Día de Silencio, recuerdos, esperanza y oraciones. Llevamos flores a las tumbas. Elevamos al cielo muchos rezos. Visitamos el cementerio. Ciertamente en todos esos gestos y devociones está presente nuestra fe en la Resurrección. La Liturgia de hoy nos recuerda la "Muerte", no para amedrentarnos, mas para hacernos descubrir el sentido de esta vida y la alegre verdad sobre la cual está fundamentada nuestra fe: la Resurrección.

Pensar en la muerte no es una pérdida de tiempo, es una Luz que nos ayuda a hacer elecciones seguras durante la vida. La Palabra de Dios hoy no quiere comunicar miedo y angustia, sino la alegría de quien ha recibido de lo alto la luz de la Pascua, que ilumina cada sepultura.

la Esperanza en la Resurrección nos lleva a rezar por los muertos y ofrecer sacrificios a Dios, que les concede la vida eterna. (2M 6, ) * De ahí la hermosa costumbre de rezar por nuestros muertos. Es el motivo principal de visitar hoy el Cementerio... En la 1ª Lectura,

El Evangelio muestra a Jesús venciendo a la Muerte. (Lc 7,11-17) - En las calles de Naín, tenemos el encuentro de dos cortejos: El Señor de la Vida se encuentra con un representante de la Muerte: Jesús, acompañado de los discípulos y de gran multitud, llega a la puerta de la ciudad en el momento en que de ella va saliendo mucha gente que acompaña a un muerto al lugar de la sepultura. En la 2ª Lectura, Pablo afirma que por el Bautismo nos hacemos criaturas nuevas. Si morimos con Cristo, viviremos con Él por la Resurrección. (Rm 6, )

- Uno llega, precedido por Jesús, el Resucitado, el vencedor de la muerte y el otro sale de ella, precedido por un cadáver. - El primero está compuesto por personas serenas, que siguen alegres al Maestro. En el segundo todos caminan tristes con la cabeza baja. - El primero de esos cortejos representa a la comunidad cristiana: tiene junto a ella a su Señor, aquel que lleva a la vida. El segundo es la imagen de los que aún no encontraron a Cristo: van hacia el cementerio y considera la muerte como una derrota irreparable.

Un hecho interesante: El grupo de Jesús no se deja influir por el llanto, por el luto, por la desesperación: por lo contrario, es el otro grupo el que se deja contagiar por la fuerza de la vida. El cristiano nunca camina hacia el lugar donde reina inevitablemente la muerte.

Jesús detiene al cortejo de la muerte El Señor siente compasión de aquella madre, se adelanta y dice: “¡No llores!" Se acerca al ataud, lo toca y dice al muerto: “¡Levántate!". Jesús hacía milagros, cuando alguien se lo pedía. En Naín, Él hace el milagro sin que nadie le haga esa petición. Actúa de forma gratuita, no impone condiciones, ni siquiera exige fe.

El llanto se transforma en canto de fiesta, el hijo es entregado a la madre, los dos grupos se unen en un único clamor de alegría, y todos glorifican el Señor, diciendo: “Un gran profeta ha surgido entre nosotros: Dios ha visitado a su pueblo". * Las multitudes alababan a Dios no por el retorno a la vida del joven, sino porque el Señor ha hecho surgir un profeta, cuya palabra derrota a la muerte.

Entrega el hijo a su madre La victoria de Jesús no es solo posponer la muerte algunos años. El milagro es señal de un prodigio mucho mayor, que aún hoy Él continúa haciendo para cada hermano que muere: “lo entrega resucitado a la madre", a la Comunidad. Da a la comunidad un hijo resucitado, libre, feliz para siempre.

Los cristianos deben repetir lo que el Maestro dice a la viuda: “¡No llores!” Nadie impide las lágrimas por la pérdida de una persona. Mas los cristianos anuncian, lo que el Dios de la vida hace por medio de Jesús: introduce a las personas en un mundo nuevo, les da su propia vida. ¿No temáis a los muertos! Muchos tienen miedo a la muerte y de los muertos... Jesús toca el ataud. No se preocupa de las tradiciones antiguas, que lo prohibían...

La muerte es un nacimiento, señala la entrada en el mundo de Dios, Es el inicio de la fiesta en la casa del Padre. Nada se debe temer de las personas que han muerto; ellas viven con Dios y solo pueden hacer el bien a los que permanemos en este mundo.

La MUERTE es el encuentro maravilloso con los amigos y parientes, que han ido antes que nosotros, están con el mejor de los amigos: Dios. P. Antonio Geraldo Dalla Costa CS “ Yo soy la Resurrección y la Vida. Aquel que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá". (Jo 11,25) Nuestra vida no termina aquí: Resucitaremos... - Cristo nos asegura:

MI DOMINGO Con la Palabra de Dios Meditada por: Pe. Antônio Geraldo Dalla Costa CS Ilustración: Nelso Geraldo Ferronatto Acesse o Endereço: Traducción: P. José Luis Uranga, CMF