En Información y Análisis del Cuerpo Técnico de Investigación, CTI, con sede en Medellín, se recibieron llamadas anónimas informando que cierta residencia de esta ciudad estaba siendo utilizada por un sujeto de nombre Juan, apodado El Grande, para efectos de llevar a cabo en ella prácticas sexuales relativas a la prostitución y la pornografía con menores de edad. DE LOS HECHOS

Por labores de inteligencia se logró identificar el vehículo en el que se movilizaba el sujeto, se localizó la mencionada residencia y se obtuvo información que se encontraba allí con una mujer y una menor de edad. Fue así como el día 10 de septiembre de 2004, la Fiscalía 156 Seccional ante el CTI, ordenó y organizó diligencia de registro y allanamiento a la residencia ubicada en calle 1, apartamento 2 del Edificio 3, practicada a las 3 p.m. Una vez en el lugar indicado, el Fiscal, con apoyo logístico y seguridad del CTI, procedió al registro de la residencia, encontrando al señor Juan, la señora María y su hija menor Luisa. En las habitaciones se halló ropa interior infantil; álbumes fotográficos y videocasetes de pornografía infantil; instrumentos o elementos como consoladores y condones. Las personas adultas, con los elementos encontrados, fueron dejadas a disposición de las autoridades para la judicialización. La menor fue entregada en custodia al Instituto de Bienestar Familiar.

Esto fue apenas el principio de la cantidad de comportamientos que atentaron y lesionaron la libertad, integridad y formación sexual de niños, jóvenes e incluso bebés, pues el material encontrado permitía vislumbrar la magnitud de su gravedad, lo que después se logró demostrar mediante prueba testimonial, documental y confesión franca y detallada de sus autores. Juan, cerebro y patrocinador de toda la actividad delincuencial, conocía desde la juventud a la señora María. Durante largo tiempo dejaron de tener contacto, pero hace algunos años reanudaron su amistad, cuando ya María tenía a su hija Luisa, de 11 años de edad. Desde entonces, y por invitación de Juan, comenzaron a desarrollar toda actividad sexual, a la que se sumó en 2002 la joven Marta, quien tenía un bebecito de nombre Carlos. Esta última, después de que los investigadores oficiales realizaron labores de inteligencia, fue capturada en la ciudad de Bogotá, lugar donde había establecido su residencia hacía algunos meses.

María y Marta se dedicaron a ser las alcahuetas de Juan, animadas por recibir el dinero que éste pagaba por sus servicios. El actuar consistía, generalmente, en atraer niños y niñas de diferentes edades y de bajos recursos económicos, para realizar en ellos y con ellos diferentes comportamientos sexuales, con la promesa de ser recompensados con dinero, golosinas y vestidos, llevándolos a moteles ubicados fuera y en la ciudad, así como al apartamento que tenía Juan destinado a las prácticas sexuales, lugar donde en últimas se produjo el allanamiento y la captura cuando estaba en compañía de María. Fueron múltiples los comportamientos realizados por María y Marta, en compañía de El Grande, sobre niños y niñas de diferentes edades, casi todos menores de 14 años, otros menores de 12 años, e incluso con bebés y sus propios hijos, también menores.

Los ponían a desfilar en ropa interior; los desvestían; les acariciaban el cuerpo, sus zonas erógenas y genitales; los excitaban acariciándoles sus órganos genitales con la lengua; y, les introducían dispositivos sexuales por sus órganos genitales. Actitudes que en ocasiones realizaban estando los menores despiertos, dormidos o bajo el efecto de alguna droga adormecedora. Algunas de éstas actividades sexuales abusivas quedaba en un registro fotográfico o fílmico, elaborado por El Grande o por ellas mismas, que como se dijo fue incautado por la Fiscalía al momento de la retención.

Problema : ¿ Se vulnera o pone en peligro la libertad, integridad y formación sexual en el asunto planteado. En caso afirmativo, cúales conductas se infringieron; cómo y en qué calidad responden los personajes involucrados en el acontecer fáctico narrado en precedencia?

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