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Publicada porÁngela Figueroa Quiroga Modificado hace 8 años
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Conocemos tu designio porque Tú nos das la Sabiduría y nos envías tu Espíritu. (Primera Lectura)
Lucas 14, XXIII domingo Tiempo Ordinario –C- 9 de septiembre de 2007
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Como lo seguía mucha gente, Jesús se volvió a ellos y les dijo:
Las palabras de Jesús no son para un grupo elegido y reducido ni para personas especialmente valientes. Son las condiciones indispensables para lo que caracteriza el compromiso cristiano. Dedicar la vida a lo que Él la dedicó: al Reino, a hacer una humanidad de hijos e hijas, por tanto de hermanos y hermanas.
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Si alguno quiere venir conmigo y no está dispuesto a renunciar a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, hermanos y hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. El seguir a Jesús no significa dejar algo, sino haber encontrado a Alguien y ese encuentro hace que pase a segundo lugar todo lo demás. Lo que importa es el Tesoro encontrado, la Persona de Jesús y el gran Proyecto del Reino.
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El que no carga con su cruz y viene detrás de mí, no puede ser discípulo mío.
Eso hizo Jesús. Rechazó el éxito fácil, afrontó el escándalo, atendió a los sencillos, denunció a los más religiosos y legalistas. Su vida fue incómoda y consecuente hasta el final. Seguir a Jesús es vivir, como Él, los valores del Reino: austeridad, solidaridad, compasión, valentía, compromiso... Ese modo de vivir supone una gran satisfacción interior. Es el yugo suave que Jesús ofrece. Tendremos situaciones molestas y dolorosas, pero todo tiene sentido y es mucho más llevadero desde el Reino, desde el seguimiento de Jesús.
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Si uno de vosotros piensa construir una torre, ¿no se sienta primero a calcular los gastos y ver si tiene para acabarla? No sea que, si pone los cimientos y no puede acabar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: “Este comenzó a edificar y no pudo terminar”. O si un rey está en guerra contra otro ¿no se sienta antes a considerar si puede enfrentarse con diez mil hombres al que le va a atacar con veinte mil? Y si no puede, cuando el enemigo aún está lejos, enviará una embajada para negociar la paz. Seguir a Jesús es una opción libre. Supone decisiones valientes y personales, profunda reflexión y discernimiento.
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Del mismo modo, aquel de vosotros que no renuncia a todo lo que tiene, no puede ser discípulo mío.
El afán de acumular riquezas , honores, privilegios, poder.... no es compatible con el compromiso cristiano. El Reino es el que mueve la voluntad y el proyecto de la persona seguidora de Jesús. Entonces, toda renuncia se convierte en alegría y libertad.
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El Señor es mi Roca El Señor es la Roca, el fundamento donde se asienta mi vida. Con Él a mi lado nada temo. Espero en el Señor, en Él he puesto mi confianza. Sé que su camino no es fácil, que no he de vivir una vida segura y tranquila. La cruz me espera, como a Él. Pero sus palabras son bálsamo y me reconfortan: “No tengas miedo, pues mi yugo es suave. Nada pondré sobre tus hombros que no puedas llevar”.
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