Lectio divina del Salmo dominical

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Transcripción de la presentación:

Lectio divina del Salmo dominical Domingo XIV del Tiempo Ordinario Año A: Nuestro Señor humilde y manso. Za 9,9-10: Mira a tu rey que viene a ti modesto. Sal 144,1-2.8-9.10-11.l3cd-14: Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey. Rm 8,9.11-13: Si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis. Mt 11,25-30: Soy manso y humilde de corazón.

Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás. Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás.

Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.

Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas.

Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan.

Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

Lectio Ahora leemos el salmo entero, despacio… 1Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás. 2Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás. 3Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza; 4una generación pondera tus obras a la otra, y le cuenta tus hazañas. 5Alaban ellos la gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas; 6encarecen ellos tus temibles proezas, y yo narro tus grandes acciones; 7difunden la memoria de tu inmensa bondad, y aclaman tus victorias. 8El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; 9el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. 10Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; 11que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas; 12explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. 13Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad. El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. 14El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan. 15Los ojos de todos te están aguardando, tú les das la comida a su tiempo; 16abres tú la mano, y sacias de favores a todo viviente. 17El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; 18cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente. 19Satisface los deseos de sus fieles, escucha sus gritos, y los salva. 20El Señor guarda a los que lo aman, pero destruye a los malvados. 21Pronuncie mi boca la alabanza del Señor, todo viviente bendiga su santo nombre por siempre jamás. Su quieres escuchar el salmo en su original hebreo, pincha aquí

Lectio ¿Qué lugar ocupa este salmo en el salterio? Según el P. Ramón Ribera, monje de Montserrat, y otros estudiosos, el orden de los salmos no se debe al azar sino que hay toda una estructura interna.

Lectio ¿Qué lugar ocupa este salmo en el salterio? Nuestro salmo se encuentra en la segunda parte del salterio, dedicado a las alabanzas a Dios, formada por los libros: 4º: salmos 89-105 y 5º: salmos 106-150 Salmo 144: Himno de alabanza. El salmo 144 es un himno de alabanza al Señor, Rey universal. Es el cántico nuevo prometido en el salmo anterior. Este salmo es el que concluye la tercera colección de David (salmos 137-144), y el salterio primitivo.

Lectio: ¿Qué dice el texto? Este salmo alfabético se puede estructurar de la siguiente forma: Introducción (vv. 1b-2): el salmista ensalza, bendice y alaba por siempre jamás el Nombre de Aquel a quien llama “Dios mío, mi Rey.” El cuerpo del salmo, en sus cuatro secciones, desarrolla los motivos de esta alabanza explicitando el Nombre del Señor. (Una lectura sugerente sobre esto sería leer los versículos de Éxodo 33, 18-23 y Éxodo 34, 5-6 seguidos.) Vv. 3-7: “el Señor es grande”, ¿por qué? Por sus obras, sus hazañas, maravillas, terrores, inmensa bondad y justicia. Lo que se marra y recuerda es, en el fondo, la intervención de Dios en la historia como creador y libertador. Vv. 8-13a: “el Señor es clemente y misericordioso, bueno con todos” Sus obras y su reinado así lo manifiestan. Vv. 13b-16: “el Señor es fiel y bondadoso.” El Señor sostiene, endereza, da alimento, abre la mano y sacia. Está lleno de amor a favor de los oprimidos. Vv. 17-20: “el Señor es justo.” La justicia del Señor es su Alianza. El Señor libera de sus enemigos a quien lo invoca, lo teme, lo ama y clama a Él. Conclusión (v. 21): recupera el motivo inicial de la alabanza, sea en boca del salmista, sea en boca de cualquier ser vivo. Una alabanza que perdura siempre. Los judíos recitan este salmo todos los días en el oficio matinal, respondiendo a la invitación del comienzo: “día tras día te bendeciré..." Jesús debió recitarlo miles de veces.

Te ensalzaré, Dios mío. mi Rey. Meditatio :Lo propio de este paso es meditar qué me dice a mi el texto. Esto es algo muy personal por ello aquí para ayudar a esta meditación relacionamos el salmo con las lecturas del domingo. Te ensalzaré, Dios mío. mi Rey. Con este salmo 144 (145) vitoreamos a nuestro Rey, Jesucristo, manso y humilde de corazón tal como profetizó el profeta Zacarías (1ª lectura) y que nos muestra cumplido el Evangelio. Por eso, queremos bendecir su Nombre por siempre jamás. Nombre que Dios mismo manifestó a Moisés (Ex 34, 6) y que el salmo recoge: El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad. ¡Qué gozo verlo plenamente manifestado en Jesucristo!

El Señor sostiene a los que van a caer. Él mismo nos lo dice: Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré. ¡Qué consoladoras estas palabras! Pero no son estos textos para acaramelarnos ¡todo lo contrario! Si nuestro Dios es un Dios humilde y manso, un Dios clemente y compasivo, nosotros que lo seguimos (o decimos seguirlo) debemos ser como Él. Ya nos lo dice Jesús: Aprended de Mi, cargad con mi yugo.

El Señor endereza a los que ya se doblan A la luz de estos textos dejémonos “radiografiar” por el Señor: Realmente, ¿el Espíritu de Cristo habita en nosotros? ¿Le damos cabida en nuestra vida siendo como Él o somos orgullosos y altaneros? De todas formas, siempre podemos empezar de nuevo, ahora, con Cristo. Él endereza a los que ya se doblan. ¡Bendigámosle y démosle gracias porque mantiene su fidelidad perpetuamente!

Oratio ¿Qué me hace decirle a Dios este salmo, la liturgia de este domingo? Señor, cómo me cuesta ser como Tú, manso y humilde de corazón. Y, sin embargo, cada vez es mayor mi convencimiento vital de que no hay otro camino para ser verdadero discípulo tuyo, para ser verdadero y profundo fermento de unidad y de paz. El orgullo no escucha, todo lo impone. El orgullo tiene una raíz que se llama “miedo” La mansedumbre escucha y es respetuosa con el hermano. Su actitud no combativa le puede acarrear muchos ultrajes pero, a pesar de esto, su raíz se llama “paz” ¡Gracias, Señor, por mostrarme el camino de la mansedumbre y la humildad en tu propia persona, ese es el reinado que permanece!

Contemplatio Miro y me dejo mirar… En esto los Padres de la Iglesia son maestros… «Te ensalzaré, Dios mío, rey mío. Cada día —dice— te bendeciré. No pasará día sin bendecirte. No es de admirar que bendigas a tu Dios en el día alegre. Pero ¿qué sucederá si se topa con algún día triste, conforme son las cosas humanas, conforme se presenta la multitud de escándalos y el tropel de tentaciones? ¿Qué acontecerá si se ofrece algo infausto al hombre? ¿Dejarás de alabar a Dios? ¿Dejarás de bendecir a tu Creador? Si cesares, mentiste al decir: Cada día te bendeciré, Señor. Si continuases alabando, aunque te parezca que te va mal en el día infausto, te irá bien con tu Dios.» (San Agustín, Comentario salmo 144, 3)

Actio ¿Qué me hace vivir el Señor a partir de esta Palabra? Es el momento de la “obediencia de la Fe”… Sé manso y humilde de corazón como nuestro Dios.