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Domingo XX del Tiempo Ordinario «He venido a traer fuego a la tierra»

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Presentación del tema: "Domingo XX del Tiempo Ordinario «He venido a traer fuego a la tierra»"— Transcripción de la presentación:

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2 Domingo XX del Tiempo Ordinario «He venido a traer fuego a la tierra»
Ciclo C Domingo XX del Tiempo Ordinario «He venido a traer fuego a la tierra»

3 En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén Espíritu Santo dame un corazón humilde para recibir la Palabra de Dios, y hazme dócil a sus divinas enseñanzas.

4 Primera Lectura - Jeremías 38,3-6.8-10
3 Así habla el Señor: Esta ciudad será entregada al ejército del rey de Babilonia, y este la tomará». 4 Los jefes dijeron al rey: «Que este hombre sea condenado a muerte, porque con semejantes discursos desmoraliza a los hombres de guerra que aún quedan en esta ciudad, y a todo el pueblo. No, este hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia». 5 El rey Sedecías respondió: «Ahí lo tienen en sus manos, porque el rey ya no puede nada contra ustedes». 6 Entonces ellos tomaron a Jeremías y lo arrojaron al aljibe de Malquías, hijo del rey, que estaba en el patio de la guardia, descolgándolo con cuerdas. En el aljibe no había agua sino sólo barro, y Jeremías se hundió en el barro. 8 Ebed Mélec salió de la casa del rey y le dijo: 9 «Rey, mi señor, esos hombres han obrado mal tratando así a Jeremías; lo han arrojado al aljibe, y allí abajo morirá de hambre, porque ya no hay pan en la ciudad». 10 El rey dio esta orden a Ebed Mélec, el cusita: «Toma de aquí a tres hombres contigo, y saca del aljibe a Jeremías, el profeta, antes de que muera». Palabra de Dios Te alabamos Señor

5 «Me engendraste hombre de pleitos para todo el país»
Jeremías, profeta de las desdichas y profeta de las esperanzas. Profeta que acusó a su pueblo en el entusiasmo falso y enjugó sus lágrimas en el destierro amargo. Profeta que condenó el falso culto y la piedad vacía. Profeta que amenazó al templo y predicó la destrucción de la ciudad santa. Profeta que presenció la ruina de la monarquía -los ungidos del Señor- y vio al pueblo, esclavo, camino del destierro. Profeta que lloró amargamente la ruptura del Pacto. Profeta de la Alianza Nueva. Profeta de Dios.

6 El pueblo no supo escucharle y se enojó contra él.
Los grandes se irritaron, lo persiguieron, lo acosaron, lo condenaron a muerte. Aquel profeta debía callar para siempre. ¡La boca de Dios cerrarse! Es la «pasión» de Jeremías, la pasión del profeta, la pasión del siervo de Dios. Pero la «boca» del profeta no la cierra nadie. La cierra Dios. Y Dios no quiso cerrarla. Dios no permitió que lo mataran. Jeremías sobrevivió a la catástrofe. Tras ella vio surgir un pueblo nuevo con la Ley hecha carne en su corazón.

7 Salmo 40 (39),2.3.4.18 2 Esperé confiadamente en el Señor:
él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. 3 Me sacó de la fosa infernal, del barro cenagoso; afianzó mis pies sobre la roca y afirmó mis pasos. 4 Puso en mi boca un canto nuevo, un himno a nuestro Dios. Muchos, al ver esto, temerán y confiarán en el Señor. 18 Yo soy pobre y miserable, pero el Señor piensa en mí; tú eres mi ayuda y mi libertador, ¡no tardes, Dios mío!

8 «Señor, date prisa en socorrerme.»
El comienzo es una secuencia en cuatro escenas rápidas a) Un hombre se debate en el lodo de una ciénaga, que amenaza tragárselo. b) Alguien lo saca y coloca sus pies en roca firme. c) Al sentir la solidez bajo los pies, rompe a cantar de gozo y agradecimiento. d) Un grupo que asiste expresa su confianza en el liberador.

9 El lenguaje nos trae la figura de Jeremías en el aljibe fangoso
La imagen de la fosa, del fango, señalan a la muerte. Dios lo libró de ella. Es de corazones agradecidos cantarlo públicamente. El salmista invita a otros a poner en Dios su esperanza como él lo hizo, y declara dichosos a quienes así actúen.

