y hermanos nuestros que viven la ALEGRÍA DEL EVANGELIO. Que dan su vida cada día en acciones heroicas, e incluso en el martirio.

La vida religiosa siempre ha sido sal y fermento, profética y mística La vida religiosa siempre ha sido sal y fermento, profética y mística. Entonces por qué perdemos la alegría?

Una de las causas y raíce posibles es que hemos puesto serios obstáculos al encuentro con el Señor. Y careciendo de este encuentro con el Señor, hemos perdido la alegría que viene del Resucitado.

Enumero algunas de estas causas, según mi modesto parecer:

Hemos rutinizado nuestra vida Hemos rutinizado nuestra vida. Incluso nuestra vida espiritual se convierte en una rutina. Hemos colocado la ley y la norma, por encima del encuentro fecundo.

Preferimos a alguien que cumpla todas las normas, que el encuentro con el Señor y las consecuencias que esto puede tener.

En la rutina no hay novedad, simplemente hay repetición mecánica En la rutina no hay novedad, simplemente hay repetición mecánica. Quizá esto nos ha hecho eliminar la posibilidad de la novedad y del cambio.

Si algo siempre se hizo así, para qué cambiarlo Si algo siempre se hizo así, para qué cambiarlo. Hemos ido extinguiendo el Espíritu con la ley. Hemos quitado alma al cuerpo, Nos resistimos al cambio, a la inmensa novedad que es el encuentro con el Señor.

Ojo que no estoy diciendo que la ley y la norma están mal, Pero si se las absolutizan, eliminan la novedad y el cambio. Y no permiten discernir según las personas, los tiempos y lugares.

Hemos volcado la mirada a nosotros mismos Hemos volcado la mirada a nosotros mismos. No hemos abierto ventanas, las hemos cerrado para que nadie entre. Nos sentimos agobiados por salvar misiones y obras, por mantener todo como antes.

Hemos cerrado nuestros Institutos a la intercongregacionalidad Hemos cerrado nuestros Institutos a la intercongregacionalidad. A la comunión eclesial más amplia y abierta. Nuestras comunidades se cierran al diferente. La promoción vocacional, intenta mantener el Instituto, más que privilegiar el servicio a la misión de Dios.

En muchos casos, nos sentimos viejas y viejos y por ello nos replegamos. Los jóvenes cada vez más se sienten desmotivados por nuestro testimonio, ni el de nuestras comunidades.

Nos hemos convertido en misioneros de oficina Nos hemos convertido en misioneros de oficina. Hemos convertido nuestra misión en una ONG. En muchos casos nos hemos alejado de los más pobres.

Quizá, incluso, sentimos que estamos en un mundo demasiado complejo, con las nuevas tecnologías, con las redes sociales, con la globalización, las guerras de religión, etc.

Quizá también sentimos que los jóvenes son «demasiado» distintos, hoy las generaciones son cada vez más distintas, demasiado «otra cosa». «La vida religiosa ya no es la misma».

Es más, quizá comenzamos a dudar del sentido mismo de la vida religiosa, de su validez, de su identidad. «Para qué ser religioso hoy»?

6.- La formación se nos hace compleja, no solamente la formación inicial, sino la permanente. El acompañamiento espirtual debe enriquecerse con otras herramientas: psicológia, antropología, medinina.

El mundo actual es demasiado complejo como para dejarnos vivir la ARMONIA INTERNA, LA FELICIDAD VERDADERA.

Debemos y podemos acoger este mundo CON ALEGRÍA, VIVIR ESTA ALEGRÍA Y TRANSMITIRLA, el mundo así de complejo, así de desafiante. Pero también poner los medios necesarios para ello, sin miedos ni susceptibilidades.

El mundo se ha hecho tan complejo, en lo comunicacional, en lo tecnológico, en lo material, en lo humano, que muchas veces nuestro procesos de formación espiritual, deben ser adecuadamente complementados con otras ciencias y conocimientos.

Sin embargo, no podemos estar ciegos, delante de innumerables muestras de Alegría en la Vida Religiosa.

Comunidades que viven en el amor y la fraternidad el encuentro con Cristo.

Testimonios misioneros personales y comunitarios, muchas veces heroicos de Religiosas y Religiosos que, incluso llegan al martirio en su misión, y con alegría.

La CLAR nos habla de «comunidades religiosas nuevas», no tanto como que recién comienzan, sino más bien como comunidades renovadas en el Espíritu.

Comunidades cimentadas en la Palabra, en el encuentro con el Señor Comunidades cimentadas en la Palabra, en el encuentro con el Señor. La Vida Religiosa está llamada a renovarse a la luz de la Alegría de este encuentro.

Pero, reiteramos, esta ALEGRÍA pasa por el encuentro y contacto permanente con Dios. La presencia del Espíritu Santo, NUNCA es una presencia de muerte, de tristeza, de desolación. Pero exige nuestra apertura, nuestra disposición a la fidelidad creativa.

En todas las decisiones, en todas las pruebas, en todas las circunstancias, debe primar esta ALEGRÍA. La gente de nuestro pueblo nos da un ejemplo de esto. Los primeros cristianos y tantas santas y santos, mártires, nos dan ejemplo de esto.

Sin embargo, creo que podemos, y conviene dialogar sobre esto Sin embargo, creo que podemos, y conviene dialogar sobre esto. Estamos dispuestos a optar por vivir esta Alegría a la que se nos invita? Qué obstáculos o impedimentos pueden entorpecer este deseo. O preferimos vivir dentro de la vida religiosa desilucionados, desencantados, sin fuego interior.

Muchas gracias.