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Los alumnos y alumnas de 5º Curso del Ceip. NUESTRO PADRE JESÚS de Jabalquinto (Jaén) Presentan:

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Presentación del tema: "Los alumnos y alumnas de 5º Curso del Ceip. NUESTRO PADRE JESÚS de Jabalquinto (Jaén) Presentan:"— Transcripción de la presentación:

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2 Los alumnos y alumnas de 5º Curso del Ceip. NUESTRO PADRE JESÚS de Jabalquinto (Jaén) Presentan:

3 Consumo futuro: La amenaza de las “Agujas sucias”

4 Una fábula de un futuro en el que ni siquiera consumir es un acto libre… La información no se da al consumidor para que elija…. Es al consumidor a quien le secuestran sus ideas…

5 Alberto salió por la banda deslizante que recorría los alrededores de su casa. Aunque no tenía que ir a trabajar desde que empezó el Plan de teleocupacion dirigida, ese día quiso recordar aquellas mañanas en que todo era distinto…

6 Cuando era pequeño solía salir con su madre a hacer las compras. Llegaban a las tiendas, miraban, elegían, leían las etiquetas, hablaban con el vendedor… El hecho de comprar era algo divertido. Había aprendido a tener cuidado con los productos, a saber diferenciar las distintas calidades de las cosas.

7 Ahora, comprar era muy distinto. Las máquinas de inyección del deseo consumista estaban instaladas en todas partes. No había calle, avenida, plaza o rincón donde no hubiera una. Algunas eran muy llamativas, con letreros de colores y luces. Otras, sin embargo, estaban casi escondidas entre los portales de las casas.

8 De todas formas, era igual. Todas, las vieras o no, te introducían en la mente el producto, lo procesaban y automáticame nte lo tenías en treinta minutos en la terminal de tu casa.

9 Ya no había que elegir. La maquina de inyección a las que la gente llamaba “agujas sucias” sabían lo que deseabas, lo que querías, lo que alguna vez pensaste… El nombre que le daba la gente era por que les recordaban a los médicos antiguos que tenían que hervir las jeringuillas y a veces se producían infecciones cuando te pinchaban.

10 Ahora, estas máquinas te pinchaban en el pensamiento, te sacaban toda la información instantáneamente y te mandaban a tu casa unos pedidos que a veces ni sospechabas que habías hecho. Por eso eran “agujas sucias”, infectaban tu cabeza y te robaban tus deseos personales.

11 A pesar de todo, la gente se había acostumbrado. Ya no había centros comerciales ni anuncios grandes en las calles o en las carreteras.Tampoco tarjetas de crédito ni pago con dinero. Solo mensajes por todas partes, en la radio, en la televisión, en los periódicos, en las paredes. Pero mensajes en los que tú no sabías que te estaban incitando a desear cosas.

12 Alberto se acordó de los años en que la publicidad era la base de todo lo que consumían en su casa. Luego pasó a ser internet el lugar donde se concentraba toda la información. Y ahora, en lo que sus abuelos llamaban “el futuro”, aquellas máquinas sabían tus gustos, tus necesidades… Pensándolo se puso muy nervioso. Ya no había siquiera información. Solo noticias. Pero en ellas siempre había, si te fijabas bien, un aviso, un flash, un pequeño destello que llevaba dentro la semilla de lo que tú desearías después.

13 Pocas personas se habían dado cuenta. Alberto lo sabía. Todo el mundo vivía feliz porque en su casa siempre estaban todos los productos que ellos querían. A veces ni se preguntaban cómo era posible aquello.

14 Alberto pasó cerca de una de aquellas máquinas. La miró seriamente. Pensó que a lo mejor si se estropeaba, aquella “aguja sucia” no infectaría más las mentes de la gente y todo volvería a ser como cuando él iba a comprar con su mamá.

15 Se dio la vuelta disimuladamente y se acercó a la máquina por el lado derecho. No tenía cabes ni enchufes a la pared. Solo un rayo de luz verde muy fina que parecía salir de la parte de atrás hasta un panel cuadrado en el muro. Alberto cogió un trozo de cartón que había en el suelo y lo colocó entre la máquina y la pared. El rayo verde se puso de color marrón y la máquina hizo “pippppppp” durante unos segundos.

16 Alberto se sorprendió de que fuera tan sencillo. Seguro que quien mandó poner las máquinas no pensó que nadie pudiera querer estropear aquel invento que ahorraba a la gente hasta pensar y desear lo que querían consumir. Pero Alberto si. Se puso delante esperando sentir la suave punzada de la máquina en su cerebro. Pero no pasó nada.

17 Alberto sonrió y siguió andando. Quizá en algún otro lugar otra persona hubiera pensado como él y poco a poco las máquinas de inyección del deseo acabaran todas desconectadas…

18 La gente sería libre. Pensarían por ellos mismos. Consumir sería un acto voluntario. Nada ni nadie amordazaría nuestro derecho a elegir.

19 A lo mejor el futuro no era tan malo, después de todo…

20 Hemos preparado esta fábula para el CERTAMEN APRENDEMOS A CONSUMIR. 2006. EL CONSUMO EN LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN. Ceip. Nuestro Padre Jesús. Jabalquinto (Jaén) Centro TIC. Alumnos/as de 5º curso de Primaria.

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