10 Segunda Lectura - Hebreos 12,1-4
1 Por lo tanto, ya que estamos rodeados de una verdadera nube de testigos, despojémonos de todo lo que nos estorba, en especial del pecado, que siempre nos asedia, y corramos resueltamente al combate que se nos presenta. 2 Fijemos la mirada en el iniciador y consumador de nuestra fe, en Jesús, el cual, en lugar del gozo que se les ofrecía, soportó la cruz sin tener en cuenta la infamia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. 3 Piensen en aquel que sufrió semejante hostilidad por parte de los pecadores, y así no se dejarán abatir por el desaliento. 4 Después de todo, en la lucha contra el pecado, ustedes no han resistido todavía hasta derramar su sangre. Palabra de Dios Te alabamos Señor

11 «Corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos»
El autor se vale, para animarnos, de una imagen deportiva. Sería así: El atleta se encuentra en el estadio. En una carrera de obstáculos. La multitud se agolpa -nube- en las galerías. Van a presenciar el espectáculo. Pero no son espectadores. Son testigos que ya han corrido.

12 Ellos nos aplauden y estimulan. El atleta debe sentirse ágil y ligero.
Testigos que pertenecen a nuestro mismo equipo y que nos animan con sus voces y sus vidas. Ellos nos aplauden y estimulan. El atleta debe sentirse ágil y ligero. Hay que deponer todo aquello que ofrezca dificultad al movimiento y a la velocidad. El pecado nos ata, nos detiene. El atleta debe verse libre de todo ello. Hay que mantener a toda costa la marcha comenzada. Hasta el fin. Para ello la virtud de la paciencia que se apoya en la fuerza Dios, en su poder y promesa.

13 Jesús es el Testigo Fiel que confirma el testimonio de los antiguos.
La meta está señalada por la figura de Jesús. Jesús que inicia y consuma la fe. Él es el Camino. Allí está sentado, a la derecha de Dios, Rey de la Ciudad eterna. Jesús es el Testigo Fiel que confirma el testimonio de los antiguos. Jesús ha abierto la carrera, ha corrido la carrera y ha hecho posible el acceso a Dios. Jesús ha hecho realidad la promesa del Padre. A él aspiraban las naciones; a él miraban los siglos; hacia él corrían los hombres de Dios. Jesús, resucitado de entre los muertos, hace real el camino a Dios salvando para todos. Es nuestra meta y nuestro fin.

14 Lectura del Santo Evangelio - Lucas 12,49-53
49 Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! 50 Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente! 51 ¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división. 52 De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres: 53 El padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra».

15 Palabra de Dios Gloria a Ti, Señor Jesús

16 «He venido a traer fuego a la tierra»
El fuego del amor divino arde intenso en el corazón humano del Señor Jesús. Es ese fuego con el que Él anhela vivamente encender otros corazones. Mas para ello ha de pasar primero por un ‘bautismo’: tendrá que ser “sumergido” en la muerte para resurgir vencedor de la muerte por su gloriosa Resurrección.

17 su propia voz y sus propios caprichos.
El mundo tiene sus máximas, tiene sus valores, tiene su historia. Le sobra Dios. El mundo no ve, el mundo no oye, el mundo no siente otra cosa que su propia figura, su propia voz y sus propios caprichos. El plan de Dios, siempre bueno, es curarle. La curación va a ser dolorosa. Hay que cortar, rasgar y arrojar. Pasado este ‘bautismo’ el Señor derramará el fuego del amor divino en los corazones humanos por su Espíritu (Rom 5,5).

18 la oposición del mundo e incluso de sus propios familiares.
Quien es fiel al anuncio del Evangelio debe estar preparado para experimentar el odio, el rechazo, la oposición del mundo e incluso de sus propios familiares. El discípulo de Cristo debe tener los ojos fijos en el Señor Jesús (2ª. lectura), quien «soportó la Cruz» y «soportó tal contradicción de parte de los pecadores», de modo que alentado por tal ejemplo él mismo no desfallezca en la prueba y permanezca fiel al Señor y al anuncio de Su Evangelio, hasta derramar su sangre si es preciso.

19 Entonces la separación será absoluta. Con Cristo o contra Cristo.
Hay dos mundos: Jesús, voluntad y revelación de Dios, y el mundo que se le opone. Ser o no ser es la cuestión. Se ha entablado la lucha. Ha prendido ya el fuego de la discordia, y sus efectos durarán con más o menos virulencia, hasta la venida del Señor. Entonces la separación será absoluta. Con Cristo o contra Cristo.

20 Gracias Señor por tu Palabra purificadora,
que ilumina, alimenta, enriquece, alegra, consuela y compromete. Concédenos vivir conforme a ella. Señor, bautízanos con el fuego de tu amor.

21 Dulce Madre, no te alejes, tu vista de nosotros no apartes,
acompáñanos a todas partes y solos nunca me dejes: ya que Tú nos quieres tanto como verdadera madre, haz que nos bendigan el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

22 Si deseas recibir el Evangelio del Domingo
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