AEROPUERTOS DIFÍCILES

El aeropuerto de Saint Maarten, en el Caribe, permite a los bañistas ver pasar a los aviones volando a 25 metros sobre el nivel del mar en sus tomas y despegues. El gobierno local advierte que acercarse mucho puede provocar ser succionado o impulsado violentamente hacia la mar.

El aeropuerto de Saba, también en el Caribe, está considerado como la pista comercialmente útil más corta del mundo, ya que apenas supera los 400 metros. Cierto es que ningún avión comercial ni de pasajeros puede ir hasta allí, aunque sí los aviones más pequeños o los helicópteros.

Cuando un avión va a aterrizar en Gibraltar hay que paralizar el tráfico. Y es que la carretera más transitada del peñón cruza transversalmente el aeropuerto, cuya construcción data de la II Guerra Mundial, por lo que debe cerrarse cada vez que pasa un avión.

En la península antártica se encuentra el aeropuerto más extraño de todos. Aterrizar sobre un manto blanco infinito evita problemas en cuanto a la amplitud de la pista. El riesgo es que, por el movimiento o el peso del avión, éste quede atrapado en nieve blanda o que el hielo se rompa.

El aeropuerto de Funchal, en Madeira, se apoya en 180 pilares de hormigón que lo elevan 70 metros sobre el mar. Aterrizar en él es muy complicado a causa de las turbulencias ocasionadas por vientos es superiores a 15 nudos. Por ello, los pilotos que lo utilicen necesitan una licencia especial.

En 1998, este eropuerto de Hong Kong fue clausurado y sustituido por otro tras 73 años en servicio. La pista daba directamente al mar, pero esa no era la principal dificultad: a pocos kilómetros, una cordillera impedía que los aviones pudieran acercarse en línea recta.

El Aeropuerto Internacional Toncontín es el único de Tegucigalpa, la capital de Honduras, en funcionamiento desde 1920. Habilitado para vuelos nacionales e internacionales, está clasificado como uno de los más peligrosos del mundo por la escasa longitud de su única pista: 1.863 m.

El aeropuerto de Kansai, Osaka, etá sobre una isla artificial de cinco kilómetros cuadrados. Una carretera lo une con la ciudad, por lo que se puede llegar a él en barco, avión o coche. La isla se asienta sobre una de las zonas sísmicas más activas del planeta.

El aeropuerto de Courchevel, en los alpes franceses, tiene una pista de aterrizaje de apenas 525 metros y una pendiente del 18,5%. Tan solo pasan por aquí pilotos especializados o helicópteros privados. Ha sido escenario de películas, como «El mañana nunca muere», de la serie de James Bond.

El aeropuerto de Paro, Bután, solo es utilizable por ocho pilotos, en todo el mundo, con certificado para aterrizar en él, que entrenan con simuladores 3D que recrean las condiciones del lugar. Está situado a más de 2.000 metros de altura y rodeado de picos de más de 5.000.

FIN