20 Mayo, 2013 JOSÉ GERARDO MOSQUEDA MARTÍNEZ Reelección, Sufragio Efectivo… Quién lo iba a pensar… Cien años después, el concepto revolucionario que detuvo el pleito entre caudillos: “sufragio efectivo, no reelección” (concepto acuñado con dedicatoria a toda la lista de caciques de la época) viene ahora a debate para la reflexión política. Después de algunas décadas vemos con claridad que las luchas revolucionarias, de donde se desprende un idealismo indigesto por el que se gritan vivas a la Revolución Mexicana, fueron luchas por obtener mejores y más grandes porciones de poder político, económico, mediático… Sin duda que conformó una especie de “forma de pensamiento” -en muchas generaciones de mexicanos- la sola idea de formar parte del presupuesto, de estar cerca del que manda, de ser uno de los que reparten las cuotas de poder que, por supuesto, viene siempre acompañado de cuotas económicas. Hasta nuestros días. Una vez superada la batalla a muerte por el poder entre los caciques revolucionarios, la institucionalización de la misma lucha por el poder se repite, sólo que ahora con acuerdos revolucionarios: un gran “dador” de las cuotas y muchos subordinados hasta la ignominia (con el propósito de recibir la cuota en turno que ya mejoraría el escenario). En otro momento, es decir, al que no le tocaba alguna porción importante de poder y gestión económica, tendría que esperar… Así de sencillo: “Te disciplinas o estás fuera del presupuesto, hasta encontrar mejores oportunidades”. En esa disciplina se formaron los políticos del sistema revolucionario mexicano durante siete décadas y, aunque hubo un período de alternancia con los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón, la “forma de pensamiento” no cambió de manera sustantiva. Fox cohabitó con la estructura del viejo sistema y desdibujó la alternancia y alejó la posibilidad de un nuevo sistema. Calderón reinterpretó las prácticas revolucionarias, las aderezó con “discursos de bien común” y puso a trabajar a los suyos en torno a su persona; es decir, como en el viejo sistema, con los del viejo sistema y pretendiendo crear un escenario que le favoreciera a él, a pesar de Acción Nacional. Qué difícil combinación, cuando la cohesión política se deriva de la subordinación ciega al jefe de Gobierno en turno, cualquiera que sea su origen ideológico o sus alianzas político-pragmáticas que, pensaron, deberían sustentar la continuidad en la acción de Gobierno. El resultado pronosticado: el jefe de Gobierno de México es signo incotrovertible del retorno al mismo partido del que parecían haberse librado las nuevas generaciones de mexicanos. Pero en este contexto, y durante casi cien años, sigue vigente en mandato constitucional: “sufragio efectivo, no reelección”. Hoy las voces vienen desde los propios Ayuntamientos. Los Presidentes Municipales de todos los partidos quieren la reelección, alargar sus períodos de mandato, cambiar las leyes orgánicas para permanecer en el poder. La autonomía municipal que se define en el Artículo 115 constitucional sería suficiente para plantearse las reformas que en los mismos Gobiernos locales se quieran dar. No hacen falta más que acuerdos de Ayuntamiento. Pero también hace falta una especial movilización política para darle cauce a esta nueva corriente de pensamiento, en las autoridades locales. Por lo pronto coinciden los integrantes de las asociaciones de Presidentes Municipales de los tres principales partidos; hace falta que sus comités nacionales, el Ejecutivo federal, que se aglutinaron en el Pacto por México, se pongan de acuerdo para privilegiar en la agenda de la reforma política, la del Municipio, como nodo central. Hay que ver quién será el primer Gobernador que le entre al experimento de modificar la ley orgánica de los Municipios de su estado -para la reelección y para períodos de cuatro años- como ya se está ensayando. El escenario de la reelección municipal es ahora; para la reforma política estructural, la divisa es: “sufragio efectivo, ¡reelección…!” Hasta la próxima en PROSPECTIVA! Facebook: gerardomosqueda En prospectiva